Un mundo nuevo.

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Mi nombres es Michela, tengo 22 años, acabo de llegar de Atacames tratando de salvarme a mí misma de una depresión inevitable, este mundo es nuevo para mí, ¿vivir con mamá? Hace seis años que no vivo con ella, parece una extraña para mí, estoy más rebelde que nunca... Odio las órdenes, llevo años haciendo lo que la gente me dice. ¡No puedo más! Me grita mi interior, ¿cuándo seré libre? NUNCA me respondo a mí misma.

A penas ingreso a la casa de mamá todo parece tranquilo, me recibe feliz pero su esposo me pone mala cara, es obvio. Desde que mi madre nos abandonó por él no nos hemos llevado bien, estoy feliz de ver a mis hermanos, Paola y Sander, son los menores, aún no recuerdo porqué nos separamos tanto, en fin, ya estamos juntos.

-Te gustó mucho Atacames al parecer.

Me dice Paola.

-En realidad es aburrido.

Mi mente recuerda todo lo malo que conocí... Robo, drogas, alcohol, etc. No sabía qué era el mundo hasta que me fui con Rafael, mi primo, a Atacames. Según mi madre eso me ayudaría y... pues si, me ayudó a conocer cosas que... no conocía.

-Mi papi llamó, dice que si vas a ir a la iglesia.

A la iglesia... Ya no me sentía bien... Me perdí en aquel lugar donde tantas veces fui feliz, era cristiana. Si, eso era.

-No.

-Oye, algo cambió en ti.

-¿Porqué lo dices?

-Antes te enojabas conmigo por no creer en Dios, ya cuéntame qué te pasa, en serio estás cambiada.

-Creo en Dios, Paola.

-¿Entonces?

-Es sólo que me cansé de los prejuicios de la gente.

-¿Lo dices por lo que hablaron de ti?

Sufrí por esos comentarios tontos, me sentía sola, desprotegida. La mirada de mi padre en aquel entonces me bastó para quebrarme.

-No, es sólo que siento que he pecado demasiado y siento vergüenza.

Digo en tono sarcástico.

-Ah... ¿No será porque ahora usas pantalón, maquillaje y pintaste tu cabello?

Si, mi apariencia ha cambiado bastante, ni yo me reconozco.

-¿Te dije que he pecado no?

-¿Y que tal se siente el pecado hermanita?

«Nada bien»

-No fastidies Paola, estoy cansada, ¿si?

-Hey tranquila, parece que no se te puede decir nada.

-Gracias.

Sale de mi cuarto, Paola ha sido la más fuerte de todos, después de lo ocasionado en el hospital se quebró, siempre evitamos el tema.

Acostada anhelo días mejores, tranquilos, o al menos... eso esperaba.

Corro, no sé porqué, corro aún más desesperada. La oscuridad me quiere alcanzar y sólo corro, empiezo a sollozar entre los pajales, me alcanza y... escucho la voz de mi padre diciendo.

¡Arrastrada has de volver!

-¡NO!

Y despierto en medio de la oscuridad, no sé en dónde estoy, oh... ya recuerdo, en casa de mi madre. No pude dormir, sólo lloraba al recordar aquellas palabras tan duras que había escupido el amor de mi vida... Mi padre.

Me enamoré de quien no debía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora