Un día solo

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 Como adolescente asocial y hogareño, sus tardes se limitaban a pasarla en la comodidad de su casa, con un buen disco en el mini componente a un volumen casi imperceptible, una taza de café ni muy caliente ni muy fría al lado y la siempre excelente compañía de su pastor inglés; Lanudo.

Y ese fin de semana no era la excepción, no era como cualquier adolescente aparentemente normal que en su situación hubiera armado la mejor fiesta de su vida. Sus padres habían salido de viaje, como de costumbre, y su muy normal hermano, le había pedido guardar el secreto de pasar el fin de semana en la casa de su novia.

Con 18 años, el joven KyungSoo había despertado muy tarde ese día y el primer pensamiento que se alojó en su cabeza fue...

—¿Qué voy a comer hoy? — se le ocurrieron un montón de ideas y mientras se planteaba los pros y los contras de cada una de sus elecciones alimentarias se quitaba la pijama para sustituirla con su ropa de diario, un par de pantalones de algodón muy cómodos, la playera rayada de manga larga y los sneakers azul marino. Salió de su habitación y lo primero que se topo fue con el gran perro blanco acostado fuera de su puerta.

—Ohhh Lanudo— habló con un tono de voz mimoso —¿Qué estás haciendo aquí perrito feo? Vamos, vamos— lo llamó con la mano mientras comenzaba a caminar rumbo a la sala de estar y empezar su adorada rutina.

—¿Qué quieres ver, Nudito? — Preguntó al perro a su lado mientras acariciaba su cabeza con cariño —¿Caricaturas o programas de chismes? — El animal ladeo el cuello en busca de caricias debajo de su hocico —buena elección, Nudín, caricaturas serán.

Y con el perro dormido a los pies del largo sillón en donde yacía acostado, pasó la mañana viendo un maratón de caricaturas clásicas que estaban dando en la televisión por conmemoración del aniversario de la cadena televisiva. KyungSoo no acostumbraba tomar el desayuno ni el almuerzo por lo que los dibujos animados fueron acompañados por una simple rebanada de pan y un par de cucharadas de yogurt natural.

—¿Y si mejor pedimos una pizza? — preguntó a su mascota cuando el reloj marcaba el medio día y él seguía echado en el sillón. El perro ni se inmuto —Ya, ya, no me juzgues de holgazán que tú te quedas dormido todo el día.

KyungSoo se levantó de su cómodo lugar y tomando el dinero y las llaves de la casa salió rumbo al supermercado, deseando tener un coche para poder trasladarse más rápido y no tener que cargar las bolsas del mandado todo el camino y es que quizás si era un holgazán porque el súper estaba apenas a unas cuantas cuadras. KyungSoo vivía en los suburbios en un adorable vecindario bastante tranquilo donde todos los vecinos tenían una relación amena y cordial, le gustaba ese lugar.

El bajito se paseaba por los pasillos del supermercado arrastrando el carrito con pereza, viendo en los anaqueles las muchas cosas que tenía para ofrecer el establecimiento, se le apeteció comprar todas las que tenían colores llamativos pero sabía que debía guardar dinero para el resto de los días y poder subsistir de manera digna, ya no iba a gastar el dinero de la comida comprando galletas para perro, ya había aprendido la lección el día que decidió que Lanudo merecía un postre digno de una mascota de su nivel comprándole galletas importadas de rango gourmet, entonces él se pasó el fin de semana comiendo vegetales congelados hasta que su estómago comenzó a exigir comida más completa y tuvo entonces que pedir ayuda a su hermano, que como solía pasar, estaba metido en donde su novia.

—SeungSoo... moriré de hambre, por favor— pedía con voz lastimosa por teléfono.

¿Por qué le compraste esas galletas a Lanudo? Ni siquiera las merece es un perro tan holgazán como tú.

—SeungSoo... por favor— seguía rogado poniendo el máximo esfuerzo en sonar débil —por favor... o le digo a mamá y a papá que me abandonaste por ir con tu novia.

Hay ruidos en el ático [SeSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora