CAPÍTULO 19

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CHRISTOPHER















Ahora mismo me encuentro atrapado en el horrible tráfico de Manhattan, ni siquiera la reconfortante caricia del viento que se cuela por la ventanilla de mi auto, logra ayudarme a sentirme menos tenso. Estoy empezando a volverme loco por el estrés, ya llevo casi una hora atorado aquí, la hilera de autos no se ha movido ni un jodido centímetro, estoy comenzando a desesperar.

¿Pero qué mierda estará ocurriendo ahí?

Maldigo en mis adentros una y otra vez, ya siendo preso de la frustración. Mis ojos barren con impaciencia a todo mi alrededor donde sólo encuentro a otras miradas llenas del mismo enojo que el mío. Escucho también las bocinas resonar de los autos de los otros mortales desesperados, quiénes ahora protestan desde ellos para que nos den paso y también soy capaz de oír un gran barullo, a unos cuántos metros más adelante de donde yo estoy. Parece que se tratan de las alarmas de algunas ambulancias y patrullas.

Suspiro, mis manos se sujetan con fuerza sobre el volante. Es el colmo que haya acabado atorado aquí. Si no se mueven pronto, llegaré tarde, por esto mismo odio la ciudad, el caos siempre la invade, pero no me quedó de otra este día, pues tenía que venir por algunas cosas que necesitaba Annie.

Recargo mi mejilla encima de mi mano, mientras trato de no perderme más en la desesperación. Ruedo los ojos al escuchar reprochar a las otras personas desde sus autos. No dejan de decir obscenidades y creo que también ya están por pelearse dos hombres allá afuera.

Mi atención vuelve a ser atraída por los hombres que previamente se estaban amenazando con palabras, los dos ya salieron de sus autos y cada uno se está poniendo en guardia, pero el espectáculo es interrumpido, antes de empezar, cuando llegan dos oficiales de tránsito.

Me sorprende ver cómo el estrés puede ser capaz de descontrolar a las personas de esa manera. No lo niego, yo también estoy empezando a perderlo por lo mismo, pues le prometí a Constans que estaría en casa cuando ella saliera de clases. Dijo que me visitaría hoy, después de salir del instituto. De seguro ya ha de estar en camino. Si este maldito tráfico no se mueve ahora... perderé esa cita con ella y con Josh, ya que me pidió que él también estuviera, aunque sigo sin comprender el porqué y para qué quiso incluirlo, pero me siento ridículamente eufórico por verla de nuevo.

Respecto a lo que sucedió ayer con Roy... aun no tengo noticias de él, aunque en parte... prefiero no saber. Todo esto me tiene aterrizando. La única excusa que se me ocurrió para decirle a mi abuela del porqué de mi suspensión, fue porque me había entrometido en una pelea en donde estaba Edward y el primo de Rebeca, y que por eso tuve problemas en la dirección. Corrí con la suerte de que la prefecta no haya llamado para comunicarle lo ocurrido. Sí, le volví a ocultar la verdad, pero no quería alterarla y menos provocarle un disgusto si le decía lo que realmente había pasado.

No me hubiese creído si le hubiese dicho lo que en realidad pasó de todos modos...

Me sorprendió demasiado que no se haya tomado tan enserio lo de la suspensión. Creí que me daría un castigo por ello pero últimamente ha estado tan distraída con los asuntos de su negocio, que ya ni siquiera nota mis rarezas, lo cual agradezco, porque tampoco se ha dado cuenta de mis últimos desvelos. Desgraciadamente... ahora ya no puedo conciliar el sueño. Ni por las noches ni por las tardes. He vuelto con el insomnio y sigo sin comprender el porqué. No sé si se deba a esta intranquilidad que siento últimamente y es que han pasado tantas cosas dentro de estos tres últimos meses... Por ejemplo: con lo del incendio en el bosque, con lo que pasó con el señor James, con Beca y con su accidente, con Constans y sus cambios de humor, o conmigo y mis extraños cambios...

✔️ LA LUZ DE LAMIA  (Completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora