Corría por el bosque apresuradamente mientras sentía las hojas mojadas bajo mis pies descalzos, la neblina era mas espesa a medida que avanzaba y se me hacía mas difícil respirar. Trataba desesperadamente de gritar para llamar a mis padres, pero las palabras se negaban a salir de mi boca. Poco a poco me vi envuelta en una densa atmosfera blanca y un grito de pánico salió de mi:
−¡Por favor no me dejen sola!
Y las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas sin parar, como dos ríos en plena tormenta.
Derek se incorporó a mi lado, tomándome en sus brazos y besando mi frente:
−Amor fue solo un sueño, tranquila, aquí estoy y no me iré, tranquila preciosa.
Dijo mientras acariciaba con dulzura mi espalda.
Yo seguía llorando sin parar, mientras mi corazón latía a mil por hora.
Estás pesadillas cada vez se volvían más frecuentes desde que había dejado de fumar hierba. Lo sé, ese vicio era dañino para mi, pero era lo único que me daba paz y me hacía sentir en calma de toda la tormenta que guardaba por dentro.
Me levanté de la cama repentinamente y me dirigí a mi armario:
−¿Dónde está? Lo necesito maldita sea – gritaba mientras arrojaba mi ropa por toda la alfombra color gris de la habitación.
−Si estás buscando lo que creo que estás buscando me iré de aquí, no pienso compartir mi vida con alguien que no respeta la suya.
Me quedé inmóvil al escuchar esas palabras, e inmediatamente mi llanto se desató de nuevo, arrojándome al suelo.
−Tu no puedes, no puedes dejarme-
−No me quedaré aquí para ver como acabas con lo más hermoso que tengo en mi vida: Tú – dijo mientras acariciaba mi rostro sentándose en el suelo junto a mi – Te amo Irina ¿lo sabes? Odio verte así, pero aquí estoy para apoyarte y ayudarte a salir de esto, pero si tú lo que quieres es seguir intoxicando tu cuerpo, no puedo quedarme para verlo. Eres mi vida entera.
Mis ojos se cristalizaron nuevamente al oír aquella declaración. Nunca nadie me había dicho algo así, nunca me había sentido importante para nadie. Además, millones de veces en mi soledad había imaginado su rostro diciéndome que me quería.
Pero ahora era real, ¡mi sueño era real! Y lo iba a echar a perder por un maldito vicio. ¡Qué pasa contigo Irina, contrólate!
−Perdóname – mi voz apenas se oía en la habitación – Tú también eres lo más bonito que tengo, sin ti me muero. Contigo aquí, viendo en tus ojos el amor que sientes por mi, no necesito nada más. ¡Perdóname!
−Siempre serás mi vida entera. ¿Te cuento un secreto, pero prometes no burlarte de mi? O peor aún, asustarte.
Solté una risilla mientras secaba mis lágrimas.
−Claro que me reiré de ti, suéltalo.
−Hace un tiempo, vi tu cara en un anuncio de One House, así que me puse en tu búsqueda hasta que llamé a la empresa para pedir tu email, sabía que era más sencillo que me dieran eso que tu número de celular. Luego te envié una solicitud de un presupuesto, ficticio por supuesto, la cual respondiste groseramente diciendo que para eso tenía que ponerme en contacto con tu secretaria – ambos reímos y Derek me dio un beso rápido en los labios – Pero me diste justo lo que necesitaba, en la firma de tu email venia tu número de celular. Y desde entonces te llamaba a media noche o en la madrugada, cuando el insomnio me atacaba y no paraba de pensar en ti, en lo hermosa que te veías en ese anuncio, el cual había recortado y tenía en un portarretrato al lado de mi cama. Demonios te extrañaba tanto.
Lo miré fijamente y él me miró a mi. Creo que no fue consciente de lo que había dicho hasta que vio las lágrimas corriendo por mis mejillas y mi enorme sonrisa dibujada en mi rostro.
−Me siento aterrada, así que eras tú el que me llamaba misteriosamente cada noche ¿eh? Podría acusarte de acoso.
−Tu puedes acusarme de lo que quieras, solo si prometes ir a hacerme visita conyugal a prisión.
Ambos reímos.
−Entonces realmente nunca me olvidaste, ¡wow!
−Nunca.
−¿Entonces porqué me dejaste?
−Era joven y estúpido, pero no hubo día que no me arrepintiese y me odiara a mi mismo por cada lágrima que derramaste por mi culpa. ¿Crees que algún día puedas perdonarme?
−Te amo – solté.
Derek me beso tiernamente. Un beso pulcro, lleno de amor, de comprensión, un beso que parecía había guardado durante mucho tiempo. Mis dedos se deslizaron por su cabello alborotado y no pude evitar sonreír. Si esto era un sueño no quería despertar. Mis madrugadas ya no eran tristes, con él a mi lado mi vida estaba llena de amor.
−Hace mucho te perdoné.
−Gracias prometo no volver a hacerte llorar.
Sonreí y acaricié suavemente su rostro.
−Debemos dormir hermosa – dijo mientras me tomaba en sus brazos y nos dirigíamos a la cama nuevamente.
Nos metimos entre las sábanas y él me acurrucó en sus brazos:
−Te amo más que a nada en el mundo.
Sonreí y sin darme cuenta me quedé dormida, así, acurrucada en su pecho como un animalito cuando se siente protegido.
***
Me había despertado antes que Derek. Verlo dormir junto a mi era lo más hermoso que podía tener, y me hacía preguntarme cómo era posible que ese hombre tan maravilloso estuviera dispuesto a aguantar tanto drama a mi lado. Él podía estar con la chica que quisiera, pero me había elegido a mi.
Sonreí y me dirigí a la cocina. Quería prepararle un desayuno inolvidable solo porque sí. Quería que supiera que lo amaba y que agradecía que estuviese conmigo a pesar de todo. Además, lo había notado algo nervioso por una cita que tenía hoy con el dentista, al parecer le tiene pánico, así que quería darle ánimo desde temprano.
Le preparé unos huevos revueltos, tocino, pan francés y un delicioso café como a él le gusta, y se lo llevé a la cama.
Derek me miró con los ojos entre cerrados, pero al sentir el olor a comida de inmediato se incorporó:
−¿Y esta sorpresa a que se debe? – dijo sonriendo ampliamente.
−Solo a que eres el mejor del mundo.
−No lo creo, pero si tengo a la mejor a mi lado, mi muñeca.
Terminamos de desayunar juntos en la cama, mientras el sol del mañana se inmiscuía en la habitación. El silencio se había hecho presente entre ambos, sin embargo, no era incómodo, ya que con nuestras miradas éramos capaces de expresarnos todo. Y en este instante su mirada delataba preocupación.
−Si quieres puedo acompañarte al dentista.
−¿Dentista? Ahhh si, cierto, mi cita con el dentista, no te preocupes amor, a estas cosas prefiero ir solo, pero estaré a tiempo para la cena ¿te parece?
Una inquietud despertó en mi pecho, ¿por qué no quería que lo acompañara? Pero su mirada dulce me tranquilizó. No podía desconfiar de este hombre, sabía que me amaba tanto como yo a él, ya me lo había demostrado.
−Te estaré esperando con un postre que sé te encantará – dije con una sonrisa pícara.
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Por esta vez...
Lãng mạnPrimera, segunda...tercera oportunidad. ¿Cuantas son necesarias para saber que amas a alguien? Derek Dunne e Irina Hamill vivieron un apasionado pero inconcluso amor juvenil, el cual la deja a ella destrozada y con muy poca fe en el género masculino...