XVIII

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Los cuatro deseaban regresar en tiempo, retroceder hasta llegar el momento en que vieron por primera vez al joven, guapo y rubio empresario para así poder alejarse de él.

Ninguno le echaba la culpa a ese hombre, tan solo sus vidas habían cambiado desde que lo conocieron y para ser sinceros, nada bueno salió de aquello.

Todo estaba saliendo mal para los cuatro chicos, inclusive para Oh Sehun.

Las cosas no estaban saliendo como habían sido planeadas en un principio, todo estaba hecho un caos y tan solo por haberse metido con el hombre equivocado.

De alguna u otra forma todo volvería a la normalidad, no sin antes causar un gran dolor para poder sanar aquellos corazones hundidos en el dolor.

















—¡Mira Kyungsoo-hyung! —mencionó el castaño con una sonrisa— Compre esto en una pequeña tienda porque me recordó a ti... ¿No te parece adorable?

Tan solo habían pasado dos días desde aquella noticia tan intensa para los jóvenes que sentían como si el mundo se hubiese detenido.

El mayor no se encontraba en buen estado, sus grandes ojeras y los llantos que se podían escuchar cada noche eran clara prueba de aquello.

Parecía imposible, aún así Luhan buscaba cualquier manera de poder sacarle aunque sea una pequeña sonrisa al pelirrojo. Detalles como dulces, peluches e incluso artesanía, eran llevados por el menor para el más grande.

Debía ser difícil estar en aquella situación, con el futuro de un matrimonio incierto y con el ser que uno más amaba postrado temporalmente a una cama y con la culpa carcomiendo.

KyungSoo ante sus ojos era alguien fuerte, que no se rendía fácil y que daba todo de si para poder lograr lo que quería, es por eso que lo admiraba y, aunque no se conocieran del todo, lo consideraba un modelo a seguir.

¿Quién es su situación sonreía de aquella manera?

—Yah, Luhan. Respeta a tus mayores mocoso. —respondió con voz cansada— ¿De verdad crees que tengo aspecto de pingüino? —preguntó con la vista baja, acariciando el pequeño peluche.

—¡Claro que si, hyung! —al sentir las miradas sobre si, decidió bajar el volumen de su voz— Deberías mirar tus ojos y la forma en la que caminas. Es increíble. Incluso cuando te enojas pareces uno ¡Y cuando comes!

El castaño no sabía si había dicho algo que no debía o si había ofendido al mayor, tan solo es consiente de como el par de ojos contrarío comienzan a aguarse y un llamado silencioso se hace presente.

«No sirves para nada, Luhan.» le gritó su mente al instante en que su hyung se aislaba de todos y se abrazaba las rodillas en uno de los vacíos asientos del hospital.

—N-No te preocupes Han, tan solo... tan solo recordé cosas. —dijo con una sonrisa melancólica, ya mas calmado— Durante mis primeros años de noviazgo con JongIn, el solía regalarme peluches de pingüinos, según él...—tomó una gran bocanada de aire y espero a que el temblor de su cuerpo se detuviera—, según él yo era un lindo pingüino por mis ojos y mi forma adorable pero sigilosa de ser ¿Puedes creerlo? Durante esos tiempos lo encontraba humillante, incluso ridículo... —empezó a reír con la vista gacha, recordando aquellos tiempos en donde el futuro no tenía importancia y tan solo vivían el momento— Ahora lo que más deseo es escucharlo decirme sus cursilerías, sus empalagosos apodos. —quería ser fuerte, dejar de llorar y sonreír para así darse ánimos a si mismo, pero con tantos recuerdos, por todo el dolor de su corazón y las increíbles ganas de tan solo acabar con todo, se le hacía imposible no derramar lagrimas de angustia, desesperación y dolor— Daría todo de mi por volver a ver esa sonrisa que lograba acelerar mi corazón.

Cuatro babys «oh sehun»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora