Una herida abierta

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El chico de rizos estaba al fondo, rodeado de quejidos que él mismo estaba exhalando. La miró con algo que ella no reconoció ni devolvió, ni siquiera se tomó demasiado en verlo.

—¿Quién es?—Preguntó en voz baja, acercándose a él. Estaba segura de que nadie había escuchado. Miró a su ángel, quién miraba al sujeto como si fuese la persona que adoptó a un perrito callejero y lo pateó hasta el cansancio, solo para llorar en su lecho de muerte.

—Así que lo hiciste.—Dijo el otro tipo— Nunca te creí capaz, Ji Hoo.—Soltó su nombre con desdén.

—No creo que estemos hablando del mismo suceso, Joon Pyo.

No entendía nada de lo que sucedía en ese momento, solo podía ver a su ángel y a un chico desconocido, que la hacía sentir mal de alguna manera, en medio de un tipo de pelea visual.

—¿Has caído tan bajo?—Dijo el chico nombrado como Joon Pyo.—Esta vez le hablaba a ella— Nunca te creí remotamente ningún defecto Geum Jan Di, pero creo que esto es el único que contaré cómo defecto siempre.

—¿De qué estás hablando?—Ella inquirió, temerosa del chico que tenía el poder de hacerla sentir muy mal con su sola presencia.

—¿Así es como demuestras tu amor por mí? ¿Esperas que te crea por algún momento que el irte con Ji Hoo mientras estoy ausente es lo que me hará amarte alocadamente? ¿Eres idiota?—El chico ni siquiera se detuvo en medio de su diatriba, elevando su tono de voz a cada palabra hasta gritar y respirando completamente solo hasta el final.

—No tengo idea de qué me estás hablando, no te conozco—Dijo ella, aunque algo muy dentro de ella le hacía querer llorar por lo que este chico suponía de ella y francamente, no pudo aguantar un pequeño malestar en su abdomen.

—¿Esto harás ahora, Jan Di?—Él estaba serio pero muy dentro de ella sentía, no, sabía que se estaba cayendo a pedazos.—¿Vas a fingir que no me conoces?—Por cada palabra que decía, era una parte de él derrumbándose.

Fue aquí que uno de los chicos se acercó a él con toda certez de parecer calmante cuando con su boca proclamaba:

  — Joon Pyo, Geum Jan Di perdió la memoria. Según sus palabras y análisis del doctor no recuerda nada relacionado con nosotros.

— Woo Bin, deja de interceder.— Su voz estaba más que cortante, como si estuviesen apuñalando parte de él— ¿O es acaso que estás de parte de estos dos traidores?

— Joon Pyo, detente. En serio no quieres....

— ¿Hacer qué? 

  — Joon Pyo.— Su angel al habla. Aun con el problema lucía calmado. Con seguridad puso cercanía entre ellos, ella y él, su ángel, para que se calmara ella misma.

— No me hables traidor.—Su mirada le lanzaba dagas envenenadas a su angel.

—   ¿Yo? ¿Traidor? ¿Sabes cuantas veces ella fue herida por ti en ese lugar? La vi ir a ti con esperanzas, acercarse con el amor que tanto deseaba para mi pero que dejé ir porque los quería felices a ambos ¿Y sabes qué obtuve? Al amor de mi vida volviendo a mí sin alma, sin deseos, una cáscara de ella misma ¿Sabes cuanto duele ver eso? ¡Oh, por supuesto que no lo sabes! Porque tu lo causas y yo lo arreglo, yo debo de verla sufrir y darle un pedacito de mi para que sane, para... para que...— Su angel, Ji Hoo, estaba desesperado, como si recordara todas esas cosas y le doliera aún. Parecía finalmente calmado, dejando morir la oración; solo que no era así. Rápidamente vio su estallido como si las llamas lo envolvieran—¡PARA QUE VUELVA A QUE LA DESTRUYAS UNA VEZ MÁS!

Toda la sala estaba en silencio, todos temerosos de esta escena, como si fuesen a ser cortados por la afilada conversación. Pero claro, el chico de rizos negros que tanto le hacía doler el corazón, Joon Pyo, tenía que decir algo.

— ¿Es eso? ¿Crees que no debo romper su bella reunión, la que están teniendo a mis expensas?

— A...— Algo dentro de ella se rompió, sin poder detener sus palabras ni saber qué estaba diciendo continuó— ¿¡A TUS EXPENSAS!? ¿Cuales? ¿Las que tuviste para dejarme y compartir tu, oh tan valioso, tiempo y compañia con alguien más? — Su cabeza le dolía, eran palabras acompañadas de emociones y recuerdos.

  — E... eso... — Por un momento Joon Pyo pareció confuso, hasta que algo en sus ojos dio un click— ¿No es eso un recuerdo? ¿No deberías de seguir actuando como si no me recuerdas?

Más dolor venía a ella, pero lo ignoró. Él era alguien que le hacía sentir emociones fuertes, emociones que no eran muy... buenas para su cabeza.

  — Jan Di....— Otro chico, este de cabello negro, ojos oscuros y un traje costoso estaba hablándole. —  No te esfuerces tan..--

  — Sabes, chico de rizos...— Dijo ella, el dolor le estaba comenzando a afectar, sentía como estaba temblando— Puede que no te reconozca completamente porque nuestra relación haya sido importante...— Pudo ver la leve alegría en los ojos del tipo, pero obvio no se dejaba engañar por el hecho de que había una pared de vestimenta blanca entre ellos— pero no era... buena para mí— Oyó los jadeos de su madre, hermano y padre  —  ¿Sabes cómo me di cuenta, Joon Pyo?— Vaciló con su nombre, dado que le causaba más revoltijo en la memoria. No lo dejó hablar, continuó— Porque lo primero que recuerdo es una escena dónde otra chica está contigo, dónde yo sentía. No tengo idea de por qué estaba allí.

  — Así que vas a seguir...--

— ¡Cállate! ¿Siempre fuiste así? ¿No te das cuenta de lo que te estoy diciendo, idiota?— Más furia, que anulaba momentaneamente su dolor, pero sabía que este seguía allí.— Cuando pienso en ti ahora, solo recuerdo emociones que me atormentan tristeza, traición, ansia, sufrimiento, cobardía y rechazo.

  — ¿Es eso? — Si el odio fuese palpable...— ¿Terminaste, Geum Jan Di?  

  Este chico... la destrozaba. — ¡Si no hubieses sido tan idiota y me hubieras amado como se debe yo no sería tan desdichada!— Su dolor finalmente se hizo cargo, quitándole las fuerzas, aunque estaba luchando contra ello—¡SOY UN PEDAZO DE LA ANTIGUA YO! — Y así, como si esas palabras la hubiesen drenado, se deslizó a la inconsciencia.

Susurros de la memoria •PAUSADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora