Caminaba por las calles de Washington lentamente para llegar a la Universidad. Tenía que llegar antes de las 10:00am porque, si no, no podría desayunar ahí.
Hoy era sábado, un día al que no tengo por qué asistir a clases. Pero da la casualidad que me llamaron cuando me levanté, para ir a entregar unos papeles.
Seguramente no podré ir al gimnasio hoy, porque después de ir a la gran Universidad Central de Washington D.C, iría donde mi loca madre. Estaba molesta conmigo por dejarla sola en el hospital.
Pero, en mi defensa, ayer tuve un día muy largo. Me estaba cansando de ser siempre la niña a la que todo el mundo señalaba, a la que su madre no la deja dormir en su casa porque teme que le pase algo. Y todo por un estúpido viernes por la noche en el que decidí ser niñera.
El mes que viene cumpliré 22 años.... Y mamá no deja de repetirlo, como si ese espantoso día fuera algo bueno. Algo para tomar fotos, celebrar y todo eso que hacen.
No sé desde hace cuánto me volví tan arisca y tan molesta. Pero ahora, no hay nadie que cambie mi manera de ver el mundo.
Cuando llegué a la presunta Universidad, entré con mi pase de estudiante y me dirigí lo más rápido que pude a la secretaría. Al entrar vi a una mujer de unos treinta y tantos años, escribiendo cosas en la computadora.
Era una mujer que detestaba a la juventud, se creía que era tan madura como para tratar mal a cualquier adolescente que se le cruzara. Y aunque la mayoría de los que estudiaban aquí no eran adolescentes, ella los veía igual.
Su nombre era Nancy, era la mujer más detestada de aquí. Pero, sin embargo, a mí me agradaba.
-Nancy. -la saludé acercándome a su escritorio.
Ella elevó su mirada hacia mi e hizo una mueca de desagrado.
-¿April? ¿Qué rayos haces aquí? -preguntó ella.
-Quise venir a saludar.
Puso su común cara de sarcasmo e irritación y reí ante esa acción.
Me encantan sus caras.
-Me llamaron para decirme que entregara estos papeles. -le digo plantando los papeles delante de ella.
-Te puedes ir. - dice mientras guardaba los papeles.
Yo le sonreí y salí de ahí. Me dirigí al comedor para comer, ya que estaba a tiempo todavía.
Había varios chicos desayunando aquí. Que, aunque yo no estudiara los fines de semana, algunos sí lo hacían, y en vez de estar cinco horas todas las mañanas. Estaban nueve horas los fines de semana.
Nancy me recordaba a mí misma, yo era de esas chicas que no les gustaban las bandas que estaban de moda como One Direction, o a ese chico que todas quieren. Justin Bieber, no me parecía en absoluto lindo.
Si admitía que sus canciones eran movidas, y buenas para bailar. Al igual que esas bandas, One Republic, 5 Seconds of Summer, One Direction, R5 y todas las demás. No me malinterpreten, respeto a las fans de ellos.
Pero no es lo mío.
Tampoco me gustaba la metálica. Era algo que me aturdía, el Rock y todos sus derivados. En realidad, y siendo totalmente sincera, no sé qué es lo que me gusta.
Puedo escuchar todo lo que ya nombré, y seguiría sin llenarme por completo. Quién sabe si me gusta un género de música aún no creado. Desde pequeña, solía ponerme tacones y fingir que era una súper estrella.
Cantaba los discos de papá, los viejos. Esa sí era música que me inspiraba, pero ahora, la escucho y me preguntó... ¿por qué me emocionaba tanto?
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La Aventura de la vida.
Ficção AdolescenteApril tiene depresión, no confía fácilmente en nadie, no se atreve a vivir fuera del límite. Se ha convertido en una persona solitaria, incapaz de pensar por sí misma. Cumple su rutina y no sale de ella. Desde ese momento.... Finn llega a su vida p...