Varias semanas más tarde, Fanny por fin volvió a su casa.
Estaba recuperándose de la mejor manera, Ana la cuidaba y se encargaba de agradecer lo que hizo.
Fernando trabajaba por Ana, ella lo prefirió así, pero lo ayudaba desde la casa.
No lo veían durante la mayor parte del día, pero por la tarde disfrutaban de su compañía todos sus hijos.
Luego de que Fanny quedara recuperada, comenzó con unas clases particulares en su casa, luego volvería a la escuela para seguir con sus estudios.
•
Una mañana como de costumbre, Ana se fue a su pequeño estudio aún con pijama con el cabello agarrado a una pinza y unos anteojos que solía utilizar para leer.
Se puso a trabajar unos minutos después.
Segundos después alguien tocó la puerta, ella accedió y no quiso levantar la mirada.
— Buenos días.— ahí levanto la vista y se encontró con los ojos color miel que siempre la hipnotizan.
Retuvo la respiración y evitó quitar la mirada de ellos.
— Hola Fer.
— Te traje el desayuno.— levantó un poco la charola que estaba en sus manos, ella por fin quito los ojos de el y vio el desayuno.
Ana se levanto de la silla y se acercó con el.
— Gracias Fer, pero no tengo apetito.
— Entonces, no me iré hasta que vea que usted ya desayuno.— Fernando dejó la charola en sus piernas después de que se sentó al frente del escritorio de Ana.
Ana se sentó en la otra silla y suspiro.
— No tengo hambre. De verdad gracias.
El simplemente se quedo mirándola fijamente.
Ella hizo lo mismo.
— Es que esos ojos no me dicen lo mismo. Te ves preciosa con anteojos— habló casi en un susurro.
— ¿También te han dicho que tú eres precioso como sea?— habló ella sin pensar.
Él sintió que su cuerpo vibro, e instantáneamente se levanto de su lugar, quedando de cuclillas frente a Ana, cerca, muy cerca de su rostro.
— Algo así.— segundos después la tomo de las mejillas.
— Bésame.
— Con gusto.— acercó su boca a la de ella e instantáneamente comenzaron los besos que tanto se habían guardado ambos.
La intensidad subió un poco, quedando Fernando rodeando la cintura con una mano y con la otra acariciando la mejilla de Ana. Ella enredaba sus manos en el cabello de Fer.
— Wo, wo, wo, wo.— se escuchó al fondo la voz de Diego—. Eh llegado en un mal momento, luego regreso.—
— ¡No Diego! Regresa, discúlpanos.— habló Fernando luego de levantarse de donde estaba.
ESTÁS LEYENDO
¿Y tú?, ¿Me amas?
Romance- ¿En verdad crees que te ama? -Claro que si... -¡Veámoslo!.