Prólogo

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El Internado de Santa Bárbara lucía imponente a primera vista, Victoria lo observaba desde la ventanilla del taxi. Emocionada y triste a la vez. Ese sería su hogar por un año completo. Miró nerviosa a su abuelo y abuela quienes estaban con ella en la parte trasera del taxi.

-¿Y qué pasa si me enfermo?.-preguntó

Mariel la miró con ternura.- Hay un ala médica para los estudiantes, ahí te atenderán bien.

Victoria miró de nuevo al internado. Sabía que ya había llegado la hora de despedirse de ellos, pero no quería hacerlo aún, así que trataba de hacer cualquier pregunta para evitar salir del auto. Vio cómo los estudiantes arrastraban su maleta después de haberse despedido de sus padres, algunos se juntaban con otro estudiante, parecía que todos se conocían. Ella sería la nueva.

Alfredo y Mariel se miraron, y silenciosamente acordaron que ya era el momento de la despedida.

-Vamos cariño, es hora de que conozcas tu nuevo colegio.-dijo Alfredo apretándole cariñosamente el hombro.

Victoria abrió la puerta del auto, y salió con tranquilidad. Esperó pacientemente que abrieran la cajuela donde se encontraba su maleta. Alfredo la sacó y la dejó en el suelo.

-¿Quieres que te acompañemos hasta la puerta o puedes sola?

Victoria miró alrededor y ningún otro alumno iba acompañado de alguna persona adulta, así que negó con la cabeza.-Yo puedo.

Mariel y Alfredo se miraron con una sonrisa.

-Bueno Victoria, te hablaremos constantemente hasta que te hartes de nosotros. Queremos saberlo todo ¿de acuerdo?.-dijo Mariel

Victoria asintió. Los ojos se le llenaron de lágrimas.- ¿Me vendrán a buscar para vacaciones de navidad?

-¡Por supuesto! Te esperaremos con tu pan favorito.-contestó enseguida Mariel.

-¿Mamá y papá estarán ahí?

Mariel dudó y miró a Alfredo.-No sabemos, pero nosotros estaremos ahí.-contestó Alfredo.

Victoria asintió.- Gracias, los quiero.-abrazó a sus abuelos.

-Y nosotros a ti querida, sé que es difícil entrar a un internado, sobre todo cuando toda tu vida habías estudiado en la misma primaria...pero es una gran oportunidad.

-Lo haré por ustedes.-dijo Victoria separándose de ellos. Le dio un beso en la mejilla a cada uno. –¿Entonces me llamarán frecuentemente?

-Siempre que tú nos necesites.-contestó Mariel.

Victoria tomó su maleta, y caminó para adentrarse al internado, cuando ya había avanzado unos metros se volteó para despedirse con la mano de sus abuelos. Ellos le respondieron de la misma manera. Las mejillas de Victoria se humedecieron por las lágrimas que se le habían escapado de sus ojos, y se reprendió por estar llorando, ya no debía de llorar tanto, iba a entrar a secundaria y debía de ser más fuerte.

Se secó las lágrimas y se propuso a encontrar su dormitorio. Dejando atrás su infancia.




Treinta minutos después, en el mismo lugar, se estacionó una lujosa camioneta negra. Una mujer delgada saltó del asiento del conductor apresuradamente, las tres puertas restantes de la camioneta se abrieron al mismo tiempo.

Un adolescente con los cabellos alborotados asomó la cabeza.-¡Ya estamos aquí!-gritó Guillermo apenas sus pies tocaron la acera. -¿Será que Alex ya esté adentro?

La danza del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora