Capítulo 2 💋

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Cuando llegamos a la estación de autobuses me despedí de mis padres aunque aún estaba un poco enfadada.

Me senté al final del bus en uno de los cinco asientos. Todo estaba lleno y solo quedaban dos sitios, el mio y otro.

Me estaba acomandando cuando oí una dulce voz.

-Hola ¿está ocupado?- me preguntó muy amablemente una chica rubia de ojos azules.
-No.-dije mientras apartaba mis cosas.
-Soy Sara por cierto.- dijo mientras me extendía la mano.
-Yo Paula. -y la correspondí.

Estuvimos todo el rato hablando, nos empezamos a llevar super bien.

Dos horas más tarde paramos en una gasolinera y Sara y yo fuimos a la tienda a comprarnos algo para picar.

En la cola estábamos nosotras y dos chicos más, muy guapos por cierto quienes no paraban de mirarnos de arriba abajo.

-Idiota.- solté y puse los ojos en blanco.
-Bueeno.-dijo uno de los chicos mientras se reía.

No veía la gracia. Vaya pervertidos.

3 horas más tarde llegamos al dichoso campamento.

-Buenas tarde. -dijo el director y empecé a imitarle. Sara simplemente se reía. -En esta chapa tenéis en número de vuestra cabaña. Algunas son de dos otras de cuatro. Colocar vuestras cosas y nos vemos esta noche en la fogata.

19. Ese era el número de mi cabaña.

-Paula, Paula ¿Qué número tienes? -me preguntó Sara.
-19 ¿y tú?.
-El mismo. -rió. -Que bien nos lo vamos a pasar juntas.
Y nos empezamos a reír las dos.

En verdad me alegraba de estar con ella es a la única que conocía.

Nuestra cabaña era de dos. Era super grande. Tenía dos pisos. En la planta principal se encontraba la cocina un aseo y el salón. Y en la planta superior las dos habitaciones y un baño.

Cuando terminé de ver la cabaña abrí todas las ventanas para que se airease un poco y Sara y yo empezamos a colocar las cosas.

Estuvimos hablando y escuchando música durante una hora hasta que decidimos arreglarnos para la fogata.

Me quité toda la ropa y me quedé en ropa interior cuando de repente noto que aparece un papelito encima de mi cama. Empecé a mirar hacia los lados, no sabía como había llegado hasta aqui. Asi que lo abrí.

"Bonitas bragas idiota."

Me quedé en blanco durante un instante. No entendía nada. Poco después reaccioné y me di cuenta de que tenía la ventana abierta. Asi que me giré lo más rápido que pude y corrí las cortinas.

Allí estaba el chico de la gasolinera. El que no paraba de mirarme.

Se estaba riendo.

Dios que vergüenza. La cabaña de al lado era de los chicos y no estaba ni a cinco metros.

Me vestí y me fui corriendo hacia donde estaba Sara. Se lo conté y tuvo la brillante idea de ir a saludarles.

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