Capítulo 11 -Hora de sincerarse

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Empieza a llover, Vin baja la velocidad de la moto hasta que empiezan a fallar las ruedas, decidimos para un rato en la nada, la única luz que nos alumbraba era la luna llena y la luz del auto. Aparcó la moto en el borde de la carretera.
No sé porque, pero mi primer instinto fue tumbarme en el suelo y mirar el cielo.

-¿Que haces?- Preguntó Vin acercándose a mí.

-Solo mirar las estrellas-. Él se tumbó a mi lado. -¿Y tú?- Me miraba con gran interés en su mirada.

-Admirar la vida-. Mi mano izquierda rozó la suya diestra. Seguí mirando el cielo. No dudamos en cogernos de las manos, o al menos él. Dudé un poco pero terminé aceptando. Giré mi cabeza hacia la izquierda y noté que nuestros ojos conectaron. Poco a poco, se acercó a mí todo lo que pudo.

NARRA VIN

Pasé mi brazo por debajo de su cabeza y me quedé parado sin tocarle, para pedirle permiso para sentirle.
Sabrina tiene algo especial que me hace sentir cosas inimaginables por ella, quiero sentirla, abrazarla, quererla...

Ella colocó su mano en mi mejilla y con el pulgar me acarició. Le coloqué mi mano en su cintura, en la piel desnuda, ya que llevaba un top y la besé.
Pasé mi mano por debajo de la camiseta, por su espalda.
Ella quiso sentir más, o eso me hacia creer. La cosa empezaba a calentarse aunque nos estuviéramos mojando por la lluvia.
Al principio el beso era lento y cariñoso, pero se veía fuego en nosotros, jadeábamos y respirábamos fuerte.
Dimos media vuelta y ella acabó encima mío. Me levantó la camiseta mientras que con sus suaves manos me acariciaba.
Levanté mi espalda sentándome y ella me quitó la camiseta del todo.
Luego coloqué mis manos en su trasero y la senté mejor.
Seguíamos besándonos.
Me levanté con ella encima, aún con las manos en su trasero, ella tenía sus manos segundos en mi nuca, otros segundos en la espalda y otros en el pecho. Mientras se sujetaba con las piernas alrededor de mi cintura.
Cogí mi camiseta y la dejé en el suelo, detrás de una gran roca que había fuera de la carretera.
Le tumbé encima de mi camiseta para no mancharla, aunque creo que eso le daba igual.
Volví a poner mis manos sobre su piel, pajo su top. Arcó su espalda para darme paso y quitarle el sujetador, pero no lo hice. En cambio, le quité el top. Besé su estómago, me cogió la cabeza con sus manos y me atrajo a ella para que la besara. Levantó sus piernas y las colocó en mi cintura, mientras nos besábamos me quitó el cinturón.

-Si seguimos no vamos a parar. ¿Estás segura? - Le informé.

-Estoy completamente segura-. Desabrochó mis pantalones, quitó sus piernas de mi cintura y me los bajó, quedándome en calzoncillos.

-No tengo preserbativos -. Le dije asustado. Ella se quitó la falda quedando en ropa interior.

-Me da igual-. Dijo, después me besó. -Me tomaré la pildora-. Pasó sus manos por debajo de mis calzoncillos y masajeó mi culo, apretó hacia abajo y me atrajo a ella del todo. Dimos media vuelta y ella terminó encima mío.
Cogió mis manos y las colocó en su trasero, se agachó y me besó el estómago, siguió por el pecho, luego en el cuello, ahí absorbió hasta que me hizo un chupetón, continuó por mi barbilla y terminó con un beso en los labios.

NARRA SAM

Estuve buscando por todo el local a Sabrina, pero no la encontraba. Entré al baño de las chicas y vi a Sarah en el suelo, enseguida me llegó un mensaje.

«Me he ido con una smigua, dw Sabria»

O escribió rápido o se tomó algo. Y me asusté si era por lo segundo.

Me di cuenta que Sarah estaba inconsciente, abrí el grifo y creé un cuenco con mis manos para que al coger agua no se cayera al suelo. Me agaché delante de Sarah y le tiré el agua haciendo que despertara.

-¿Que ha pasado? - Aunque ya supiera el qué, necesitaba que me lo contara.

-Me ha pegado por lo que hice, luego le he contado lo que hicimos tú y yo y me ha pegado para que me desmayara-. Le ayudé a levantarse, pero se mareó. Coloqué mi brazo bajo sus piernas y el otro en su espalda, la llevé a mi coche para dejarla en su casa. Le tumbé en la cama y le tapé.
Llegué a mi casa lo más rápido posible y pasé a la habitación de Sabrina, me senté en su cama y esperé allí a que llegara.
Cuando se abrió la puerta de su habitación me levanté en un segundo, entonces entro ella contenta, pero cuando me vio, su cara cambió completamente. Estaba enfadada y triste.

-Vete-. Me dijo señalando las puertas del balcón.

-No lo voy hacer-. Le advertí.

-¡Vete de aquí, idiota!- Se acercó a mí y empezó a golpearme en el pecho. -¡Te odio, te odio!- Siguió golpeándome. Le cogí de las muñecas. -Te odio-. Ya no gritaba, empezó a llorar y me preocupé. Quiso golpearme de nuevo, pero le tenía cogida. Di la vuelta y me coloqué en su espalda, ella ya no podía moverse, tenía los brazos doblados y cruzados en su pecho. Lo único que yo hacía era abrazarla fuerte para tranquilizarla.

-¿Que te has tomado? - Le pregunté cuando ya estaba relajada, acabamos de rodillas en el suelo, encima de la alfombra.
-Nada-. Se tumbó en el suelo, pero yo aún no la soltaba.

-Te han drogado. ¿Has sentido algún pinchazo?- Le cogí en brazos y la tumbé en la cama. Le quité las botas.

-Estaba con Thomas, Jane, Alexandre peleando contra ellos y noté un pinchazo en la espalda, creí que había sido un mosquito o algo-. Peleó y no tiene rasguños. Estaba con alguien.

-¿Con quien estabas? - Cogí el pijama de debajo de la almohada.

-Ya te lo he dicho, con una amiga-. Me sonrió. Sabía que era mentira. Le obligué a decírmelo. -Con Vin. Éramos los dos contra los otros. Le quité la falda y le puse los pantalones del pijama. Fui hacer lo mismo con el top, pero me di cuenta que estaba del revés.

-Te has acostado con Vin ¿no? - Se mordió el labio sabiendo que había sido un error. -¿Pero que has hecho Sabrina? - Negó con la cabeza mientras subía los hombros y se puso, nuevamente a llorar.

-Lo siento, lo siento. De verdad-. Le abracé fuerte y me acosté a su lado.

NARRA SABRINA

Me desperté en mi cama con el pijama puesto. Intenté recordar lo que hice ayer pero lo tenía borroso. Di media vuelta y vi a Sam a mi lado.

-¡Ay, por dios! - Grité asustada. En cambio, él, saltó de la cama y se cayó al suelo.

-¿Que ocurre? - Me preguntó, le miré asustada, no llevaba la camiseta puesta. -Ay, no. No pasó nada. Tranquila-. Se levantó del suelo y se volvió a tumbar en la cama al ver la hora del reloj de la mesita. Aún eran las nueve de la mañana. -Más tarde te cuento–. Pasó una mano por debajo de la almohada y la otra la puso encima, luego cerró los ojos para volver a dormir.

No Entiendo De Besos #1 (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora