En el momento que describí el libro, recordé haber visto que Skyle llevaba un libro parecido a aquel en donde yo había encontrado el arma, sin embargo, no podía estar segura si era el mismo o no ya que no le presté mucha atención; Trevor se había quedado en busca de mi respuesta y de inmediato le mencione todo eso, afortunadamente le habíamos dicho que nos fuera a ver al departamento más tarde, así que dejamos el arma y nos fuimos de vuelta para sacarnos de dudas por cualquier cosa.
—No lo sé, ella se ve demasiado indefensa para tener esa clase de arma. Aparte, unos segundos después de haberse ido de donde estábamos fue que sonó la alarma.
—Puede ser, pero no sabemos si era suya o de quien esté en su misma habitación. Se me hace demasiada coincidencia que el libro fuera idéntico o al menos muy similar. —abrí la puerta a nuestro sitio y al entrar el teléfono comenzó a sonar. — ¿Tenemos teléfono?
—Sólo sirve dentro del área y no más allá de los edificios. —caminó hacia el teléfono y respondió. — ¿Aló?
Yo me acerqué despacio hacia donde estaba él y me comenzó a mirar algo preocupado pero nervioso a su vez.
—Es ella... —susurró y jadeé. — ...Ah, sí. Supongo entonces que ya sabes dónde estamos.
Yo me quedé viéndolo al llamar y al colgar de inmediato fue al baño.
— ¿Por qué tan de prisa?
—No sé si huelo a caño, así que me voy a dar una ducha de inmediato. —gritó ya desde dentro, así que en ese entonces yo misma me olí también y fruncí el ceño, porque si olía un poco.
—Apúrate por favor que yo también huelo mal. —me acerqué a golpetear la puerta del baño y lo escuché gruñir.
Mientras tanto, me fui a mi habitación, saqué mi ropa, me puse sandalias y me fui hacia la cocina a tan siquiera preparar algo de café con unos sobres que vendían; me puse a revisar que todo estuviera en orden y no hubiera artefactos sospechosos de Trevor, quien minutos después salió y de inmediato yo corrí para darme un baño.
Me daba miedo que Trevor fuera a meter la pata diciendo algo que no, era bastante torpe o bueno, al menos lo que conocía de él apenas, sin embargo estaría bien atenta a las circunstancias para saber cómo actuar en cualquier tipo de situación que se llegase a presentar; las manos me temblaban más de lo normal, así como si estuviera cometiendo alguna clase de delito y que la policía llagase a estar cerca de descubrirme, aunque bueno, realmente nos metimos a dos departamentos distintos más temprano cuando debimos estar en la formación, pero no creo que eso llegara a importar y también sabía que a pesar de que Skyle fuera de confianza, no podríamos decirle a la ligera que habíamos roto las reglas, así mismo como no tenía ni la menor idea de cómo le íbamos a preguntar por una pistola si se supone que no deberíamos de haber estado en su departamento: todo era muy inconcluso y por más que buscara una forma, no lograba concentrarme.
Escuché al salir de la ducha que ambos ya estaban platicando en la sala, aparentemente por las risas, y como se escuchaban, era porque Trevor aún no había mencionado una sola palabra acerca del tema. Me acerqué a ellos saludando a Skyle de inmediato y tras sentarme junto a ella, Trevor se levantó a la cocina por algo de café.
—Aspen, me fascina la idea de haberlos conocido, ¿sabes? Son básicamente los únicos amigos que tengo.
— ¿Hablas en serio? ¿Qué hay de tu acompañante de cuarto? —me recargué en mi mano e hizo una risita incómoda.
—Es un chico que se la pasa fuera del departamento, apenas y le veo el polvo. Ni siquiera sé su nombre. —era bastante curioso, aunque también me sentí mal por ella.
—Entonces no lo conoces. Debe ser un tipo nefasto.
—Oh no, yo no diría eso. Él siempre lleva comida al departamento y es quien me ha conseguido los libros que me encantan leer. Aparte, lo movieron a mi apartamento apenas unos días antes de llegar.
— ¿Sabes dónde consigue esos libros? —apareció Trevor con tres tazas de café entre manos y tras pasarle una a Skyle y a mí, se sentó.
—No lo sé en verdad, pero es un chico muy misterioso.
—Oh, hablando de libros... —comencé a decir cuando Trevor me interrumpió.
—Dinos Skyle, de que se trata aquel libro que llevabas contigo cuando te vimos. Sé que es algo inesperado de preguntar, pero creo ya haber visto esa portada.
Y bueno, a Trevor se le ocurrió una mejor idea de investigar el asunto, que yo por poco y me voy directo al grano con un « ¿alguna vez se te ha ocurrido esconder algo en un libro?»
—Bueno, en realidad no lo he empezado, pero me han dicho que es bastante bueno.
—Espero que cuando lo termines puedas prestármelo a mí o a Aspen para leer, ya que como puedes ver, en este departamento no hay nada interesante por hacer. —me miró sonriente, aunque su mirada me pedía que le siguiera el juego.
—Sí, lo único que uno puede hacer es molestar a tu vecino de habitación.
—Oh, ni se diga. Por favor, haz que deje de molestarme en la madrugada. —rió y le di un ligero golpe en la pierna.
—En verdad quisiera, aunque es muy grueso y no sé cuánto tiempo tarde en leerlo, pero en cuanto lo termine se los prestaré.
Skyle tras un silencio incómodo aclaró su voz y la miré unos segundos en busca de alguna respuesta.
—Lamento el silencio, es sólo que ya no sé qué decir.
—No hay problema.
—Está bien, aun así sólo quería pasar rápido a saludar y quizá a conocerlos un poco mejor aunque creo que es hora de regresar, ir a mi departamento y leer un poco más. Después de todo lo que sucedió hace unas horas sigo con la cabeza en las nubes sin comprender mucho de lo que sucede. —dejó la taza en la mesa de centro y se levantó. —Les agradezco haberme invitado pero entre más rápido lea ese libro, más pronto libraré a Trevor de Aspen en la madrugada.
Trevor y yo nos reímos a regañadientes y nos levantamos para acompañarla a la puerta, aunque sentí que había sido muy poco tiempo y quizá se había incomodado un poco, sin embargo debía hablar con él acerca de la plática en cuanto supiéramos que Skyle se había marchado por completo de ahí. Trevor cerró la puerta a sus espaldas y llevó sus manos juntas palma a palma frente a su nariz y boca quedándose en silencio un momento.
—No sé qué decir.
—Trevor, puede que sea Skyle quien vive allí y su compañero es el portador de dicha arma. Quizá ella ni siquiera sabe qué hay un arma allí.
— ¿Y si el arma es de ella?
—Ya te dije. La vimos con el libro momentos antes de que llegaran los policías. No creo que haya corrido de inmediato a dejar el libro y regresar en un santiamén a la formación.
No se me podía ocurrir algo más después de las palabras de Trevor, así que quise comenzar a borrar mi cuestionamiento hacia ella, sin embargo no iba a dejar pasar de largo que podría ella estar involucrada en la situación aunque yo no quería pensarlo realmente así.
—Aspen, ¿qué te parece la idea de ir a conocer más gente en la zona? Así podremos ampliar tu campo social.
—Suena bien. ¿Conoces a más personas?
—Vamos, nueve años no han sido en vano. Andando. —volvió a abrir la puerta y nos encaminamos a los jardines de la entrada, cercano a donde yo había llegado directamente a buscar mi nombre y ver en qué edificio me tocaba.
Los jardines eran agradables a pesar de que fuera una comunidad muy grisácea por las fachadas de los edificios, eran lo que le daba vida al lugar con tantos árboles, flores de tantos colores y el aroma de la tierra mojada que te dejaba sin habla a cada respiro: Trevor me dirigió sin parar a alguna banca donde estaba sentado un chico de mala pinta, una expansión en la oreja, piercings en la ceja, labio y en la nariz como toro, incluso tenía tatuajes que sobresalían por su cuello y de ahí se escondían por su chamarra negra; traía puestos unos audífonos grandes que le cubrían toda la oreja y un gorro de nieve que cubría la diadema de estos. Parecía todo un chico malo, tanto que hasta me daba miedo hablarle, hasta que él nos miró, se quitó los audífonos con cuidado de no dejar caer el gorro y me helé con sólo sentir su presencia que se volvía más pesada al tener contacto con su mirar.
—Trevor, tenía tiempo que no te veía. —a pesar de su fachada, tenía una voz grave y dulce.
—Misael, te presento a Aspen. Es mi nueva compañera de habitación. —me dió un leve empujón hacia él y sonreí algo nerviosa.
—Hola. Mucho gusto. —en cuanto terminé de soltar las palabras, extendió su mano para que la estrechara y así fue.
—El gusto es mío, Aspen. —me miró cauteloso y con sigilo repitió mi nombre varias veces. —Aspen. Tú nombre es muy lindo. Jamás lo había escuchado cerca de aquí, o tal vez sí...
—Bueno, muchos dicen que es nombre de chico, pero me gusta. —columpié mis brazos de adelante hacia atrás y río un poco.
—Creo que alguna vez alguien mencionó tú nombre o algo parecido. Quizá por eso me suena familiar.
—Bueno, tengo una amiga solamente, quizá fue ella. —me encogí de hombros y se negó sin dejar de dirigir sus ojos negros hacia mí.
—Fue un hombre.
—Tu novio, zanahoria. —Trevor me tocó del hombro al decirlo y jadee.
—Elliot. Seguramente fue él.
—Oh, sí, ahora lo recuerdo. Fue hace unos días cuando él lo dijo.
— ¿Lo conoces? —comencé a emocionarme porque quizá podría saber dónde se encontraba mi novio entre todos estos edificios.
—Algo así. Está en el mismo piso que yo. —en ese momento miré a Trevor con la sonrisa más grande del día y giró los ojos con una sonrisa incómoda. —No he hablado con él desde que llegué aquí, pero sé que tú esperas hacerlo con ansias.
Nos explicó dónde vivía Elliot y yo estaba más que eufórica por poder ver a mi novio, quería salir corriendo a su departamento, verlo, abrazarlo y poder contarle miles de cosas, obviamente que mantendría en secreto todo lo que había pasado entre Trevor, PJ y yo, o tal vez, por la otra mano, Elliot nos podría ayudar: todo dependía de lo que decidiera Trevor, pues era quien tenía buen ojo en las personas en las cuales confiar, porque por mi parte yo se lo contaría de inmediato ya que confío en él y he puesto en sus manos varía información mía y de mi familia sabiendo que puedo obtener su discreción y saber con certeza que lo guardaría, conociéndolo bien después de estos cinco meses de relación.
Misael se despidió de nosotros, diciendo que era todo un placer haberme conocido y que podía contar con él si necesitaba algo, yo agradecí y me llevé a Trevor a rastras para buscar a Elliot en aquel edificio que amablemente nos habían dicho: ahora me sentía bastante mal de haber juzgado a Misael por su apariencia, no obstante, había aprendido que no debía simplemente deducir la personalidad de alguien por cómo se veía.
Cada paso que daba de camino a Elliot, era una descarga pequeñita por todo mi cuerpo, el saber que vería a mi novio, tenerlo cerca y poder abrazarlo después de algunas pesadas horas y momentos. Sabía que todo estaría bien, podía percibirlo y sabía de lo que estaba hablando Henry en la cafetería con eso de dar con tu alma gemela y vaya que era muy intenso ese sentimiento; comenzamos a subir y de la emoción decidí ir de dos escaleras en dos escaleras, no sabía si mi pulso era pesado por el ejercicio o de la emoción, pero en cuanto me detuve frente al piso que era y vi el número 803, un escalofrío recorrió mi cuerpo, miré a Trevor algo emocionado y con su mano me indicó que tocara a a puerta.
Toqué con algo de miedo, pero con la fuerza suficiente como para que se escuchara.
Me estaba tambaleando en mi lugar y poco a poco me fui quedando quieta, pues nadie respondía a la puerta: volví a buscar la mirada de Trevor y se encogió de hombros sin decir una sola palabra. Así que volví a tocar con más fuerza.
Y otra vez toqué, con desesperación, porque necesitaba ver su rostro.
—Vas a derribar la puerta. —escuché a mis espaldas y cuando volteé, mis ojos se inundaron en lágrimas.
Allí estaba él.
— ¡Elliot! —me lancé a abrazarlo y me apretó, aunque al siguiente segundo se separó de mí y me clavó una mirada de confusión.
— ¿Cómo es que diste con mi habitación?
—Pues, Trevor me presentó a uno de sus amigos y él te conocía.
—Yo soy Trevor. —se puso a nuestro lado y levantó su mano para hacerlo evidente.
—Elliot, te presentó a Trevor, mi compañero de cuarto. —me limpié los ojos y ambos se estrecharon la mano.
—Me gusta saber que estás con un chico porque sé que vas a estar protegida. Pero me dan celos. —terminó de decir y aquel se rió entre resoplidos y trompetillas.
—No te preocupes por mí...
— ... ¿eres gay? —interrumpió mi novio y la cara de Trevor fue la mejor. Sus ojos casi se le salían de las cuencas.
—No. No. No. —reía incómodo sin dejar de mover sus manos al negarse. —No. Simplemente respeto su relación y creo que me gusta alguien más.
—Espero no ser yo. —bromeó Elliot y mientras yo me solté a carcajadas, él lo miraba con desprecio. —Es broma, amigo.
Elliot le dio una palmada en la espalda a Trevor y él sólo suspiró con fuerza.
—Aspen, quisiera poder verte más tiempo, ¿en qué departamento estás?
—Dieciocho. Sabes que puedes ir cuando quieras. Te extrañé muchísimo.
—Y yo a ti. —me besó y todo el estrés que tenía acumulado, simplemente desapareció.
—Estaré en las escaleras. —escuché decirle a nuestro espectador y lo detuve.
—Espera. —me alejé un momento de Elliot y me acerqué a Trevor para sacarme de dudas entre susurros. — ¿Crees que Elliot pueda saber todo?
—No vamos a ir por la vida diciéndole a todos lo que sabemos, Aspen. Mucho menos lo de PJ, los roba identidades y cualquier secreto que sepamos. —marcó unas comillas con los dedos al decir roba identidades y me miró algo indeciso seguido de un profundo respiro. —Mira, sé que es tu novio y te quieres casar con él, pero te he dicho que no debemos confiar en nadie y me aterra el hecho de saber que si le decimos a una persona errónea sobre todo esto, lleguemos a salir involucrados y al rato nos sigan a nosotros, ¿entiendes?
—Entiendo. Sólo quería saber y por eso te pregunté. —me pasé la mano por el cabello con algo de decepción y sonreí tranquila.
—Gracias por preguntarlo antes, zanahoria. Ahora, hablando de eso, tenemos ciertos pendientes con PJ. —me dio unas palmaditas en el hombro y me dirigí de nuevo hacia Elliot.
— ¿Podemos vernos mañana?
— ¿Qué día es mañana?
—Jueves, al parecer.
—No creo poder, Aspen, tengo que ir a entrenar. Ya sabes, actividades que ponen en estos sitios. —acarició con ternura mi cabello y sonreí algo desanimada.
— ¿Qué actividad tienes? —apareció Trevor de nuevo y mientras me abrazaba Elliot, respondió.
—Practico tiro. Espera, ¿tú también? —lo miró sonriente y Trevor se encogió de hombros algo ansioso. —Tal vez por eso tu rostro me resultaba familiar.
— ¿Cuánto tiempo llevas? —Elliot me miró y luego regresó a Trevor.
—Ya un tiempo. —su plática terminó ahí y con el pulgar arriba de mi compañero hacia mi novio. —Bueno, nos vemos el viernes, Aspen.
—Esperaré con ansias. —le planté otro beso, un abrazo y nos separamos.
Los chicos sólo se despidieron extendiendo su mano y cuando me volteé noté que Trevor seguía viéndolo, miré de nuevo a mi novio y sentí un empujón para seguir caminando.
Me agradaba saber que de alguna manera ellos dos ya se conocieran, de cierta forma me brindaba paz, sobre todo porque Elliot se mostraba tranquilo al conocer a Trevor y no había perdido la cabeza como seguramente me pasaría a mí si estuviera en sus zapatos. Afortunadamente yo no me sentía así aunque él fuera compañero de una chica, porque sabíamos cuánto nos queríamos y en verdad cuánto daríamos por seguir juntos hasta el fin de los tiempos.
Caminamos hacia nuestro edificio para poder recapacitar algunas cosas y alistarnos para salir a averiguar qué es lo que estaba pasando por las calles de mi antigua casa; Trevor caminaba cabizbajo con una mueca de seriedad, yo no entendía si esa era su cara siempre o algo malo pasaba en su cabeza, así que intenté soltar las palabras hasta que recordé el momento incómodo que le hice pasar al haber preguntado de más por su abuelo. Opté por quedarme callada y cerré mi boca tras haberla abierto con emoción para seguir mi habla.
Me miró y sonrió.
—No es nada, sólo estoy pensando en qué podría pasar esta noche. —me sentí aliviada de que respondiera mi duda, pero al caer en cuenta que no dije nada me giré a verlo algo inconclusa. —Vi tu cara de preguntona, supuse que eso era, ¿o no?
—Sí, no quería molestarte otra vez.
—Lamento haber reaccionado de aquella manera ayer. Simplemente no me sentía muy bien tras haber pensado demasiado en mi vida y esas cosas. —llevó sus manos detrás de su nuca al caminar y suspiré tranquila.
—Esperaba que no me fueras a odiar desde el primer día. —tan sólo me miró burlón y fruncí el ceño.
—Oh, es que no puedo odiarte si debo pasar el resto de mis días contigo. —giré los ojos y cuando me di cuenta, ya estábamos frente a nuestra puerta. —Ve a ponerte algo de ropa oscura, no necesitamos parecer que vamos a una fiesta.
Corrí a mi habitación a cambiarme y entre mis cosas encontré la foto de mis amigas y mis padres, siendo mis pensamientos interrumpidos por una ola de recuerdos y montones de emociones revueltas en segundos, quería verlos y no sabía si los volvería a ver, hablando mayormente de Juno y Darcy, pues si la suerte me acompañaba, esta noche vería a mis padres.
Trevor tocó a mi puerta y mi mente volvió al presente, diciéndole inmediatamente que pasara mientras que intentaba esconder aquellas fotos. Lamentablemente, cuando entró, la foto de mis padres voló al suelo y la recogió.
— ¿También los extrañas?
—Sí, obviamente. Llevo dos días lejos de ellos y tengo la misma esperanza de una niña de preescolar que al terminar el día podrá correr a los brazos de sus padres y abrazarlos, pero luego recuerdo que si no es por escapar, tal vez no pueda volver a verlos. —de inmediato los ojos se me llenaron de lágrimas y Trevor se sentó a mi lado con los brazos extendidos. Quizá era el primer abrazo de amigos que nos dábamos, fuera de agradecimiento, pero no lo pensé dos veces cuando me eché a llorar a sus brazos y me apretó.
—Aspen, estoy segura de que tus padres estarían muy orgullosos de ti si supieran lo increíble que eres y cómo te volviste una pieza clave para resolver algo que ha estado inconcluso por tanto tiempo. —no me despegó de él, pero podía imaginarme que lo decía con su cara de seriedad al decir la verdad, así que mi llanto comenzó a cesar. —Yo no sé a dónde fueron a dar mis padres después de que yo terminé aquí. Mi abuela aún sigue en nuestra vieja casa, pero ellos no. Ella padece de pequeños traumatismos que le causaban molestias a mi madre tras haber desaparecido mi abuelo. Ella lo buscaba todos los días como si algún día fuera a aparecer una vez más, pero no.
Me di cuenta que su voz se había vuelto ronca y temblorosa, así que me separé de él, froté sus brazos y con los ojos medio húmedos sonreí.
—Luego me dices más a fondo sobre eso, pero te necesito fuerte para lo que vamos a hacer.
—Eso suena a algo que yo debería decirte, así que, gracias por querer escucharme. —se levantó y me sonrió.
—Gracias a ti por entender cómo me siento.
—Poco a poco te acostumbrarás, zanahoria. —me dio la mano para levantarme de mi cama y descubrí que yo no me había ni cambiado por estar distraída. —Vístete.
Asentí y salió de mi habitación para que yo me terminara de alistar.
A pesar de tener una cara de enojo bien plantada en él, Trevor tenía un corazón y un lado cálido que jamás creí poder llegar a ver. En poquitos días había aprendido a tomarle confianza y debía aceptar que pasaríamos un largo rato juntos, aunque por ahora debíamos concentrarnos en nuestra próxima movida.
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Inmarcesible
Aksi¿Qué harías si vivieras en un mundo donde no puedes envejecer si no encuentras el amor verdadero? Aunque sin tu alma gemela los segundos están contados para morir, o de lo contrario podrás envejecer a su lado. Y esto es lo qué pasa en Inmarcesible...