Capítulo UNO..

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     Algunas situaciones y los personajes corresponden a Mizuki e Igarashi. Yo solo me inspire un poco para traerles este lindo minific.
Los sueños que nos unen.

                          1914

Ella corría a través de unas escaleras, no sabía porque lloraba, se sentía desconsolada. Sólo quería salir de aquel lugar, ya que se asfixiaba con su mismo llanto. En eso sintió que unas manos se entrelazaban a su cintura abrazándola muy fuerte como si no quisiera desprenderse, escucho una voz que le decía: — Candy quisiera que el tiempo se detenga y no separarnos más.— <El chico que me ama, ¡ separarnos así!> en eso sintió unas lágrimas en su cuello. < Candy prometerme que seras feliz?>. —Tú también Terry.
Y caminaba mientras el frío viento y la nieve golpeaban su rostro, pero ella no lo sentía.

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— Candice, Candice despierta, otra vez estás muy intranquila y tienes todo tu rostro mojado por las lágrimas. — Definitivamente ya no puedes vivir así tienes que ir con un psicólogo para que te ayude con eso. 
— Sí Annie tienes razón.
— Bueno Candice ¿ Y que soñabas?
— Ya lo sabes Annie lo mismo de siempre. Ese chico que me inquieta mucho. Es la voz más linda que he escuchado. Comenzó a reír y dice: bueno soñado.
— Annie la acaricia y las dos sonríen.

                    1912—1913

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                    1912—1913

Que fría noche la neblina nubla mí vista, no puedo seguir así decía el chico que sentía como sí el mar lo llamara. — No, no puedo vivir así en un lugar donde nadie me quiere, ¿ Porque Dios me mandaste estos padres? Si no me aceptan para todos soy un estorbo. Estaba el tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta de la persona que lo veía y lo comparaba con otro.
En eso el muchacho escucho un leve ruido pero no alcanzaba a distinguir de quien se trataba y simplemente pregunto: ¿ Hay alguien ahí? — de inmediato la chica voltea y le dice:— Disculpa no quería incomodarte. Me parecía que estabas llorando. Él muchacho soltó tremenda carcajada mientras decía: llorando yo, no me hagas reír pecosa. Lamento decirte pequeña pero realmente eres muy pecosa. — ¿ Pecosa yo? Buenos pues a mí me gustan las pecas. — No me digas que también estás muy contenta con tu naricita. — Srita Candy ¿ Esta usted ahí? — Bueno me voy, adiós pecosa. El muchacho se alejo con una enorme sonrisa y todo lo que sentía se le olvido.

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