Parte 9, mi amante

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El agua tibia cae por mi cuerpo como cascada, mi cabello lacio esta húmedo y los besos de Mathias sobre mi cuello hacen que mi piel se erice. Tengo los ojos cerrados dejándome llevar por sus húmedos besos desesperados, sus suaves caricias, su demandante necesidad de contacto lo cual acompañado con el agua hacen una explosión en mi cuerpo.

¡Estoy tocando el cielo!

Mis dedos están enredados en su cabello. Siento como soy elevada y me veo obligada a enredar mis piernas alrededor de su cintura sintiendo como nuestros sexos rozan. Mathias se separa de mí y devora mis labios con vehemencia y yo correspondo gustosa, ambos completamente desnudos bajo el agua... nunca me había imaginado esto y me gusta...él me gusta...

Siento como la excitación palpa todo mi cuerpo y siento la necesidad de sentirlo dentro de mi... quiero que me haga el amor una y otra vez. No pienso mucho, pero lo poco que hago es en básicamente una cosa: Yo vivo y muero por su piel, por el...por su amor.

Y como si el me leyera el pensamiento entra en mi interior de una sola estocada haciendo que yo arquee mi espalda la cual toca la fina y fría cerámica del baño. Gimo. Mathias entierra su cabeza en mi cuello mientras succiona, lame y muerde a su antojo y yo lo dejo. Mis manos están en su espalda, mis uñas viajan por ella y se entierran, escucho un gemido de Mathias pero no se detiene. Muerdo mi labio inferior.

Maldición...

Esto es arder en el mismo infierno, cielo o tierra. No se...pero quiero quemarme con el...con su amor.

Subo, bajo, subo y bajo nuevamente. Mi cuerpo está temblando del placer proporcionado por este hombre hermoso que está conmigo, un par de estocadas más y siento como mi interior estalla mientras un gemido sale de mi boca el cual es sellado por los labios de Mathias. Mi respiración es irregular, siento como el corazón me late con fuerza, Mathias deja mis labios y une nuestras frentes. Me es imposible abrir los ojos, siento como mi cuerpo tiembla y si, en un momento el me baja caeré.

Estoy débil... pero anonadada, complacida, enamorada y deliciosamente adicta a él.

El agua es tibia, abro mis ojos y Mathias me mira fijamente. Muerdo mi labio inferior.

-te amo...-susurra, su voz es dulce y con certeza. Sonrió.

-lo se...y yo te amo a ti, Mathias.-acaricio su mejilla- no tienes una idea de cuánto.- me mira unos segundos y besa mi frente con delicadeza.

-lo sé, pequeña...lo se.-apoyo mi cabeza en su cuello y me siento fascinada de estar así con el.- ¿quieres ducharte?-me pregunta sarcásticamente. Lo miro. Sonrió.

-encantada, señor Santeliz.- esta vez mi tono es juguetón. Pero sé que, en realidad vamos a darnos un buen baño. El me mira y sonríe de manera cómplice.

Se encarga de lavar mi cuerpo y recorrer cada rincón con el jabón líquido en su mano. Se siente tan bien... cuando ya ha terminado es mi turno, y no puedo creer que lo que estoy haciendo. ¡Estoy enjabonando el cuerpo de Mathias!. Siento como un ligero sonrojo se apodera de mis mejillas.

-¿Qué sucede?- pregunta y detrás de su voz puedo notar el tono burlón. Mierda. Se ha dado cuenta de mi sonrojo.

-nada...-susurro tratando de desviar el tema y enfocándome en su cuerpo. Tan bien formado y bien conservado. Lo miro, me está mirando fijamente, su mirada es intensa y serena. Siento como el corazón me late con fuerza.

-¿Por qué estas roja?-pregunta. Ladeando su cara y una tenue sonrisa se dibuja en sus labios

-me intimidas...-confieso desviando la mirada. Escucho entonces una carcajada proveniente de sus labios. Se ha reído de mí. Inflo mis mejillas con un mohín.-no te burles.

Almas GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora