Aguafiestas

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-¿Te pasa algo?- Me preguntó Sergio.

-Nada, creo que estoy muy borracha ya.- Le dije medio sonriéndole

-¿Borracha?- Me dijo riéndose.-¿Borracha por qué?

-Porque creo que veo visiones.-Le dije muy seria. -No bebo más.- Me prometí a mi misma, ya había perdido la cuenta de las veces que me había prometido lo mismo.

-Tu ven aquí, que yo hago que se te pase.- Me dijo el tal Sergio, que se lanzó hacia mi para volver a besarme pero le volví la cara.

-Venga, mujer, vamos a pasarnoslo bien.- Me dijo, acercándome más al él.

-No, déjame, de verdad.- Le dije intentando apartarme.

-No seas estrecha.- Dijo apretándome más fuerte.

-Que no, coño.- Le dije a centímetros de su boca, mientras yo forcejeaba por separarme.

-Creo que la señorita ha dicho que no.- Escuché decir detrás de mí. No era una visión lo que había visto antes, era Marcos, y estaba allí, en carne y hueso.

-Deja que decida yo lo que la señorita quiere o no.- Contestó Sergio. Qué gordo me estaba cayendo.

-Sueltala ya.- Dijo Marcos, cogiéndome del brazo y tirando de mí.

Sergio me soltó, pero solo para intentar abalanzarse sobre Marcos con el puño levantado.

-Ni se te ocurra.- Dije, metiéndome en medio y cogiéndole el brazo para impedir que le pegara.- Inténtalo y te juro que te mato.

-Ya veo. Tiene que defenderte una tía.-Empezó a reírse. Marcos se tiró hacia él y casi lo mata si no llego a estar yo de por medio.

-¡Para tú también!- Le grité a Marcos.- Y tú vete a buscar a otra, que besas fatal, chaval.-Le grité a Sergio.

Tan pronto como Sergio se fue, con un dedo corazón en alza como despedida, me aparté de Marcos y me fui en busca de mis amigas, las cuales no aparecían en ninguna parte.

-¿A dónde te crees que vas?- Me dijo Marcos, agarrándome de la muñeca para que parara.

-¿Tú donde crees? Voy a por otra copa y a seguir de fiesta.

-¿Tú estas loca? ¿Acabo de quitarte a un gilipollas de encima y te da igual?

-Bueno, yo lo tenía todo controlado, no se que coño haces aquí y tampoco me importa, y yo te acabo de salvar de que te partan la cara. Así que, si me permites...- Dije intentando soltarme.

-Y una mierda. Te vienes conmigo.- Dijo agarrándome más fuerte.

-Sigue soñando. Yo no voy contigo ni a la esquina. ¿Qué pasa, que la rubia te ha dejado plantado o que?- Le dije volviendo a tirar para soltarme.

-Tu lo has querido.- Dijo encogiéndose de hombros.

Lo vi venir, pero no tuve tiempo para reaccionar y salir corriendo. Me cogió en brazos y me subió sobre su hombro, quedando así con las piernas colgando. Pero no me quedé quieta. Me puse a patalear y a darle puñetazos en el pecho para que me soltara. Le grité todos los insultos que sabía, y aunque dudaba que los estuviera escuchando por el volumen de la música en la discoteca, confirme que sí que lo estaba haciendo porque noté como se reía. Encima se estaba riendo. Esto no tenía ni puta gracia. Vale que yo estuviera borracha, pero me estaba muriendo de la vergüenza. La gente empezó a hacer un pasillo para que Marcos pudiera pasar, era el colmo. Yo empecé a gritar más fuerte, por si alguien me escuchaba, pero no surtió efecto. No se si por efectos del alcohol o porque soy una peliculera, pude ver a cámara lenta como la gente se me quedaba mirando con una cara entre sorpresa y risa.

Promise me the moon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora