Un Vengativo Gato Soy

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Es de noche en la ciudad de París. Al amparo de las sombras, avanzo de tejado en tejado, siempre alerta ante cualquier posible amenaza que pueda surgirme de improviso. Pero hoy está todo tranquilo. La ciudad se halla durmiendo en silencio.

Hago una parada en una azotea, y escucho atentamente, escudriñando la oscuridad que me rodea. Nada. Puedo seguir mi camino.

Me estoy engañando a mí mismo diciéndome que esta noche es una noche más de vigilancia. Que estoy haciendo el mismo recorrido que he hecho otras noches. Pero no es verdad. Algo dentro de mí me está guiando a su casa. Es un sentimiento de necesidad.

Necesito verla a ella.

Supongo que será porque hoy, más que nunca, no quiero estar solo. Hubiera querido seguir haciéndome el despistado y actuando como quien no sabe, pero es imposible negar la fecha.

Hace ya dos años que sucedió el accidente que me arrebato a mi madre para siempre. Nunca olvidare la forma en que mi vida comenzó a cambiar por completo:

Ya tenía 15 años y, junto a mis padres, volvía de una fiesta que se celebraba en el Gran Hotel de París. Yo había sido presentado oficialmente como la nueva cara pública de la línea de moda masculina de mi padre. Había sido una gran noche y mi madre deseaba dar un paseo para disfrutar de la noche, así que mi padre ordeno a nuestro chofer que nos esperase un poco más arriba de la calle. Sólo un tramo de calle. Unos miserables 2 km y el desastre llego. Mis padres iban cogidos del brazo y en sus miradas cómplices se notaba lo enamorados que estaban. Nos sentíamos felices.

Escuchamos a lo lejos las alarmas de lo que debían ser varios coches de la policía que se aproximaban. Mi padre no creyó que fuera importante y seguimos paseando. Las sirenas sonaron más cerca ahora, junto a otro sonido como de cohetes. Yo notaba a mi madre preocupada y empecé a tener miedo.

De repente un coche apareció de la nada, a una velocidad que rebasaba los límites de seguridad, y con uno de los ocupantes asomado de medio cuerpo por la ventanilla disparando al coche de policía que tenía más cerca. Nos encontramos involucrados en una persecución digna de una película en un abrir y cerrar de ojos y corrimos a refugiarnos detrás de varios coches.

No nos atrevimos a salir hasta que oímos que el ruido se alejaba. Pero el daño ya estaba hecho. Una bala perdida había alcanzado a mi madre, y aunque mi padre se apresuró en llamar a una ambulancia, no pudieron salvarla.

Las cosas no volvieron a ser iguales. Mi padre se encerró en sí mismo, absorbido por el trabajo y desarrollo un excesivo celo por protegerme, hasta el punto de no dejarme salir de casa salvo a unas pocas clases extraescolares y mis sesiones de fotos como modelo. Yo intentaba complacerle en todo lo que podía, comportándome como el mejor hijo que nadie pudiera soñar, porque presentía que se hacía responsable de lo sucedido.

Y habría sido un prisionero en mi propia casa para siempre si no hubiera sido por mi amiga de la infancia Chloé, la única que mantenía el contacto conmigo, que convenció a mi padre para que me dejara ir con ella a su instituto.

Y habría sido un prisionero en mi propia casa para siempre si no hubiera sido por mi amiga de la infancia Chloé, la única que mantenía el contacto conmigo, que convenció a mi padre para que me dejara ir con ella a su instituto

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El Gato Oscuro De ParísDonde viven las historias. Descúbrelo ahora