[único]

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—Yo no me lo puedo creer.

La expresión de Kim Taehyung era algo así como la misma que tuvo Min Yoongi al mirar el sobre color azul pastel que tenía un penetrante olor a frutos cítricos. El chico tenía la mano en la boca denotando que ciertamente no lo creía, Yoongi tampoco.

El papel estaba prolijamente en el centro de la mesa como si fuese un mono y ellos unos entregados y esmerados doctores en un laboratorio haciendo investigación; cuatro lados, rectangular, como dijo, de color azul y fragancia a naranjas, mandarinas, fresas ácidas, maracuyá y piña. Sin embargo, lo trascendental de la situación era el contenido de la misma y hasta ahora ni Yoongi ni Taehyung estaban al tanto.

—Sí, yo tampoco —comentó Yoongi, un poco demasiado ceñudo—. Qué procede.

Taehyung se echó a reír nada más al oír sus palabras, y no era para menos. La situación era muy surrealista, y el olor manando con fuerte impacto de penetraciones en las fosas de Yoongi lo estaban volviendo un poco loco. No quería acercarse al papel por simple miedo e incluso en su mente se escuchaba estúpido ¿quién temía de esas cosas, para empezar?

—Qué osadía, la verdad. Yo nunca pensé que viviría para este día —aludió Taehyung, intentando tomar el papel mas Yoongi sacudió su mano.

—Lo pones como si nunca hubiese recibido una... —dudó mucho en decir la palabra, firme se sostenía a que el hecho era bastante extraño.

—Carta —respondió su amigo con una sonrisa burlesca en los labios—. Y no, nunca lo has hecho. No al menos en estos siete años que nos conocemos, cariño.

No había que engañarse Min Yoongi no era popular por su carisma y buena fe entre el proletariado estudiantil. Con dos años de curso en su carrera, la gente bien podía definir su humanidad como una oda a la tragedia. No sonreía, no bromeaba con nadie, casi no musitaba palabra alguna y la mayoría de las personas afirmaban que Taehyung en lugar de mejor amigo, era algo así como un chico de compañía, sólo para darle el poder de decir que sí tenía amigo.

Encontrarse con una carta azul y fragante en su casillero no estaba contemplado en su horario del día, más bien aquello era como levantarse a duras penas, gruñón y desordenado mientras trataba de darle forma a su cabello y vestimenta, llegar a la universidad, gruñirle al portero y tener algunas palabras ácidas con Seokjin porque Seokjin era alguien que merecía burdas palabras altisonante no registradas en el diccionario, entonces, con un humor de los mil demonios, asistiría a sus clases, esperaría pacientemente a que el infierno escolar terminara y con un poco de gusto, aunque sin demostrarlo abiertamente, regresaría a su casa a holgazanear como era costumbre.

Y esa era la rutina de todos los días que variaba únicamente cuando llegaba su preciado fin de semana, donde todo se resumía a flojear a la potencia.

El hallazgo de la carta en la mañana, había alterado su rutina porque terminó no asistiendo a clases debido a que necesitaba asesoría con el experto, el único a quien en realidad trataba de la universidad, Taehyung.

—¿Quién crees que la haya dejado? —preguntó, dudoso. Y era estúpido porque simplemente tenía que leer el contenido y darse una idea, pero igual en el fondo de su mente se alojaba la locura de que al abrir el sobre algo le explotaría en la cara—. ¿Y si fue Seokjin?

Taehyung bufó escandalizado.

—¡No creo que Jin te haya dejado la carta, Yoongo! No eres su tipo.

Yoongi se sulfuró todavía más.

—¡No hablo de que lo haya hecho por gusto, idiota! —gritó, ganando la breve y curiosa atención de los pocos que se encontraba a esa hora por los alrededores de la universidad—. Me refiero a que puede que lo haya hecho para burlarse.

la carta ❀ yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora