Devils

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«Crux Sancti Patris Benedicti

Crux Sacra Sit Míhi Lux

Non Dráco Sit Míhi Dux

Váde Rétro Sátana!

Númquam Suáde Míbi Vana

Sunt Mála Quaë Lébas

Ipse Venena Bibas».

Ten recita el cántico con las manos juntas a la altura de su pecho, su túnica roja le llega a los tobillos y la capucha le cubre gran parte del rostro. El rezar siempre había sido un hábito que hacía desde que tenía memoria —probablemente incluso desde antes— ya que sus padres habían sido grandes creyentes y partícipes de unos de los monasterios más grandes e importantes del país. Pero esta vez, no reza por simple costumbre o para hacer saber a algún Dios que lo necesita y le agradece vivir, tampoco lo hace para librarse de sus pecados; esta vez reza en busca de la paz en el alma de otro muchacho joven, de Yuta, un chico a quien quiere más que a cualquier otra persona en el mundo, un chico a quien necesita y anhela con todo su cuerpo y escencia, un chico a quien sin lugar a dudas ama.

Está tan sumergido en las palabras en latín que hasta puede oír un inexistente ritmo resonar en los antiguos y descuidados muros de aquel monasterio, ora por paz, por liberación, por poder estar con su amado por el resto de sus vidas sin ningún impedimento. Hace la señal de la cruz, y por un momento se siente sin esperanza. Un escalofrío le recorre la espina vertebral, se voltea mientras deja caer su capucha.

El joven frente a él sonríe ladinamente.

Quizá, para entender mejor la situación habría que comenzar a relatar desde lo sucedido hace unos tres días...

—Bonito, te amo. —Yuta susurró contra la sien del menor, lo abrazaba fuertemente bajo las cálidas mantas de su cama, siendo sus brazos aún más cálidos.

—Y yo a ti. —Le respondió Ten con una pequeña sonrisa, rozando su respingada nariz contra la mejilla del castaño—. Es una lástima que tengas que irte. —Su sonrisa se borró y se convirtió en una lastimosa mueca—. Me gustaría despertar todos los días a tu lado. —Se aferró a su cuerpo.

—Lo sé, bonito, a mí también —suspiró el mayor—. Te prometo que ya podremos dormir juntos sin escabullirnos y que amanecerás siempre en mis brazos, te prometo que te tomaré de la mano cada vez que lo desee yo y lo desees tú y que te besaré sin la necesidad de esperar a estar solos.

—¿De verdad? —Los brillantes ojos del tailandés demostraban el deseo por que aquella promesa se cumpliera.

—Claro que sí —juró—, sólo espera un poco más —besó la comisura izquierda de su boca.

—Quédate un poco más... hasta que me duerma —suplicó Ten. Sus dos compañeros de habitación dormían profundamente, la gruesa y pesada tela rojo oscuro cubría a su cama y a su cuerpo casi fusionado con el de su novio por completo.

—De acuerdo —aceptó, con un tono tan bajo, casi inaudible, que ni él mismo pudo oír.

Cuando el japonés notó que su pequeño amante había caído en brazos de Morfeo, se separó lentamente conforme corría la cortina de la cama, su mirada se topó con el enorme reloj que albergaba en la habitación. Las 3:00 a.m, la tan conocida hora del Diablo, el tiempo muerto del que tanto había oído hablar y que, según los exorcistas, era la mejor hora para cazar demonios, o que ellos te cacen a ti.

Con coraje se levantó de la cama sin importarle la tan dichosa hora, había recorrido los pasillos de aquel monasterio en una gran variedad de momentos y nunca le había sucedido nada fuera de lo común, además, todo allí estaba protegido por la más pura espiritualidad, las posibilidades de que algo oscuro le sucediese eran casi escasas. Aunque es cierto que se hubiera quedado aunque sea unos cinco minutos más al lado de Ten, en la cama, de no ser por el temor de quedarse dormido y por la mañana ser pescado por algún monje superior, los otros dos chicos que dormían como rocas, o alguna otra persona del lugar, sabía que si descubrían su pequeño secreto de amor no habría piedad y los separarían. Sólo un poco más y aquellos años de ocultamiento y avidez habrían valido la pena, ambos se irían de aquel lugar y vivirían juntos sin más.

Becoming The Devil [YuTen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora