La Muerte y... ¿¡YO!?

PROLOGO

-¡ahhh pero que bestia soy ¡

Me regañaba a mí misma mientras me trataba de limpiar la blusa blanca con mi propio suéter color gris, había derramado un poco de café que trataba de terminármelo en el metro.

-¿Le ofrezco un pañuelo, corazón?

Me lo había ofrecido un señor con portafolio, un poco más alto que yo, y que por cierto no dejaba de mirarme, y eso realmente me empezaba a incomodar bastante. Aun que afortunadamente ya en esta estación bajaba

-Gracias, pero en esta ya me bajo

No espere a que me respondiera, simplemente me gire rápidamente a la puerta y Salí a toda prisa rumbo a los torniquetes queriendo salir lo más pronto posible del metro. No creerás que soy la típica mujer que le da asco todo, y se siente la mejor flor del campo entre mucha mierda, es solo que me da mucho miedo estar en la profundidad de la tierra, no me gusta estar encerrada por ningún motivo, es como si estuviera andando en un ataúd con ruedas. Y realmente me pone tensa estar ahí. Ya lo sé... ¿Por qué no tomo otra vía de acceso?, pero ¿te has dado cuenta del enorme embotellamiento que se hace entre las calles?, jamás llegaría al instituto. Desventajas de vivir lejos de la escuela, y querer ser buena estudiante...

Ya faltaba poco para llegar a mi universidad, solo dos cuadras más, y en lo que mis pies me llevan a mi destino, prosigo con la mancha de café que intento desaparecer pero es en vano. Sin embargo mi piel se empieza a erizar y sentir una mirada. Sin detenerme volteo hacia atrás y no veo a nadie, por lo que seguí con la batalla de una mancha de café y una servilleta que saque de mi mochila.

-puedes dejar de seguirme, si no te importa

Dije rodeando los ojos y caminando, mientras que una señora de tercera edad que pasaba a lado mío, me miro bruscamente como si se lo hubiera dirigido a ella, pero rápidamente cambio su semblante al descubrir que se lo había dicho a la nada, logre escuchar "estos chicos de ahora y sus aparatos" mientras se iba en dirección contraria hacia mi

-ese hombre te estaba observando las piernas

Sentía que me lo decía en el oído, cosa que hizo que se erizara nuevamente mi piel, hice un ademan con la mano, como si estuviera ahuyentando un mosquito y respondí:

-te recuerdo que no puedo hacer mucho estando en un transporte donde ya no cabe ni una alma ahí

-yo si cabria ahí

-tú no tienes alma Rubén

Me detuve y gire rápidamente agarrando mi mochila de una de las cintillas, solo faltaba una cuadra más para llegar al instituto.

-Lo sé, pero eso no quita que ese repugnante hombre te estuviera viendo las piernas

De pronto empezó a verse un poco de su cuerpo, ¿alguna vez has usado alguna aplicación de Photoshop?, cuando quieres poner una foto encima de otra y te da la opción de "claridad", pues algo asi se empezaba a ver en él, hasta volverse totalmente nítido su cuerpo y su rostro. No me entra preocupación de si alguien nos pudiera ver, ya que cuando lo hace, es porque sabe que nadie está observando.

-Aún sigo sin saber por qué me sigues a todos lados- rezongué

-pues es mejor que sigas sin saber, porque yo tampoco sé.

-entonces déjame de seguir, estoy bien Rubén

-no te estaba siguiendo Astertea querida, solo coincidió la ruta que estoy tomando, con la tuya

-¡No me digas asi!, tanto te cuesta acortar mi nombre.

-Perdón, señorita Tea

Me lanzo una sonrisa, que a decir verdad, a cualquier mujer enamoraría, pero la verdad es que a mí no, es la más odiosa y chingaquedito que puedas ver.

-Shu'

Hice otro ademan con la mano en señal de que se fuera, mientras que le soplaba en la cara, cosa que ocasiono que Rubén se fuera desvaneciendo como el gato rizón de "Alicia en el país de las maravillas". Lance un bufido y seguí caminando rápidamente a donde tenía que dirigirme, se me estaba empezando a hacer tarde.

Aun no sé cómo puedo actuar tan natural en esta clase de cosas, ¡ni si quiera tengo creencias en esas cosas!, lo peor es que lo tomo como lo más normal en el mundo...

Hablar con la muerte...