LA MARIPOSA DEL SOLEADO DÍA

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El lepidóptero volaba alrededor de mí amigablemente, alejado de todos los demás bichos de su especie. Insegura, le extendí mi dedo y la mariposa se posó en él como si estuviese esperando que eso hiciera; la acerqué a mi rostro y aleteó, haciéndome cosquillas en la punta de la nariz; la volví a alejar y pareció molestarse, entonces seguí dejarla en hacerme cosquillas. Tan bien empecé a sentirme estando con ella, que no me fijé en las miradas de sus compañeros.

Le agarré confianza rápidamente y la adentré a mi mundo; la mariposa se acostumbró rápido a mi forma de pensar y se interesó en mis gustos, estando casi a mi nivel de conocimiento sobre ellos. Cuando nos alejábamos, al día siguiente seguíamos estando juntas y ninguna de las dos se notaba incómoda al lado de la otra; nos reuníamos y seguíamos con nuestra rutina de todos los días: comenzábamos hablando de mí (mientras la mariposa asentía alegremente), continuábamos minutos en silencio y al final, ella siempre terminaba buscando otro tema para poder romper cualquier silencio innecesario.

Las veces en las cuales no nos veíamos, gente cercana a mí me advertía en el mal olor que desprendía la mariposa; mi familia en especial no le tenían fe y no dejaban de repetirme: <<Esa mariposa no me huele muy bien>>. Yo les hice caso, después de que quedaran grabadas en mí todas las repetidas advertencias, y tuve más cuidado al acercarme a la mariposa hasta tal punto, que me alejé de ella por completo al darme cuenta de que ni sus compañeros disfrutaban de su olor.

La mariposa, herida, hizo lo posible para acariciarme y tratar de que siguiéramos juntas; deslizaba sus alas sobre mi cara y se apoyaba en ella durante mucho tiempo, sin dejar de acariciarme; yo me quedé quieta esperando a que se detuviera, sin pretender volver a observar la cara de tristeza que mostró al ver que definitivamente me separaría de ella.

En un momento esas alas comenzaron a convertirse en el cuerpo de una enorme araña y las pequeñas antenas se transformaron en gigantes, largas y numerosas patas, sacando sus dientes y mordiéndome con ellos, distrayéndome de su plan para atarme en sus redes, posada sobre mí mirándome, revelando en su mirada lo infame que era.

Al estar atrapada en su telaraña, sin desviar mi mirada de ella, pude abrir mis ojos completamente y entender por fin, lo falsa que logró ser esa mariposa para engañarme de esa forma; y, soltándome de las redes y dejándola a ella caer de encima de mí, hacia un lado, la miré desde arriba y acerqué mi pie hacia ella, pensando en llevarla luego a un lugar lluvioso y que la lluvia se llevara su cuerpo.

Siendo tonta al pensar, que nada de lo que hizo volvería a pasar.

Atentamente: Witsi    

Se aproxima el trenWhere stories live. Discover now