Capítulo 7: Libre elección

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Me di una ducha que irónicamente me hizo sentirme sucio porque no podía parar de pensar en Doia, ni siquiera en ese momento tan sumamente personal. Me puse unos vaqueros y un polo blanco de manga corta. Me miré en el espejo y cogiendo el bote de gomina, me eché un poco en las manos  y luego la extendí por el flequillo para que se fijara, con las puntas hacia arriba. Me puse colonia a raudales, tanto que Vítor tosió, burlándose, cuando bajé al salón. Llegué justo cuando "Memphis" arañaba indiscriminadamente a la pobre Eleanor contra todo lo que se le ponía por delante, rayando su delicada carrocería. 

-No puedo ver esto-declaré en un falso tono lastimero antes de agarrar el mando, apuntarlo hacia la pantalla y darle al botón rojo para apagar la tele. Oí el bufido de Vítor, que ya estaba de pie esperándome.

-Tenías que haber visto a Tanya-nombró con un suspiro teatral refiriéndose a un  Porsche 911 993 Turbo del año noventa y siete. 

-La he visto, tío, y es una señora vieja-le rebatí mientras me inclinaba para ponerme mis zapatillas blancas que había dejado en algún momento del día debajo del sofá. Primero apoyé el costado del pie izquierdo sobre el muslo derecho para meterme una zapatilla-. Pero Mary-continué hablando con una sonrisa ladeada y un tono que denotaba interés sobre el Aston Martin DB7 del noventa y nueve-, ¿Has visto su delantera?

-¿Vieja? Solo tiene dos años más que la tuya, ¿y has visto sus ojos?-Abrió los suyos, exagerado, sorprendido por si no hubiera reparado en ese detalle.  Si mi padre nos oyera, nos daría una torta a cada uno, más que nada porque en realidad ninguno de los dos sabía mucho sobre coches y él sí.

-No suelo fijarme mucho en eso pero no puedes negar que los ojos rasgados de mi chica son demasiado exóticos-Me reí al terminar la frase por nuestra conversación. Apoyé entonces el pie derecho sobre el muslo izquierdo-. Y no volvamos a mencionar la delantera-dije irónico. Intentaba encajarme la otra zapatilla mientras Vítor aprovechaba para seguir comiendo de mi pastel de chocolate aun estando de pie. 

-Vale-aceptó con la boca llena, dándose por vencido. 

Para mí estaba claro que Tanya no conseguía llegar hasta donde estaba Mary, no deslumbraba igual, es más, a mí ni siquiera me deslumbraba. 

-Pero si nos podemos quisquillosos con la edad, no hablemos de Eleanor-Me picó, sabiendo que ella era, quizás, mi punto débil. 

-Si Eleanor te oyera, se ofendería-Sonreí cuando volvía a mantenerme en el suelo con ambos pies-. Para ella nunca pasan los años. Además, ni siquiera la conoces-Resoplé fingiendo que sus palabras me habían herido y cogí mi móvil encima de la mesita baja. Mi adoración por Eleanor se asemejaba con la que sentía "Memphis"-. Me robó el corazón la primera vez que la vi-Me reí mientras salíamos hacia la entrada de mi casa. No podía dejar de sonreír por lo absurdo de todo eso, siempre me comportaba así cuando estaba con mi mejor amigo. 

-¿Cómo? ¿Cuándo ha pasado eso? ¿Qué chica?-preguntó mi madre escéptica asomándose desde la cocina al pasillo, a solo unos pasos de las entrada. Me miraba con la boca abierta, con una mezcla de sorpresa, alegría y cariño. Decidí tomarle el pelo.

-Tienes que conocerla, mamá-Le dije a la vez que extendía la mano derecha hacia un cuenco de cerámica. Estaba sobre un aparador junto al perchero, en el lado izquierdo a la puerta de entrada. Sonó el repique del acero inoxidable de las distintas llaves que había, antes de coger mi llavero.

Vítor emitió una tosecilla repetidas veces fingiendo aclararse la garganta.

-¿Sí? ¿Quién es?-Sonrió ampliamente pero luego su sonrisa se apagó de golpe-. ¿No la conozco?-Frunció el ceño y me miraba con pesar. Me pregunté por un momento en quién demonios estaba pensando, pero decidí que no me importaba. 

Prohibidos: Esclavos del tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora