1.- ¡Hola Pony!

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La pequeña Pony se ha parado delante de sus compañeros con las manos en la cintura y las piernas separadas, lista para conquistar. Preparó su mejor sonrisa y se colocó en los pómulos los stickers más lindos y brillantes que encontró, su papi la peinó divina fallando sólo unas 6 veces tratando de que sus coletas fueran simétricas y no dejara de ser Pony para convertirse en Chilindrina.

El profesor Park hace callar a los ruidosos alumnos que empezaban a murmurar mirando con atención y ternura a la niña más pequeña del lugar, ella se se ve decidida a hablar pero los niños no pueden evitar dar comentarios prejuiciosos, la mayoría buenos.

A algunos colegas profesores les parecería anticuado llevar un gran puntero de madera, pero sólo tres golpecitos al pizarrón eran eficientes para hacer callar a todos, eso lo aprendió Jimin un año antes con el señor Ming, su preferido y anciano profesor de universidad.

Era el primer día para todos en el aula de primer año, muchas veces los chiquillos aún pasados de preescolar están asustados, lloran, gritan y cuelgan de las piernas de sus padres por largo tiempo hasta que al fin se calman y deciden aventurarse a estar en un salón de clases más en serio.

Para su profesor no era muy distinto, quería salir corriendo puesto que era la primera vez en la escuela donde su trabajo no era servir café como práctica profesional, ahora iba a lo real, él la autoridad y los niños pequeños que le asignaron por ser un recién egresado eran los esclavos. Jimin era de la idea de que tratar con seres así de chiquitos y ser un verdadero guía era más difícil que estar con pubertos alborotados, estos eran como un lienzo blanco y pulcro que necesitaba las manchas correctas, aquí empezaba todo y estaba dispuesto a poner entera dedicación para tener sólo personitas ejemplares para pasar a segundo año.

Pony hace un mohín debido a que nuestra introducción tarda demasiado y ella podría olvidar lo que practicó toda la semaba. Los niños se inquietaron de vuelta pero el puntero golpea de nuevo y no hay más ruido aunque no todos los ojos están atentos, eso requiere medidas drásticas...

-¡Heeey!- grita Pony con su chillona voz lo más fuerte que puede, incluso hasta que sus mejillas enrojecen mostrando el esfuerzo aue hizo para sacar tanta voz de ese diminuto cuerpo. Ahora sí que tiene atención, pero por si acaso, en milisegundos la tela de la falda que cubría parte de sus piernitas es levantada en el aire por sus propias manos dando una perfecta vista a sus calzoncillos rosados con la cara de Fluttershy al centro.

Aquello no es visto con morbo aún por los otros, más bien luce divertido y las reacciones son risas, carcajadas dulces y fuertes de todos ¡Creen que Pony es genial y graciosa!

Pero el profesor Park está frunciendo el ceño y eso no es bueno. Hace callar a sus alumnos nuevamente, los golpes a la pared son más sonoros y llama a Pony.

Él suena igual a papá aquella vez que ella creyó que se vería muy guapo con más color en las mejillas y usó su estuche de sombras by Peppa Pig para adornarle la cara a su progenitor mientras tomaba una siesta.

Oh oh.

Ella se acerca cabizbaja, es una experta en el chantaje emocional así que sabe con exactitud qué expresión llevar. Parece ser útil ya que la voz del demandante termina siendo suave y baja sin intención de reprenderla de forma humillante frente a los otros.

-Eso no se hace. Las faldas son para quedarse abajo, cubriéndote... bien, no demasiado abajo o sería un pantalón, un short quizás, bermuda... Ok, escucha, se trata de no dejar ver tu ropa interior.

-¡A mí me ha gustado!- Responde escandalosa Sorina mientras sube la mano con una sonrisa de oreja a oreja y la aludida comparte una mirada cómplice con la que ya designó como su futura mejor amiga en cuanto su regaño termine y le asignen un lugar.

Kindergarden; jimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora