El vigía

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Una sombra envuelta en niebla se paseaba por el frente de la casa mezclándose con el ambiente; el frío del otoño levantaba esa leve neblina sobre todo el predio rodeado por la laguna, haciendo imposible distinguirlo. Siempre estaba allí, vigilando constantemente, esperando por el momento indicado. Ella sentía su presencia, un frío helado recorría su espalda cada vez que se asomaba a la ventana, pero no se percataba de lo que realmente había del otro lado.

Las noches seguían pasando, las sensaciones de inseguridad aumentaban. Florence intentaba convencerse de que era idea suya, el cambio de estación provocaba el descenso de la temperatura, era lo que normalmente sucedía. Despertaba a las 3.30 de la madrugada con una sed descomunal, se levantaba cautelosa y se servía un vaso con agua. El trayecto de su habitación a la cocina era largo. Una casa demasiado grande para una sola persona, pero las herencias no se rechazan, menos cuando hay tanta escasez habitacional. Prendía todas las luces, todavía no se acostumbraba a los largos pasillos y los muebles grandes, siempre se los chocaba. Abría una puerta, encendía una luz, así varias veces hasta llegar a la heladera y sacar el jarrón con agua. Cada tanto las luces titilaban, las casas viejas solían hacerlo, pero ella no estaba enterada de las recientes remodelaciones que fueron llevadas a cabo antes de su llegada. Extrañada miraba las lámparas mientras bebía apoyada en la mesada, donde luego dejaba el vaso.

Esa noche hizo la misma rutina. Ya hidratada, se ajustó la bata y con los brazos cruzados sobre su pecho, emprendió el camino de vuelta a su cálida cama, arrastrando los pies y haciendo ruido con las pantuflas. Hacia delante se abría un iluminado pasillo, a medida que avanzaba apagaba una luz: primero, la de la cocina, segundo la del pasillo, tercero, la de la escalera... pero cuando tenía la mano del interruptor a punto de bajarlo, se oyó un fuerte ruido en la planta baja, se giró bruscamente sobre sí misma, tratando de definir su procedencia. Lentamente bajó las escaleras agudizando su oído, alargó la mano para prender la luz del pasillo nuevamente. Nada de qué preocuparse, siguió avanzando. Cuando llegó a la cocina, parada en la puerta, vio el vaso hecho pedazos en el suelo, al levantar la vista la luz de la luna entraba por la ventana iluminando la silueta de una persona que se inclinaba sobre la mesada. Se apresuró a encender la luz para descubrir la identidad del intruso, pero al hacerlo se quedó sin aire, sus ojos como platos no podían creer lo que tenían enfrente: era ella misma, como había estado momentos antes, solo que este clon luchaba con un ente invisible, sus manos forcejeaban por quitarse la opresión que este hacía en su cuello. Tenía los ojos rojos, la cara hinchada, las venas de su garganta parecían que iban a explotar, su cuerpo comenzaba a elevarse, las manos etéreas la levantaban del suelo por el cuello. Una sombra oscura comenzó a materializarse tomando la forma de un hombre de humo enorme con los ojos rojos. Florence comenzó a recular, incapaz de emitir sonido alguno, chocó contra la mesa y el vaso cayó al piso. El estrépito hizo que girara su cabeza momentáneamente pero cuando volvió la vista el ser y su clon ya no estaban. Temblando, inspeccionó la sala, no había indicios de que alguien más hubiera pasado por allí. Haciendo memoria ella había dejado el vaso sobre la mesa, todavía no se lo había servido. Su cabeza comenzó a darle vueltas, ¿en qué momento había sucedido todo aquello? Sintió náuseas, perdió fuerza en las piernas, se le nubló la vista, y mientras caía, antes de tocar el suelo, vislumbró una silueta de ojos rojos en la entrada de la cocina.

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⏰ Last updated: Jul 26, 2017 ⏰

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El VigíaWhere stories live. Discover now