¿Podría comprender algún día a Min YoonGi? JiMin paseó la mirada por la tienda, preguntándose qué podría hacer con él. De pronto se sintió muy solo.
Sin pensarlo demasiado corrió fuera de la tienda y vio a YoonGi que montaba su caballo, y estaba acompañado por cuatro jinetes. Corrió hacia él.
—¿Adónde va?—, preguntó.
—Volveré en poco tiempo—.
—Pero, ¿qué debo hacer yo mientras usted está ausente?—
—JiMin, qué pregunta. Encontraras algo en que entretenerte—.
—Ah, por supuesto, señor Min—, dijo con altivez. —¿Cómo no lo había pensado? puedo revisar su bien provista biblioteca. Estoy seguro de que allí podré encontrar lecturas interesantes. Podría escribir. O mejor aun puedo ayudarlo con la contabilidad del campamento. ¡Señor Min, por si no lo sabe, tengo cerebro!—
—JiMin, el sarcasmo no te sienta bien—, dijo irritado YoonGi.
—Por supuesto, usted es mejor autoridad que yo cuando se trata de decidir qué me conviene—, replicó JiMin.
—JiMin, no continuaré tolerando esta charla. ¡Puedes comportarte como te plazca en la tienda, pero en público debes mostrarme respeto!—, replicó YoonGi y los músculos de la mandíbula se le contraían peligrosamente mientras lo miraba.
—¡Respeto!— El retrocedió un paso para mirarlo, un tanto divertido. —¿Desea que lo respete después del modo en que me trató?—
—En este país, cuando la pareja se muestra irrespetuosa con el esposo, se le castiga físicamente—.
—Usted no es mi esposo—, lo corrigió JiMin.
—No, pero tengo los mismos derechos de uno. Soy tu amo y me perteneces. Si deseas que busque un látigo y te desnude la espalda en público, con mucho gusto te complaceré. Si no es así, regresa a la tienda—.
Habló con tal frialdad que JiMin no esperó para comprobar si estaba dispuesto a ejecutar su amenaza. Regresó a la tienda y se arrojó a la cama para aliviar en el llanto sus frustraciones.
¿Ahora debía temer los golpes, además de la violación? ¡Ese demonio exigía respeto después de lo que había hecho! Pero él prefería morir antes que demostrarle nada que no fuera odio y desprecio.
Detestaba la autocompasión, pero ¿qué podía hacer mientras él estaba ausente? Y a propósito, ¿qué haría cuando YoonGi regresara? Ese fue su pensamiento antes de caer dormido.
JiMin se despertó bruscamente a causa de una enérgica palmada en el trasero. Se volvió rápidamente y vio a YoonGi junto a la cama, con las manos en las caderas y una sonrisa burlona en su rostro armonioso.
—Cariño, pasas mucho tiempo durmiendo en esta cama. ¿Deseas que te muestre otro modo de usarla?—
JiMin se levantó de un salto. Ahora interpretaba más fácilmente que antes las groseras alusiones de aquel hombre.
—Señor Min, estoy seguro de que puedo prescindir de esa clase de conocimiento—.
—Bien, muy pronto aprenderás. Y prefiero que me llames YoonGi o como me llaman aquí. Creo que es hora de que prescindas de los formalismos—.
—Bien, Min, preferiría continuar con los formalismos. Por lo menos su gente sabrá que no estoy aquí voluntariamente—, dijo con altivez.
YoonGi sonrió perversamente.
—Oh, saben que no estás aquí por propia voluntad pero también saben que no soy hombre a quien pueda mantenerse esperando. Suponen que te hice mío anoche. Quizás eso ocurra esta noche—.
JiMin abrió desorbitadamente los ojos.
—Pero usted... ¡usted prometió! Me dio su palabra de que no me... ¿No tiene el más mínimo escrúpulo?—
—Minnie, siempre cumplo mi palabra. No tendré que violarte. Como te dije antes, me desearás tanto como yo te deseo—.
—Seguramente usted está loco. ¡Jamás lo desearé! ¿Cómo puedo hacerlo cuando lo detesto con todo mí ser?—, exclamó el joven. —Me apartó de mi hermano y de todo lo que amo. Me tiene prisionero aquí, con un guardia en la puerta cuando usted se marcha. ¡Lo odio!—
JiMin salió furioso de la habitación y en su fuero íntimo maldijo a YoonGi. De pronto, vio dos montones de libros. Olvidó su irritación y corrió a examinarlos.
Los examinó uno tras otro. Shakespeare, Defoe, Homero... Algunos ya los había leído, y otros pertenecían a autores de los que nunca había oído hablar.
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Amor en Altamar. (Parte 1)
FanficLas estrellas brillan en la noche del desierto, todo es perfecto para el amor. Sin embargo, el terror acecha a Park JiMin, que en un acto caprichoso y temerario ha insistido en acompañar a su hermano desde Londres hasta El Cairo. Ahora es prisioner...