Prólogo.

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Oscuridad...

Oscuridad y dolor...

Su cuerpo entero dolía y el penetrante olor de la sangre inundaba su sentido del olfato.

-Sango... -llamó en una voz ronca y baja.

Pero la chica no respondió, su cuerpo estaba tumbado en el frío suelo bajo el de un monje bañado en sangre.

-Monje Miroku... -sus ojos se volvieron rojos y su voz se quebró- Shippo...

¿Por qué? ¿Por qué éste fue el destino de sus amigo?

-Inuyasha... -feroces y gruesas lágrimas cayeron de sus hermosos ojos chocolate -¡¿Por qué?!

Dolía, no sólo su garganta por ese desgarrador grito, dolía su corazón por el hombre que amaba.

-Kagome... -la llamó una débil voz masculinas -Huye

-Koga... -lo observó colocarse delante de ella -No...

-Te daré tiempo.

-No... ¡Nooo! -nuevamente vio morir a uno de sus amigos frente a sus propios ojos.

La cruda realidad era horriblemente dolorosa.

Para destruir a Naraku Kikyo estuvo dispuesta a sacrificar su propia vida; pero la parte negativa de la perla de Shikon despertó y decidió acabar de una vez por todas con ella, en su afán por salvarla Inuyasha usó su propio cuerpo como escudo para protegerla.

Viendo a los humanos y su inútil hermano menor muerto por proteger un cadáver andante Sesshumaru cargó al ataque con una notable sed de sangre, una feroz batalla se desató, sin embrago al final pereció.
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En ese lugar sólo quedaron un mal herido y semi consciente Koga junto a una impotente y desesperada Kagome.

Sola, abandonada, sin nadie que la proteja o a quién protegerw únicamente podía llorar con impotencia.

-Acaba con él...

Abrió sus ojos al recordar esas palabras, las últimas que él le dedicó.

-Inuyasha... -el apenas audible susurro invadió el espacio.

-Pronto te reunirás con él en el imfierno!!

Su oponente se colocó frente a ella -Te odio... -cuando su corazón fue atravesado ella extendió su mano y la colocó en medio del pecho de su atacante -Maldito idiota.

Una deslumbrante luz rosa-púrpura opaco todo a su alrededor.

El camino a un corazón desolado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora