Érase una vez un pequeño dragón que acababa de nacer. Era el más torpe de los bebés dragones y, en las luchas nunca salía de lo tímido que era. Un día, se sintió tan mal que se fue volando muy muy lejos, hasta que llegó a una especie de portal, por el cual entró. Cuando salió, tenia un casco y un barril a la espalda, que podia imitar a las torres infernales. Al llevar el casco, ya no le daba miedo la batalla, y cada vez hacía más daño. Y así nació el primer dragón infernal, tan adorable como destructivo