Capítulo 32: Un lobo no será un zorro, pero puede ser igual de astuto (Parte 2)

14 5 12
                                    

♦ ♦Capítulo 32 ♦ ♦

UN LOBO NO SERÁ UN ZORRO, PERO PUEDE SER IGUAL DE ASTUTO

Parte 2


Me llevó al menos veinte minutos encontrar un guardia que pudiera indicarme dónde se encontraba mi habitación, porque "si no voy a encontrar a mis compañeros, al menos quiero dormir esta noche en una cama cómoda".

Si bien no sabía cómo guiarme por el castillo, conocía a la perfección un hecho de importancia incalculable: mi habitación se encontraba muy cerca de la del rey. O al menos eso supuse, teniendo en cuenta que no le gustaría perderme de vista ni un momento.

Tres puertas después, había logrado dar con la habitación del soberano. Me pareció extraño que los guardias no guardaran su alcoba. Algo así nunca sucedería en el palacio de Kvarts. Sin embargo, en aquellos momentos mi mente estaba ocupada con otros asuntos.

—Tal y como yo suponía...—susurré en la oscuridad, sonriendo con malicia.

Las antorchas se prendieron al percibir movimiento en la habitación.

Y empezó la diversión.

—Ellos en el bosque para la celebración del siglo, y sin saber que la fiesta continúa en el castillo—reí sin poder evitarlo.

Cogí el cuchillo guardado en mi bota, y comencé a canturrear mientras me acercaba a los cojines. Me subí de un salto a la cama. Sujetando el cuchillo con mi mano derecha y con una alegría inexplicable, rasgué el cojín. Observé con desbordante satisfacción cómo las plumas blancas de este contrastaban con el rojo sangre de la colcha, y repetí el mismo proceso con los restantes. Rasgando y cortando la tela, viendo como el suave interior se escurría entre mis manos y desaparecía junto a los restos esparcidos por la cama.

Con las montañas de suaves y blancas plumas, me entretuve colocando un bonito mensaje sobre la cama, y a continuación bajé de esta, dejando tras mí un rastro vaporoso que indicaba mi dirección.

Al girarme, mis ojos se toparon con unas cortinas que tapaban por completo los enormes ventanales, junto a las vistas a los jardines del castillo. Estas parecían un enorme telón, y yo bien sabía que cuando el telón caía, el teatro debía comenzar.

Como si fuera un gato rabioso, las rasgué de arriba abajo entre movimientos cada vez más rápidos y violentos, sin control alguno de la situación. Tenía tanta rabia contenida, tantos secretos que había debido de guardar desde aquella cita en el bosque... Necesitaba explotar. Pero explotar de verdad, no en una estúpida discusión.

Estaba cansada de palabras.

Quería actos, quería verdades como puños, quería saber cuál era la razón por la cual debía confiar en ellos.

¡Quería realmente perder el control! ¡¿Drell siempre decía que no era más que una loba atrapada en un cuerpo humano, cierto?! ¡Pues allí iba a tener su animal salvaje!

Casi me corto con el cuchillo al hacer trizas las cortinas. Las tiré al suelo y las pisoteé, mientras con mis manos tiraba de las restantes, arrancando todo lo que podía, y las rasgaba con mis propias manos ahora resguardadas por mis garras de lobo.

Llevé las manos a la cara, y rozando con los dedos mis orejas lobunas de suave pelaje, aparté los mechones que me impedían ver con claridad, aunque pronto la vista se me nubló por las lágrimas contenidas. Me mordí el labio inferior, alcé la cabeza y caminé por la estancia, con intención de encontrar mi siguiente objetivo.

Procedí a abrir el armario con tanta fuerza que por poco caigo hacia atrás, y me encontré con un interior repleto de lujosas prendas que solamente un rey se podría permitir. Sonreí inconscientemente. A Dagnýn y a Sidste les hubiera encantado. Tenían tanto brillo y parecían tan elegantes y costosas, tan adecuadas para bailes estúpidos con toda la nobleza... Lástima, porque las rompí, rasgué y corté, haciendo que cayeran al suelo y se mezclaran con los restos de las cortinas. De una patada alejé el montón de tela destrozada, y me adentré aún más en la estancia.

Captura a la reina #WeareWorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora