Parte Única

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Me entristecía verla desanimada. Sus amigas no podrán venir en sus vacaciones, ya que los boletos de avión estaban mal, la próxima semana tendrían que trabajar de nuevo. Por lo tanto, Min lucía triste y sin ánimos de nada.

—Oye, Min —la llamé, pero ella me ignoraba.

Suspiré e intenté de nuevo.

—¿Mi amor? —me senté a su lado, en el piso. Mientras veía cómo acariciaba a Jin.

—¿Qué sucede? —me pregunta.

—Sucede que quiero verte bien —le respondo.

—Lo estaré.

—¿Me permites animarte? ¿Por favor?

—Sólo déjame tranquila unos momentos.

Hice una mueca—. De acuerdo, te amo —le besé la cabeza y me dirigí a la cocina.

Siempre respeté su espacio y no mostré alguna queja, realmente la comprendo. Debe sentirse fatal, las visitas que hace con sus amigas no son constantes. Ella las quiere mucho, son muy agradables y simpáticas, sin embargo; mi Min no se siente bien.

Pensé entonces, en preparar una sopa de vegetales. Que recuerde, cada vez que ella la toma se siente bien, adoro verla con el estómago lleno y calentita en mis brazos. Sonreí, a la vez que pelaba unas papas.

Mientras esperaba a que se haga la sopa sentí a Min detrás de mí.

—Aunque seas pequeña —le digo—, mi corazón puede sentirte a kilómetros.

La escucho reír—. ¡Ah! Callate, JiSoo.

Me doy la vuelta para mirarla, estaba sentada en la mesa, balanceando sus pies.

—Estamos conectados, ¿no crees? —me acerco y tomo sus manos.

—Mejor dime qué haces.

Rió por éso, al notar un rubor en sus mejillas—. Cocino sopa de vegetales.

—Oh~ qué rico.

—¿Ha comido Jin?

—Sí, está en el patio ahora.

—Bien, porque nosotros no comimos aún.

Dejo mis manos en su rostro y me acerco a besarla, sus labios estaban ligeramente fríos; aun así me gustó. Nos separamos un poco, pude apreciar sus ojitos cerrados. Hacemos el típico «nariz con nariz» y siento cómo me abraza, mientras me dice que me ama. Me quedo callado, amo esa sensación poderosa que le da a aquéllas palabras. Porque siento que es verdadero, puedo sentir que me ama de verdad cuando me acaricia, cuando me escribe, cuando me habla o tan sólo cuando me mira.

Puedo sentir que Min me ama y me siento privilegiado, me siento totalmente afortunado. No existen hombres que se sientan como yo, porque la tengo a ella y lo agradezco.

—Yo también lo hago, cariño.

Mientras tomábamos la sopa de vegetales, ella me elogia diciendo que me ha salido estupenda y deliciosa. Me río ligeramente, tratando de tapar mi boca con mi mano, le susurro un «gracias». Si supiera que todo lo que soy y todo lo que hago lo aprendo al mirarla.

—¿Sabes qué me gusta aparte de ti? —le pregunto, sereno. 

Me mira confundida—. ¿Disculpa?

Chasqueo la lengua—. Sí, éso.

—Oh, pues..., depende a qué te refieras.

—Conejos —sonríe—. Me encantan los conejos.

—¡Lo sé! ¿Cierto? Son muy bonitos.

Sonreí en grande—. Quiero que me acompañes a un lugar.

—Ah, no —deja la cuchara en el plato—. Si buscas que salga de casa, estás equivocado.

Suspiro—. Es sólo un momento, ¿sí?

—De acuerdo. Pero no quiero que me hables después de esto —observo cómo toma de nuevo la cuchara y continúa comiendo, reí. Ella es tan linda.

Habíamos tomado una ducha, nos cambiamos también, no me dijo ninguna palabra desde entonces.

—¿Puedes alcanzarme las llaves del auto? —le pregunté a la vez que miraba una dirección en mi móvil—. Por favor.

La oigo suspirar y, al rato, ya estábamos en camino al vehículo.

—¿A dónde nos estamos dirigiendo? —me pregunta, cuando paro en un semáforo.

—Tú déjame a mí.

Susurrando—: A veces me asustas.

La parada que buscaba no era tan cerca, pero tampoco lejos. Me estacioné cerca de un refugio para animales, en su mayoría roedores. Conocía muy bien esto.

—Acompáñame —le tendí mi mano y como una niña pequeña la sujetó.

Observaba su rostro cada vez que nos acercábamos al refugio. Cuando estábamos al frente, ella leyó el cartel y me miró emocionada.

—¿Es lo que creo que es? —pregunta, brincando sin soltar mi mano.

—No lo sé, dime tú.

A la fuerza, corrió llevándome con ella, extrañaba a esta Min.

Nos atendieron, fueron amables y de entrada nos mostraron los conejos. Min se puso de cuclillas, observándolos. Un pequeño conejo blanco y con manchas color crema, o un café muy claro, le brincó a sus piernas.

—Al parecer le gustas, Min.

—¡Todos son muy lindos, JiSoo! Los quiero todos.

—Lo sé, cariño, recuerda que tenemos a Jin también —le recordé.

Min se paró y en brazos cargaba al animal. La joven que nos atendió nos comentó que era una hembra y que estaba en condiciones perfectas para ser adoptada. Firmamos algunos papeles y nos la llevamos, con algún que otro juguete para ella y Jin, también compramos balanceados especialmente para ellos.

—La coneja tiene que tener su jaula, Min. Puede hacerle mal el camino. Compramos una y en el asiento trasero la dejamos, tapada con algo.

Titubeó, pero accedió.

Regresamos al refugio, donde al lado tenían un pequeño local de alimentos para animales —donde compramos— para preguntar si tenían una jaula para la coneja.

—No quiero que esté encerrada —me dice, mientras la mira.

—¡No! Claro que no, ella puede salir, no permitiré que esté mucho tiempo adentro de la jaula.

Me mira y me sonríe—. ¿Cómo le pondremos?

—Piensa en algún nombre corto.

—¡Lola! —dirigiéndose al animal—: ¿Te gusta ese nombre, cierto? —me mira—. Sí, le gusta.

—Vaya, yo no aporté nada —la escucho reírse apenas—. ¿Te encuentras mejor?

—Mucho. Gracias.

Suspiro aliviado—. No es nada —y en tono de broma, le digo—: Ni creas que para la próxima pasará lo mismo.

La observo y tiene el ceño fruncido, me causaba mucha ternura—. ¡Oye!

—Es verdad, Min, entiendo que te hagan bien, pero ellos no están para complacernos.

—Ah~ Tengo al mejor novio.

—Lo sé.

Reímos y entramos a la tienda.

...

idk qué hice ;-;

coneja × joshua hong [one shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora