🔰VII🔰

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Y las cosas, definitivamente no iba a mejorar. Al menos no en algo de tiempo.

Y en menos de unas dos semanas, Magnus Bane próximamente Lightwood, tuvo su primera recaída.

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Hubo un tiempo en la que estuvieron separados. Un año y un par de meses de relación, meses maravillosos e inolvidables destruidos de golpe por la estupidez que le agarro que solo Alexander Lightwood posee. Estupidez que involucraba a Camille Bellcourt. Tras solo ir a una conversación que en un principio no debía de haber aceptado, y que la mujer le tendría una trampa.

Besando sus labios que solo amaban a Magnus, mandando fotos que Camille capturo al loft que en ese entonces compartía con Magnus.

Y para cuando llego a toda prisa a explicarle a Magnus y decirle todo sin saber de las fotos, supo que era demasiado tarde. Sus cosas estaban fuera del loft junto a una carta que lo termino por romper.

«No puedo creer que te hayas ido con ella, se que no lo hiciste con intención. Pero el simple echo de que por solo un segundo, un pequeño segundo le correspondiste solo me hizo dudar del amor que dices tenerme.

Y creeme cuando te digo que no dude nunca de ello hasta ahora. Lo siento, pero necesito tiempo lejos de ti. Procesar todo. Ver si puedo perdonarte... Y sobre todo, ver si aún con esto, te sigo amando.

Magnus B.»

Alexander solo se dio cuenta de que lloraba cuando una gruesa gota de agua salada tocó el papel, difuminando la impecable pero temblorosa caligrafía de Magnus. La hoja no lo boto, solo la doblo y lo metió en su bolsillo; se acerco a la puerta y podía jurar sentir a Magnus al otro lado. Podía jurar que le dolía tanto como a él. Las lágrimas silenciosas caer por sus mejillas pálidas que esa misma mañana habían sido besados y acariciados por su amado, poner una mano sobre la superficie plana de madera que era la puerta de, aún, su hogar. Su frente recargado en ella mientras respiraba pesado.

¿Mags? ¿Amor? —. No recibió respuesta —. Amor, se que estas allí, no pediré que me abras la puerta, lo entiendo, entiendo también que necesites tiempo y te daré el que sea necesario —. Guardo silencio —. Tú muy bien sabes lo manipuladora que es Camille. Mags, me lo advertiste... Me dijiste que no confiara en ella y eso hice. Hice exactamente lo que sabia que te lastimaría. Pero me dijo que sabía algo de ti, y tú conoces todo de mi, Magnus —. Se mordió el labio intentando retener un sollozo —. Ella fue quien me beso, se que crees que no es cierto. Pero también crees y ten la certeza de ello, que al quien yo adoro besar y tocar es solamente a ti. A nadie más Magnus —. Alec escucho un sollozo y deseo tenerlo en sus brazos, estrecharlo y pedir perdón —. A nadie más... Te amo Magnus.

Después de eso, Alec tomo sus pocas pertenencias, vio a Presidente y sus verdosos ojos mirarlo desde la ventana del pasillo al final del loft, una mirada de pena que para Alexander reflejaba el dolor de su dueño.

Fueron dos meses. Dos meses de calvario en la que Alexander se había concentrado de lleno en ayudar a su padre en la carrera de abogado que tenía. Viajando con con él a diferentes lugares. Pero fueron dos meses, meses en las que no noto el tiempo pasar, y el calvario de estar lejos de Magnus, había terminado.

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Sus recuerdos fueron interrumpidos de forma abrupta, después de que un pitido había sonado muy agudo para sus oídos pero tanta costumbre para Gray. Tessa soltó su brazo rápido pero delicado, a la vez que una enfermera se acercaba a la puerta con cara de pánico. Alexander sintió su estomago retorcerse.

—Doctora Gray, habitación 278 de cuidados intensivos. Alerta roja en quirófano —. Tessa asintió firme.

—¿Que pasa? —. Alexander no escuchaba su propia voz, lo sentía lejano mientras su corazón bombeaba rápidamente.

Tessa se acerco a él, poniéndose el estetoscopio alrededor del cuello y darle una mirada tranquilizadora. Pero sus ojos grisáceos estaban alarmados.

—Magnus tuvo una recaída.

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-Allex-

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