Under Darkness (🌠 Concurso de oneshots 🌠 1000 estrellas) [ONE SHOT]

No Name

¿Acaso soy un mal tipo? La respuesta es un rotundo sí. ¿Me arrepiento de ello? Por mal que suene, no realmente. Tal vez sea mezquino y un maldito, pero, ¿qué puedo hacer? No es como si pudiera levantarme una mañana y decirme "oye, olvídalo, no seas un bastardo. Déjalo ya antes de que las cosas terminen mal". Controlar y deshacerme de mis sentimientos no era algo que se pudiera hacer con gran facilidad mucho menos cuando lo que siento es tan fuerte y poderoso que parece que en cualquier momento fuera a aplastarme.

Por supuesto que me siento culpable, no soy un completo inhumano, pretendía lastimar a un gran amigo si alguna vez rebelaba este enorme secreto que he cargado por demasiado tiempo, sin embargo, saber eso no evitaba que las cosas cambiaran, sino que, por el contrario, cada día mis sentimientos vayan en aumento haciéndome querer morir en ocasiones por ser como soy. Verlo una y otra vez me rompe el corazón, a veces me pregunto cada vez que me veo al espejo qué rayos estoy haciendo y cómo puedo mantener esa sonrisa hipócrita en mis labios...

Apartando sus marrones ojos del papel donde escribía, Kim Jong In buscó el cielo con la mirada a través de la ventana. La oscuridad de la noche ya había tragado el cielo completamente, algunas estrellas brillaban tenuemente, aunque no lo suficiente para destacar, esa era una de las cosas más tristes en Corea que el cielo no podía apreciarse lo suficientemente bien. Se podía apreciar ligeramente los tonos negros uno más oscuro que el anterior manchando las pocas nubes que se paseaban al vaivén del viento suave. A pesar de que aún era temprano aquella noche no estaba realmente hecha para dormir, los pensamientos que asaltaban su cabeza igual que pelotas no lo dejaban en paz; por más que lo intentase no lograría conciliar el sueño, quizá se debía a que su turbia conciencia estaba pasándole factura.

La paz era algo que había dejado de tener hace dos semanas.

Kim Jong In y Park Chan Yeol eran amigos inseparables, se habían criado juntos en la misma pequeña ciudad, desde que eran niños habían estado juntos compartiéndolo todo tanto alegrías como dolores. La familia de Jong In se mudó a esa ciudad y su madre se hizo bastante cercana a la madre de Chan Yeol lo que facilitó aquel lazo entre ambos chicos. Después de terminar la secundaria Chan Yeol se fue a Seúl a comenzar sus estudios universitarios gracias a la ayuda de sus padres, no eran ricos, pero definitivamente tenían más dinero que su familia; la distancia y el tiempo parecían sus peores enemigos, pero ellos se las arreglaron para continuar las cosas como si nada. Hablaban bastante cada día, estaban pendientes el uno del otro, después de todo la tecnología era lo bastante avanzada para permitirles eso.

Pasaron bastantes meses lejos el uno del otro, Jong In continuó la universidad en aquella localidad sin problemas; era un buen alumno, no el más destacado, lo suficiente para ser considerado uno de los mejores. Todo iba bien hasta que hacía un par de semanas Chan Yeol regresó de manera sorpresiva por sus vacaciones en la universidad pues no había aguantado un segundo más para poder estar de nuevo en casa. Jong In podía recordar con gran claridad ese día cuando su mejor amigo apareció ante su puerta con otro chico a su lado, quien a pesar de verse tan serio tenía un par de ojos brillantes y hermosos...

"—Este es mi novio Kyung Soo", dijo su amigo con gran orgullo tiñendo su voz mientras lo presentaba como el gran amigo del que tanto le había hablado.

Hasta ese momento, Kai había pensado que eso que llamaban "amor a primera vista" eso que solo parecía existir en las películas, telenovelas y libros donde con un solo vistazo el mundo se estremecía ante sus pies y viese el mundo con un brillo inigualable y brillantes colores... Así fue precisamente como se sintió al momento en que el novio de su amigo pronunciaba "—un gusto conocerte, Jong In" con aquella carnosa boca que deseó probar. Nunca antes se había sentido tan emocionado de que alguien pronunciase su nombre, probablemente era una locura. Los impulsos lo estaban convirtiendo sin darse cuenta y sin quererlo (al menos conscientemente), en un prisionero eterno en una cárcel creado por su propia mente de donde no podía escapar tan pronto como se perdió en aquellos ojos marrones que le miraban de una manera que no pudo describir.