Mi cabeza reposa sobre la mesa. Ya no puedo más.
" Oh, vamos, Joy, es el primer día"
Cállate. Chitón. Mutis. No me hables. Estoy tan bien así que podría acostumbrarme.
Cuando era pequeña siempre me ponía así cuando en casa habían invitados y estábamos en la mesa, después de cenar- o comer- mis padres y sus amigos empezaban una charla que se alargaba siempre hasta más de media noche. Yo odiaba estarme quieta por tanto tiempo, era como un nervio, mi madre me obligaba a no moverme del comedor y yo siempre acababa con la cabeza sobre los brazos, durmiéndome.
Podéis decir que estoy loca. Venga, Joy está loca. Habla sola con sus pensamientos. Pff. Pero esto és muy usual. Conmigo sí. Bueno, sé que no soy la única. Todos lo hacemos, estoy segurísima. No es de locos ¿entendéis?
Se nota que necesito más horas abrazar a mi cama porqué ya estoy siendo paranoica. Tantas horas de clase y me quiero ir ya a casa. Esto es la cárcel para adolescentes.
"Ésta es la primera hora, solo llevas UNA"
Vale.
Odio el instituto.
El timbre suena, anunciando que ya ha terminado esta clase y dando paso a la segunda. Super guay. Una menos. Me pongo la mochila sobre el hombro, la misma que no he abierto en toda la hora porqué estaba demasiada ocupada pensando en mi hermano. Y durmiendo.
Lo voy a matar.
Lenta i dolorosamente. Por favor, no llaméis a la policía.
Salgo de la clase de biología arrastrando los pies mientras araño la goma de las zapatillas. Necesito otras, estas están echas polvo.
Me planto delante de mi taquilla y a continuación extraigo todos los libros de dentro de la mochila, quedándome con el de historia y dejando todo el resto dentro del casillero. Si vendiera los libros tendría... No, borrad eso. No vendería ningún libro, ni anunciándolos por eBay.
Mis hombros y brazos duelen, la cabeza me pesa y las piernas me flaquean. Los párpados se me van cerrando como persianas pero yo los obligo a mantenerse abiertos. Alerta. Un peso en mi hombro izquierdo me hace girar todo mi adolorido cuerpo, haciéndole a la persona delante de mi la mueca de "no me hables, no me mires, no me toques". La mayoría de veces funciona. Pero con Jane Dawson no. ¡La alegre Jane Dawson!
Si me pusiera ropa negra y unas gafas de sol también negras a lo David Hasselhoff seguro que intimidaría.
- Vaya, chica, parece que te hubieran metido un palo por el trasero- Se ríe y yo en respuesta gruño. Inmediatamente se pone seria.- O algo peor.
Bufo.
- Ja-ja-ja, me parto. No, no fue nada de eso.- Cierro los ojos y me paso las manos por la cara.- Wyatt ayer por la noche no paraba de molestarme, entrando y saliendo de mi habitación. Hoy me vengaré de él, y no seré buena, créeme. Esta noche he tenido que recurrir a la escoba - Junto mis manos, las froto y río para enfatizar más el comentario.
Wyatt, mi hermano pequeño. Tiene diez años y está en esa edad de "le quiero tocar los c*****s a todo el mundo".
Más específicamente, a mi.
Jane me mira horrorizada y con precaución. Como si yo fuese la mismíssima Carrie.
- Madre mía, recuérdame que nunca te haga enfadar- Luego pega un bote que me hace dar un paso hacía atrás. Su efusividad me da más miedo de lo qué yo le pueda hacer a Wyatt. Y su bipolaridad también.- Ben Kendrich me ha hablado. ¡Me ha pedido el número y me ha dicho si quería salir en una cita con él!
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Buscando En Las Estrellas.
Teen FictionWyatt no siempre fue un chico complicado, ni negativo, ni cerrado en si mismo. Su madre desapareció, los abandonó a su suerte, a su padre y a él. A partir de entonces todo cambió; las sonrisas desaparecieron, la alegría se apagó, la relación padre-h...