『 01 - Bar』

559 62 90
                                    

Despegó sus párpados, con lentitud, esperando a que sus pupilas se acostumbraran a la luz de la habitación. No distinguía más que el techo blanco con un viejo candelabro colgando, la silueta del objeto seguía viéndose borrosa, por lo que se esforzó en parpadear varias veces para poder despabilarse.

Miró a su costado derecho, la luz de la habitación en realidad era por el gran ventanal, las cortinas estaban cerradas, sí, pero había una pequeña parte dónde no cubría las cortinas marrones y, para su grandísima suerte, justamente esa parte lograba darle la luz directamente en los ojos.

Por pereza —y también por la fuerte jaqueca en su cabeza debido al alto consumo de alcohol digerido el día anterior—, prefirió acostarse del lado izquierdo, dándole la espalda al ventanal, más que dispuesto a volver a los brazos de Morfeo.

Pero había se acababa de dar cuenta de varios detalles.

Primero. No estaba en su habitación y dudaba estar en la habitación de alguien, pues, el lugar se miraba costoso y amplio para ser de una persona. Parecía más un hotel.

Segundo. Las sábanas eran realmente suaves que con el toque de su piel se sentía tan agradable. Ese era el problema; sentía la suavidad de la manta en toda la extensión de su cuerpo. Toda. Lo que significaba que estaba desnudo.

Tercero. Su cuerpo se encontraba a dolorido y cansando, así que debió de haber hecho un algún tipo de ejercicio que lo dejó de esa manera.

Cuarto. Había otra persona compartiendo la misma cama. Era un chico, que dormía plácidamente hecho bolita entre las sábanas, dejando ver solo su tranquilo y lindo rostro. Un joven de cabello largo y desordenado, caucásico, pestañas largas, labios abultados y rosados y un peculiar lunar al lado de uno de sus ojos... El chico emanaba un olor bastante bueno, dejando de lado que las sábanas olían a sudor y semen, el olor de su acompañante era mucho más fuerte y dulce, como a durazno...

❝Espera ¿qué?❞

Se sentó tan rápido como pudo, tanto que un mareo y una pulsada en su cabeza hicieron que se calmara un poco. Ahora tenía el pecho descubierto, todo estaba bien, hasta que vio marcas de dentadura y chupones en su clavícula y cerca de su tatuaje.

Incluso encontró su ropa esparcida por el suelo. Sin titubear, se levantó torpemente recogiendo sus prendas para ponérselas, lo raro, era que en su camisa negra de botones, escaseaban los dos primeros, como si hubiesen sido arrancados, tampoco analizó mucho en eso, su mayor deseo en ese instante era terminar de ponerse sus zapatos y escapar de ese rico olor a durazno.

Una vez vestido complemente, opta por buscar su celular antes de salir de allí. Lo haya con rapidez, pues éste reposaba en la mesita de al lado.

—Hum, buenos días...

Se vuelve de piedra, al escuchar la —dulce— tranquila voz del chico. Lo voltea a ver con cierto temor. El sujeto se había sentado en la cama, se miraba que no estaba en sus cinco sentidos.

Lo observó mejor —más de lo que debería—, tenía ojos grandes a comparación de él y su, ahora, expuesto abdomen era sumamente blanquecino y delgado, sin músculo. No cabía duda de que era un omega, su olor lo delataba, uno que estaba alborotando a su lobo.

¿Entonces se había liado con un omega?

— ¿Qué hora es?

Cuando menos lo esperó, ya tenía al chico sentado a centímetros de él, le quitó su celular para ver la hora. Y YongGuk no podía reaccionar.

—Las nueve de la mañana... Aún es temprano. ¿Te tienes que ir tan rápido?

Fue entonces, teniendo al omega tan cerca, con un tierno puchero de inconformidad en su rostro, que YongGuk reacciono.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 11, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Arisco 【YongShi】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora