Takumi mantenía una rutina diaria, a la cual su cuerpo estaba de acuerdo a funcionar. Despertarse temprano, hacer un par de estiramientos, asearse y luego continuar sus actividades en la Academia Totsuki, esperando conseguir un gran prestigio al salir de ahí. Era la principal razón por la que había abandonado Italia, su tierra natal.
Sí, de alguna manera ya tenía todos sus días planeados.
Pese a ello, sabía que aquella mañana era diferente en el momento que abrió los ojos, pues su mundo estaba de cabeza. Literalmente.
Sus párpados se levantaron con dificultad, topándose con un invertido panorama: su cabeza se encontraba colgando de la cama. Un mal sabor precedió de su boca, lo que probablemente significaba que esta había terminado entreabierta. Se incorporó perezosamente en su cama, antes de que toda la sangre se le subiese a la cabeza. Esta le estaba dando vueltas. Para ser más precisos, se sentía bastante mareado, al punto que su estomago se revolvió un poco. Siendo cocinero, su metabolismo lo había protegido de los platos más desastrosos que había probado. Por ello, ese malestar era nuevo en él.
Algo le debió haber caído mal anoche. ¿Qué había comido? Tratando de buscar en su memoria esto, notó una falta de información en su cerebro.
Viernes. Habían anunciado a los finalistas del Torneo de Otoño. Por supuesto, él se encontraba entre ellos. Luego... ¿Hm?Fue entonces que Takumi fue consciente de la falta de información en su cerebro. A partir de aquello, todo lo que seguía era confuso. Era borroso e incomprensible. Con la sopa de recuerdos en su cabeza, le costaba averiguar sacar algún dato.
Una memoria fugaz pasó por su mente, más bien unas imágenes. Estaba en los Dormitorios del Estrella Polar con todos sus residentes y algunos invitados.
Tenía una fritura en la boca mientras examinaba el escenario. Estaba al lado de su hermano, aunque este estaba demasiado ocupado platicando con la mujer de pelo azul. Se veían demasiado entretenidos como para entrometerse. Siguió examinando. El desnudista superior se había despojado de su ropa; ya había escuchado de esa fama suya y aún así no pudo evitar sorprenderse por el acto. Un juego de cartas se llevaba a cabo, aunque no tenía interés en ello. Todo era muy ruidoso para su gusto.
¿Qué hacía en ese lugar? Ah, claro, Yukihira lo había invitado, argumentando que debería tomarse un descanso de vez en cuando. A pesar que había intentado buscar una excusa, su hermano insistió en querer ir y no le quedó otra opción. Estaba comenzando a aburrirse, así que pensó en buscar al pelirojo para buscarle conversación (¿o más bien bronca?). Cuando al fin lo ubicó se llevó la desagradable sorpresa de encontrarlo con la mujer de la carne.
Tsk. Eso no le gustó para nada. Recordar eso en realidad fue bastante jodido.
Esa mujer de atributos extravagante no encajaba con el pelirrojo. Es decir, con solo mirarla lo sabía; con su camisa lo suficientemente abierta para apreciar su busto. Era obvio que quería atraer al pelirrojo, estaba escrito en su cara. Muchas mujeres solían mostrarle esa cara. Por suerte Yukihira ni le prestaba atención a eso al hablar con ella. Ninguna mujer podía causar efecto en él. ¿Qué hay de Nakiri Erina? Ella demostraba estar bien dotada y su habilidad culinaria era muy elevada. Con Yukihira haría una pareja verdaderamente formidable.
Otra malestar. Era como si una mancha negra se expandiese en su pecho. Takumi sentía una punzada en el pecho solo de pensar en eso, una punzada muy molesta. Quizá había tomado algo extraño.
Ugh. Todo se volvía borroso nuevamente. Otra mujer de cuerpo voluptuoso sacó una botella y... agh, dolor otra vez.
Sus pies descalzos hicieron contacto con el suelo frío. Extrañamente no llevaba su acostumbrado pijama rayado. Tal vez al regresar estaba demasiado cansado para cambiarse de ropa.
Un momento, ¿cómo fue que volvió? Tendría que pensar en eso después. Necesitaba una buena ducha para manejar todo ese torbellino en su cabeza.
Sin embargo, cuando logró ponerse de pie, repentinamente todo su cuerpo le falló por poco haciendo que se desplomase por completo en el suelo. Un molesto dolor se hizo presente en su espalda baja, y la tarea de levantarse parecía requerir más energía que cualquier otro día.
—Auch...
Estaba comenzando a entrar en pánico. No recordaba tener una lesión o algo. Ahora de verdad quería saber que había sucedido anoche.
—¿Takumi?
El nombrado palideció. Le era imposible no reconocer aquella voz apenas la oyó. Ya tenía un lugar reservado su cabeza y su cuerpo reaccionaba de igual forma siempre: una oleada de calor recorría su cuerpo y su latidos aceleraban. Tragó saliva. No puede ser, rogaba para sus adentros temerosamente. Tenía que ser una mentira lo que había escuchado. Una alucinación. Quizá un simple recuerdo.
—¿Estas bien?
Tenía que admitir que era bastante realista. Lamentablemente, sonaba fuerte y claro.
La determinación lo llenó. Se veía obligado a enfrentarse a la realidad y descubrir de una vez qué estaba pasando. Apoyándose de diversos muebles, logró ponerse de pie todavía adolorido. Se cuestionó una vez más si esa voz no era producto de su imaginación. Tal vez estaba demasiado cansado. Es decir, ¿por qué razón el pelirrojo estaría en su casa? Era estúpido solo preguntárselo a sí mismo.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando un seductor olor invadió sus fosas nasales. Si no se estuviese descansado sobre un mueble, era probable que se derrumbarse nuevamente gracias a aquel delicioso olor que lo llamaba. El placer le provocaba unas ganas de dejarse caer nuevamente en la comodidad de su cama. Una sensación de dulzura y suavidad lo albergaba.
En busca del origen de esa fragancia, inconscientemente empezó a acercarse con lentitud al llamado de sus sentidos. Era como si una deliciosa fuerza lo estuviera atrayendo. Una fuerza que enrollaba su cuerpo y lo jalaba. Terminó posicionándose enfrente de la cocina, donde recibiría una inesperada vista.
Vistiendo su acostumbrada camiseta, un bóxer y un delantal –que habrá sacado quién sabe dónde-, Yukihira Soma se encontraba a gusto tarareando una tonada, en tanto se encargaba de cocinar aquella maravilla que había hipnotizado al mayor Aldini.
—Oh, es el bello durmiente —señaló el pelirrojo al notar su presencia, embozando una sonrisa cuando le echó una ojeada. Takumi ordenó su cabello rápidamente, preguntándose qué aspecto tendría.—Por cierto, bonito bóxer. ¿Quieres un café?
Takumi inmediatamente se enrojeció. No había visto que además de su camisa del día anterior, vestía un adorable bóxer suelto de corazones verdes. Por favor, de todos los días... Takumi pensó en contraatacar, pero eso significaba admitir que estaba mirándole. Además, ni siquiera podía hacer un comentario burlón de esa prenda apretada que le quedaba tan condenadamente bien.
—Vaya noche la de ayer ¿no?—dejó escapar un bostezo. —Estoy agotado. ¿Qué hay de ti? ¿Tu cuerpo se encuentra bien?
¿Mi cuerpo? Fuera de su trance, Takumi pensó en la posibilidad de haberse lastimado alguna parte de su cuerpo. Tenía que saber la verdad. Con un hilo de voz, el italiano preguntó:—Yukihira... ¿Qué sucedió anoche?
—¿Ah?
El pelirojo dejó sus utensilios reposar para observar asombrado al rubio. Takumi se arrepintió por completo de haber abierto la boca. No era normal en él estar tan alterado, pero dada la situación se sentía en un planeta extraño. Debía haber olvidado algo realmente importante para que Yukihira reaccionara así.
—¿No recuerdas... nada?— Nervioso, Takumi negó. No obstante, para su desconcierto, Yukihira soltó una carcajada, dejando apagada la cocina antes de acercarse al otro.—No me sorprende, ayer Yuuki te hizo beber casi toda una botella entera.
Maldecía a la nombrada, aunque no tenía muy en claro quién era.
—Pero... —Sacándole de sus pensamientos, Yukihira había acortado la distancia con una sonrisa juguetona. Tomó entre sus dedos el mentón del rubio para crear contacto visual. De sus ojos ámbar se desprendía un extraño brillo.— ¿En verdad no recuerdas nada de lo que hicimos anoche?
¿A qué se refería con eso? Quería preguntar, pero el cuerpo de Takumi se estremeció por el tono que usaba. Retrocediendo todavía mirándole, masculló:— Iré a tomar una ducha.
Escuchó la carcajada del pelirrojo cuando ya se encontraba a orillas del baño, pero antes pudo escucharlo detrás de él. —Takumi, ¿Qué te parece el delantal que encontré?
Takumi lo miró de reojo para después encerrarse rápidamente en el baño con el rostro convertido en un tomate, oyendo nuevamente la risotada por parte del pelirrojo.
"Kiss The Cook"
Maldijo al pelirrojo, y maldijo a su tío por regalarle aquel delantal.
Mientras servía el omellete, Yukihira comentó con diversión:—Que quede claro que tú fuiste el que me sedujo aquí, Takumi.¿Fin?
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