Capítulo Único

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***Todos los personajes de Resident Evil son propiedad de Capcom, esta historia fue escrita con fines de entretenimiento***


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No importa quién fue mi padre, lo importante es quién recuerdo yo quién fuese... Anne Sexton

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Estimada Jill Valentine:

Con profunda tristeza lamentamos informarle del fallecimiento del Señor Dick Valentine ocurrido el día 18 de julio de 1998. Deseamos manifestarles nuestras condolencias a sus familiares y amigos por tan dolorosa pérdida. Así mismo hacemos de su conocimiento que los restos mortales de su padre se encuentran en las oficinas del médico forense, Dr. Johan Noth, es por ello que le pedimos que acuda para la entrega de los mismos.

Atentamente

Andrew Colton

Director de la Penitenciaría Estatal de Missouri.

Era la quinta vez que Jill leía la nota dejada en su escritorio por un mensajero esa mañana. Las conversaciones de sus compañeros en el cuartel de los STARS parecían rumores lejanos y el ruido de la televisión encendida parecía casi inaudible para ella. El dolor poco a poco fue inundándole el pecho, volviendo el aire casi irrespirable. Todo parecía tan irreal, al punto en que Jill pensó que quizá todo era un mal sueño, producto de una botella de vodka combinada con sus antidepresivos.

De pronto la voz del que fuera su padre comenzó a hacer eco en su cabeza. La última conversación que tuvieron se repitió palabra por palabra en su mente, como una canción triste y desoladora. Dick la había llamado para desearle feliz cumpleaños, ese día, cada vez que su hija le preguntaba en donde vivía, él evadía la pregunta con algún chiste o comentario cargado de sarcasmo; algo típico de Dick, se dijo Jill en aquel momento.

Recordó con amargura haber colgado el teléfono no sin antes decirle lo mucho que lo despreciaba. Jill amaba a su padre, pero el dolor que éste le provocó durante su infancia era algo que no podía olvidar tan fácilmente. Durante años lo culpó por no tener una madre, cuando ésta los abandonó una fría noche de octubre al enterarse de que su amado esposo era un ladrón de profesión y no un fontanero como le hizo creer a todo el mundo. Las lágrimas comenzaron a agolparse en sus ojos, así que tomó la nota y la guardó en el fondo del cajón de su escritorio. Tenía que salir del cuartel antes de que sus compañeros la vieran llorando como una chiquilla desolada e hicieran mofa de ello; suficiente tenía con las bromas que le gastaban por el hecho de ser la única mujer en el Equipo Alpha, la última de ellas fue cuando el idiota de Brad Vickers desajustó su pistola de práctica y Jill terminó disparándole balas de pintura al Capitán Wesker por accidente, lo que le costó un mes de castigo limpiando los baños de los vestidores.

Jill se puso de pie cruzó las oficinas con el paso más firme que sus piernas le permitían, ya que éstas amenazaban con flaquear en cualquier momento. La potente risa de Barry Burton inundó el lugar al tiempo en que atendía una llamada telefónica. Mientras avanzaba por el laberinto de sillas metálicas y escritorios atiborrados de carpetas, sintió que alguien posaba su mirada en ella. Su instinto le dijo que quizá era Joseph Frost; después de la terrible cita que tuvieran un par de semanas atrás, y desde entonces Frost había adoptado la costumbre de acosarla con la vista a donde quiera que fuera. Ella se volvió hacía él y lo vio jugando una partida de solitario en su ordenador.

Entonces, Jill miró hacia el lugar de Chris Redfield. Las probabilidades de que él la mirase con interés eran nulas, considerando lo que se decía acerca de su predilección por salir con una chica diferente cada semana. Sin embargo, Redfield tenía toda su atención puesta en ella, lo que hizo que se sonrojara como una adolescente.

Resident Evil Origins: Jill ValentineWhere stories live. Discover now