Ya no podía llorar. Las lágrimas no me salían. Mi corazón estaba rompiendose en pedazos y todo por culpa de mi padre y su ambición con el estúpido dinero.
Me encontraba en el tribunal, mi padre a mi lado sin mirarme y mi madre a su lado, a mi lado derecho estaba el abogado que contrató mi padre.
Me seque una lágrima que bajó por mi mejilla y alcé mi mirada cuando el juez de sentó en su silla. Todos teníamos que levantarnos en respuesta de respeto. El asintió y nosotros nos pudimos sentar.
Ellos hablaban de mi como si yo no estuviese ahí, hablaron de cuando me escape y yo no podía decir una palabra al menos que se me pidiera decir. Todos aquí estaban equivocados y yo no podía resistir las ganas de saber de Justin y de volver a verlo. Por qué sabía que el entraría por esa puerta muy pronto, aunque la manera en la que lo vería fuese esposado gracias a mi padre y su estúpido egoísmo.
- Pueden pasar al demandado, al joven Bieber.
El juez dijo y levanté de golpe mi vista para buscar a Justin, una puerta se abrió y entraron dos guardias agarrando a Justin quien venía con sus manos esposadas y la ropa anaranjada de preso. Ahogue un grito y me levanté, pero la mano de mi padre obligo a sentarme nuevamente en mi lugar.
Justin venía con la cabeza baja y su mandíbula apretada. Me dolía verlo así.
- ¿Es cierto qué usted secuestró a la señorita aquí presente?
El juez dijo. Yo quería decirle miles de cosas pero no se me estaba permitido, no aún.
- No, señor.
Justin dijo. Ese es mi bebé.
- ¿Usted sabía que ella se había escapado de su país?
El juez dijo.
- Si.
Justin dijo.
- ¿Por qué la escondió?
El juez preguntó.
- No la escondí, le di un lugar donde quedarse.
Justin habló. Muy bien.
- ¿Esta seguro de que usted esta diciendo la verdad?
El juez preguntó.
- Muy seguro. Yo no podría secuestrar a la mujer que amo.
Justin dijo y una lágrima cayo por mi mejilla.
- Bien, se puede sentar en su lugar.
El juez dijo, yo me relaje al ver que caminaba a su asiento, apesar de las esposas que tenía puesta en sus manos y pies.
- Señorita Collins, puede ponerse de pie.
El juez me habló, y le hice caso.
- ¿El joven aquí presente la secuestro?
El juez me preguntó. Bufé.
- No, jamás lo haría.
Dije firme.
- ¿Desde cuándo se conocen?
El preguntó.
- Desde hace más de un año.
Le digo.
- ¿Dónde se conocieron?
El preguntó.
- En la universidad.
Le digo.
- ¿Esta usted consciente de los problemas en los que se ha metido por haberse escapado?