Capítulo Uno

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N. Del A.: No esperéis encontrar un libro excelente y sin fallos, es algo que hago por entretenimiento propio. Además, el vocabulario de los personajes es de España, no voy a hacerlos hablar como colombianos que son, puesto que no lo controlo.
Espero que os guste.
Gracias.

El día que empezaba el curso siempre era un día complicado. Decir adiós al verano, a las largas tardes de piscina y amigos, a las excursiones inesperadas, para dar paso al estrés de un nuevo curso, a largas tardes de estudio y apuntes, a las excursiones a la biblioteca y, lo peor, a comenzar de 0 y sin conocer a nadie.
Este era el año en que empezaba la universidad, y, aunque había tardado en decidir qué carrera hacer, me había decantado por música: nada me hacía igual que cuando tocaba un instrumento, esa sensación que sentía cuando mis dedos rozaban las cuerdas y corrían por ellas, tocando notas que me hacían sentir en casa.
Por ello, el primer día de clase, el de recibimiento, mi banjo me acompañaba en la espalda mientras esperaba a Martín, mi mejor amigo.
-Se te va a cansar la espalda todo el día con eso colgado- se río Martín al llegar a la esquina el la que habíamos quedado para ir juntos.
-Muy gracioso, pero voy a clase de música, ¿cómo no voy a llevar mi instrumento?
Martín sólo se río, empezando una conversación banal hasta que llegamos a las puertas de la facultad.
-Bueno...- dije sin saber qué decir, con miedo a separarme de él para seguir mi camino solo.
-Tengo que irme a mi facultad- dijo leyéndome la mente y señalando a una calle en la cual se encontraba la misma-. Tranquilo, Villa. Todo va a ir bien. Solo trata de abrirte un poco más con la gente y ya. Seguro que en un par de semanas, ya me dejas abandonado por tus nuevos amigos.
-Qué fácil es decirlo para ti
-Deja de lloriquear anda, y entra ya que vas a llegar tarde- bromeó con tono alentador -. Nos vemos a la salida, guapetón.
A continuación, se dio la vuelta y se marchó, no sin antes gritarme un último aviso - ¡Y cuidadito con las universitarias!
Solté una carcajada, en parte al recordar las bromas de las mismas que había hecho durante todo el verano, y en parte por ver que una señora que pasaba se volvía para mirarnos con mala cara.
Me volví hacia la puerta de la facultad y, entre la marea de gente que entraba a la misma, conseguí colarme hasta la recepción, donde me indicaron el camino hasta el salón de actos de la ceremonia de bienvenida.
Los nervios llenaron mi estómago mientras recorría los pasillos de mi nuevo lugar de estudios, observando caras igual de perdidas que yo o igual de inseguras.
Sin embargo, algo que me llamó la atención fue que la mayoría de gente no llevaba instrumentos. ¿Y si el profesor les preguntaba si sabían tocar algo? ¿Y si su instrumento no estaba en el edificio?
Pero fue llegar al salón de actos y darme cuenta de que no estaba solo: había otro chico que llevaba una guitarra a la espalda, buscando un sitio en el que sentarse. El chico llevaba una camisa a cuadros roja, unos pantalones vaqueros, unas botas antiguas y un sombrero de ala ancha en la cabeza. Se hacía notar.
Por un momento, pensé en acercarme a saludar, pues tendría que hacer amigos en algún momento; pero los nervios y la timidez me hicieron quitarme la idea de la cabeza e ir hacia una de las filas de butacas de la parte posterior del teatro.
Dejé el banjo en el suelo mientras me sentaba, y mis ojos recorrieron la sala, observando a la gente que la llenaba. Había de todo, chicas, chicos, altos, bajos, gente extravagante y gente de lo más normal... caras ilusionadas por el curso y poder estudiar al fin lo que más les gustaba.
Mientras reflexionaba, no me di cuenta de que el chico del sombrero se había acercado hasta que estuvo a mi lado, haciéndome una pregunta.
-¿Perdona?- dije a modo de respuesta.
-Que si está ocupado- preguntó de nuevo señalando el sitio a mi izquierda.
-Ah, no, puedes sentarte- respondí, levantando el banjo para dejarle pasar.
-¿Quién te ha dicho que quiero sentarme? Lo que quiero es dejar la guitarra- dijo en tono seco.
-Yo... eh... lo siento... sí, déjala-respondí nervioso y cortado, sin esperar una respuesta así, y el chico estalló en carcajadas.
-Es broma, claro que es para sentarme, anda y aparta un poco- continuó riéndose. Sin saber qué decir, me reí un poco mientras mi cara se teñía de rojo -. ¿Cómo te llamas?- preguntó mi nuevo acompañante.
-Juan Pablo- respondí
-¿En serio?- respondió sorprendido -. Pues mucho gusto, tocayo- rió mientras me tendía la mano, que yo estreché sonriendo -. Puedes llamarme Isaza.
-Y tú a mí Villa- comenté justo cuando uno de los profesores del escenario daba comienzo a la ceremonia y mandaba a callar al público.
Sonreí para mí mismo. Aunque hubiera hablado sólo dos palabras con el chico extraño del sombrero, había logrado conocer a alguien en la Universidad el primer día, y eso era para alegrarse.
Así que, por primera vez en todo el día, me sentí a gusto y las mariposas volaron fuera de mi estómago.

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⏰ Última actualización: Jul 17, 2017 ⏰

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