La alarma fue apagada con anticipación. El viernes era día libre y un atractivo muchacho de cabello largo decidió despertar a la hora que su reloj biológico así lo quisiera. Se levantó con dificultad cuando los rayos del sol ya no le permitían el pleno descanso. Observó el celular y sujeto su brillante cabello con una liga para así formar una coleta a la altura del cuello. Tras una pequeña mirada a su espejo en el velador, se levantó inconsciente del frió para apresurarse hasta el sillón y concentrarse en la imagen de un hombre durmiendo. Una sonrisa brotó de sus labios al reconocer en el rostro adverso la expresión dormida de Seungcheol.
Ya había entrado en debate la idea de que compartieran la cama del hospedero desde ahora. Los intentos de Jeonghan fueron en vano, una vez que el mayor se negó rotundamente a compartir la cama del lindo chico.
"-En la misma cama que tú, no seré capaz de controlarme."
Y Jeonghan muchas veces respondió solo para sí mismo:
<<Entonces no te controles. >>
Dado que el menor no fue lo suficientemente convincente, se siguió el acuerdo del sofá en función de cama. Jeonghan se dirigió a la cocina para hervir el agua como en cada mañana y preparar sigilosamente lo que sería el café para su invitado. Dejó el agua hervida en la mesa del comedor mientras buscaba entre sus cosas un libro que leer a espera de que Morfeo liberara a su chico.
El pelinegro, que despertó en bastante silencio, se encontró al castaño con la mirada. Llevaba el cabello recogido y unos delgados lentes redondos, mientras se concentraba en las líneas de un libro que Cheol no alcanzaba a distinguir. Un suspiro y una sonrisa. Fingió seguir durmiendo solo para poder espiarlo un momento más, hasta que poco a poco comenzó a murmurar el nombre del castaño. Llamó así la atención de quien leía que volteo curioso hacia el sofá. Se levantó con sigilo para observar a quien supuestamente dormía llamando a su nombre y cuando estuvo lo suficientemente cerca, solo una sonrisa nació de sus labios al comprobar que había caído en una trampa.
Seungcheol sujetó la muñeca del más joven, atrayéndolo con fuerza hacia él, y al desbalancear su cuerpo agarrarlo firmemente entre sus brazos.
-Buenos días.
-Tramposo. –Y la mueca de Jeonghan era de felicidad absoluta.
Preparó entonces el café y lo entrego con cuidado a quien recién despertaba. Se sentaron juntos en la pequeña mesa e comedor mientras desayunaban. Seungcheol adoraba lo bien que podía verse el contrario con coleta y una simple sudadera blanca.
Tan pronto halago aquel look, el menor se soltó el pelo para molestarlo con una mueca divertida.
-Ahora pareces un ángel.
Y el corazón del menor latía como nunca. Extendió entonces su mano por sobre la mesa para poder sujetar la ajena. Cuando sus pieles entraban en contacto, Jeonghan sentía que la mano del pelinegro lo restituía de vida. Acariciaba con la yema de su pulgar la hermosa piel de Seungcheol mientras lo observaba melancólico y sonrojado.
<< ¿Cómo... podré dejarte ir? >>
Seungcheol, que se sintió abrumado por la expresión adversa, entrelazó sus dedos con los del más joven y le compartió una sonrisa intentando distraerle.
-Que gusto que hoy tengas libre, te quiero y tengo solo para mí.
-Seungcheol no somos ermitaños. Hay compras que debo hacer ya que tú has andado de paseos y flojera toda la semana. –Dijo el menor queriendo provocarle.
-¡Oye! Yo también he trabajado bastante. Te preparó la comida cuando llegas, salgo a buscar el periódico, me quedo recostado extrañándote... es agotador.
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Always my hero
RomanceA veces, mientras Jeonghan lee un libro o garabatea en sus cuadernos, recuerda fugazmente a su amigo de la infancia. Una sonrisa se dibuja en sus labios y trata de imaginar que será de él, después de que han pasado 10 años. Como iba a saber que Se...