28. Jackson Mellard

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Si él pensaba que podía volver a repetir esas palabras, pues está muy equivocado

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Si él pensaba que podía volver a repetir esas palabras, pues está muy equivocado.

No quería echar a perder el trabajo que les tomó a mis padres (y tuve que heredar eso) durante siete años para tener la venganza que nuestra familia necesita. Cinco de ellos no sabia sobre sus intenciones pero al saber que estaba en honor a ella... no dudé en ser parte de esto. Porque se lo merecen al querer proteger al causante de todo esto.

— ¿Qué hacemos ahora?

Miro a James que preocupado trae en una de sus manos el walkie talkie.

— Dame tiempo para pensar — conduzco veloz sin rumbo fijo tratando de que no nos alcancen, pero no me puedo quedar así para siempre.

O ellos intervienen o soy yo.

— Rompe esta patética pared — señalo la pared de la patrulla que separa la parte de adelante con la de atrás. Él me obedece haciendo un hueco. — Ven acá

Se pasa como copiloto mientras mantengo la estabilidad del coche, nuevamente están disparando y eso son malas noticias para nosotros.

— ¡Tendrás que conducir! — grito por la intensidad con las que suenan los disparos

— ¡¿Cómo rayos quieres que pase hasta dónde el piloto?!

— Voy a acelerar demasiado y en el tiempo que empiece a desacelerar nos cambiamos enseguida, ¿entendiste?

— Bien.

Doy un pequeño suspiro para después pisar hasta al fondo el acelerador, más de lo que ya estaba andando. A lo que quito mi pie hago un ademán de que ya era hora, enseguida se pasó arrodillado por arriba mientras que yo me iba deslizando fuera del asiento hacia la parte de atrás.

Cuando me estabilice observo que estamos a la par a unos metros con el coche en el que posiblemente esté mi querido enemigo.

— Terminó tu turno de jugar, ahora yo voy a conducir de verdad — habla James. Antes de que reaccione una fuerza me lleva contra el asiento.

Necesito clases de manejo.

Cuando me estabilizo, por tercera vez, pateo varias veces al vidrio que tiene como ventana en la puerta derecha de atrás logrando que se rompa y caigan algunos vidrios pequeños quedando incrustados en mi brazo.

Saco parte de mi cuerpo por el hueco de la ventana, después dejo a la vista mi rifle con el que enseguida disparo hacia los pilotos de los coches más cercanos. Por la velocidad en la que corre mi amigo me veo obligada a sentarme en el borde de la ventana y sostenerme con mi pie en el asiento opuesto.

La Más Buscada ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora