Cobarde ❁ [yaoi; oneshot]

-don't know why-

aviso: esta historia será editada pronto. fin de cita.

Cerró la puerta de la entrada principal al adentrarse en su morada, liberando un enorme suspiro, siendo proyectado en el aire. El frío de la madrugada era voraz, arrasando con cualquier fogata encendida al aire libre o fiebre de cualquier enfermo. El sereno caía en cuantía, peligrando al día siguiente un severo resfriado del cual le costaría deshacerse.

Se despojó de los objetos en sus bolsillos, dejándolos sobre la mesita de roble junto a la entrada. El ser olvidadizo le obligó a optar por dejar lo necesario para el día siguiente justo a la vista a la hora de salir, todo con tal de no arrepentirse o devolverse una vez que haya llegado a su destino. Hizo ademán de retirarse su robusto suéter color rubí, mas se detuvo al instante al analizar la situación. La baja temperatura continuaba impregnada en su cuerpo, siendo incapaz de tal inhumana labor.

La oscuridad reposaba por cada rincón de la casa, ignorando la molesta tarea de encender algún interruptor al no ser necesario, ya que iría directo a su habitación. Cierto miedo le inundó, viéndose en la obligación de acelerar el paso. Odiaba ser tan miedoso.

Una vez allí, la temperatura había cambiado a una más natural, tomando la libertad de remover su bufanda y desabrochar su suéter. Se encaminó al interruptor, la luz era tenue y deseaba divisar todo con total claridad. Su mano quedó a medio camino al percibir cierto brillo a sus espaldas, sintiendo algo de temor al voltearse, ya que su mente proyectó una posible imagen, esperando un reflejo similar o peor.

Sus párpados cegaron su visión al cerrarlos, aun sin haber volteado para presenciar el acto presente a sus espaldas. La imagen en su mente no reflejaba precisamente su cuarto de habitación, si no la casa de al lado, precisamente a otro dormitorio. La ventana de su alcoba daba directo con una totalmente opuesta, permitiendole presenciar los movimientos del vecino, sin que este se percatara de la audiencia del rubio ceniza. La mayoría del tiempo el chico se la pasaba observando el paisaje que le obsequiaba aquellos cristales cuando miraba a través de estos a hurtadillas, sin embargo no siempre la vista era de su gusto.

Tomó toda la fuerza de voluntad que consiguió al momento, y a un flujo sosegado, fue volteando su cuerpo hasta quedar en dirección hacia la ventanilla. A medida que acercaba su figura al vidrio, su cuerpo se estremecía. Tenía una idea explícita de la imagen que verían sus ojos, sintiendo como su estómago se contraía sin siquiera haberlos visto.

Las cortinas de seda que cubrían su extensa ventana volaban con suma sutileza por la gélida brisa que ingresaba a través del vidrio abierto con disimulo. Antes de espiar por este, con sigilo, bloqueó la brisa cerrando la ventana y así las cortinas le cubrieran para evitar le atraparan. Sus traviesos ocelos color marrón vislumbraron justo la escena que había grabado su creativa mente, acertando la imagen que imaginó hace unos minutos.

Del otro lado, una pareja de chicos permanecía situaba en el borde de la cama, hablando animadamente mientras compartían largas miradas, sintiéndose a gusto con la compañía que se otorgaban.

—Gracias por la sorpresa, me gustó mucho.

—Por ti, lo que sea, cariño.

Para la mala suerte de Jimin, el cerrar la ventana le impedía poder escuchar la conversación entre ambos chicos. Lo único a lo que se podía dignar era a observar en silencio, mientras sentía su pecho oprimirse.

El par de regordetes parpados de Jimin, fueron ampliándose hasta lograr su totalidad. Sintió un ligero estorbo en su garganta que cada vez se profundizaba con más intensidad, tragando seguido para amortiguar el dolor sin resultado. En pocos segundos sería expectante de lo que menos le gustaba apreciar, ya que le lastimaba en cuantías aquel tipo de escenas que aun le era un arduo trabajo acoplarse a ellas.