Sinópsis.

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-16 Abril 2010. 20:47

La brisa marina despejaba mi cabello de mi rostro. El olor a mar invadía mis fosas nasales calmando el momento, el se iba, el me dejaba. La puesta de sol hacía ver el cielo naranja y el agua se transparentaba con ella. Esta recorría nuestros pies descalzos con el suave oleaje, el viento reboleaba mi vestido blanco y sus rizos ya desordenados. Yo no podía dejarlo, yo le quería, yo le necesitaba. Nunca tuve el valor de declararme ante él, ni él ante mí.

-Te echaré de menos -murmuró cabizbajo. Aún teníamos nuestras manos sujetas mientras paseábamos por la orilla.

-Sabes que yo también. -musité alzando la mirada hacia el puerto, ya estábamos cerca y sentía que mi mundo se derrumbaba.

-No sé que haré por las noches sin nuestras escapadas nocturnas. -reímos levemente los dos.

-Vamos, supongo que en Australia encontrarás a otra persona.

Él se paró y soltó mi mano.

-Nunca habrá una persona como tú Aratsia. -me miró fijamente para luego después volverse y pegarle una patada al agua- créeme que esto me cuesta tanto...

-Ey pero prometimos volver a vernos -corrí hacia él e hice un intento de subirme a su espalda pero caímos en la orilla. Reímos a carcajadas a la vez que una fina capa de agua iba y venía mojándonos la ropa.

Entonces sonó. Sonó el aviso de que el barco estaba a punto de zarpar, el barco de Harry. Él se levanto rápidamente de la orilla y me extendió sus manos para levantarme.

-Es la hora...-susurré.

El suspiró y agacho su cabeza.

-Vamos Harry, prometimos volver a vernos...

-Hagamos la promesa.

-¿Otra vez? -reí levemente- la hicimos como 20 veces en estos tres días.

-Por favor -hizo una mueca graciosa.

Sonreí levemente y empezamos a hacer un juego de manos. No era nada fuera de lo normal pero siempre nos había resultado divertido. Acabamos chocando nuestras manos a la vez que poco después entrelazamos con nuestros dedos. Lo sentía tan cerca pero a la vez tan lejos.

-¿Me lo prometes? -susurré para poco después darle un beso en su nariz.

-Te lo prometo. -rió y soltó nuestro agarre. Tomo mis mejillas con sus manos para acercar mi frente y depositar un beso en ella.

Me sonrió y me rodeo para luego empezar a correr hacia el puerto. Esa sería la última sonrisa que vería de él hasta quien sabe cuando.

Ví como llegó al puerto y subió a la embarcación. Mis rodillas flaquearon y se clavaron en la arena mientras observaba como soltaban las cuerdas del barco y este empezaba a moverse. Juré no llorar este día, pero fue en vano. Una lágrima se escapó y esta ligeramente corría hacia el final de mis mejillas debido al viento.

Quién sabe si lo volvería a ver, a abrazar, a tocar o a admirar su sonrisa, pero las promesas se cumplen...¿no?

 

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