Capítulo único

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Título: Sencilla.

La mira exasperada, sintiendo como su animadversión crecía hacia ella.

Luego de un intenso partido, el equipo de las Fénix, con una excelente coordinación, lograron doblegar al equipo de las Leonas y eliminarlas del campeonato.

Justo en éste momento les tocaba someterse en un arduo entrenamiento para sacar al equipo que podía hacerles peligrar sus puestos.

Pero ella está ahí, tan tranquila, sonriendo de manera boba, sentada junto a ese chico castaño. ¿Cómo se llamaba...? ¡Ah! Si, Lorenzo, un alfa, su mejor amigo, siempre llega enfuruñado al aula y cuando se sienta suspira su nombre: Gabo.

Aquel omega siempre la buscaba y ella siempre tan entregada. Le dan asco.

Comienza a creer que Lorenzo debería ponerle una correa a ese tal Gabo y ella tal vez debería hacer lo mismo con... esa.

¡Pero no es lo que parece! Simplemente cree que él está desconcentrando a la rubia y es por eso que, ésta, está llegando tan tarde a los entrenamientos.

¡No es que le importe ella! Claro que no, joder, no. Sólo está preocupada por que todas estén coordinadas para que no sean un estorbo en pleno partido, después de todo, ella es la capitana y ese es uno de sus deberes.

Con una mirada airada, se acerca.

- ¿Disfrutando? - ni siquiera saluda, su voz suena irónica y fría.

Ambos chicos levantan rápidamente la mirada del celular hacia ella.

La rubia se sobresalta, pareciendo que recordó que tenían entrenamiento y éste ya debía de haber empezado.

- Martina... - habla mientras agarra con una rapidez increíble su mochila y se incorpora del asiento.

- Martina nada - le dice cortante - Voy a hablar seriamente con la entrenadora si esto vuelve a suceder.

- ¡Pero...!

- Es la última vez ¿Entendiste? - intenta doblegarla y parece lograrlo por ésta vez. Claro, ella tenía más poder.

La más baja desvía la mirada con hastios mientras asiente lentamente.

El castaño parece querer decir algo, pero ella no le da tiempo ya que empieza a caminar siendo seguida por Zoe. Se plantea la idea de decirle a Lorenzo que lo controle, sabe perfectamente que éste la ayudará.

.

El entrenamiento está más pesado que nunca, todas se quejan. Sabe que es su propia culpa por llegar tarde de nuevo.

La entrenadora le dio un sermón. Pero por suerte Martina se limitó a enviarle una mirada seria, más no dijo algún reclamo.

¡Pero Gabo necesitaba ayuda! Le recordaba tanto a su padre, la lesión que tuvo éste, que era incapaz de no tenderle una mano, el castaño era como el hermano menor que siempre quiso tener.

Se había hundido tanto en sus pensamientos que ni notó como todas le gritaron, no fue hasta que sintió como la pelota se estrellaba brutalmente contra su cara.

El golpe había sido tan fuerte que la hizo perder el equilibrio, todo empezó a darle vueltas y sintió como su cuerpo, al estar muy cansado, se dejaba caer sin luchar.

Cerró los ojos con fuerza, esperando más dolor.

Pero sintió como fue tomada por la cintura. Abrió los ojos lentamente, esperaba que sea una de sus amigas o la entrenadora.

Pero se topó con unos ojos avellanas, casi oscuros. La escena era casi utópica, hasta creyó estar alucinando por él golpe.

...Martina la miraba con preocupación.

Sencilla (O11CE) MartoeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora