Muchas veces no se tiene idea de cómo las cosas sucederán. Muchos lo llaman destino, otros suerte, algunos más lo conocen como coincidencias. A pesar de eso, Hansol no pensaba mucho en ello ni mucho menos creía que tendría que darle el beneficio de la duda a este tipo de situaciones poco concurrentes. Podría decirse que había tenido una vida bastante bien acomodada, pues sus padres ejercían como trabajadores, lo que les permitía la calidad de vida justa y necesaria. Su padre era empleado gerente en una mueblería y su madre asistente en una florería bastante reconocida. ¿Hansol? Él había estudiado medicina veterinaria, no siempre con las mejores notas, pero siempre con la pasión que tenía por ejercer aquello como su futura carrera y fuente de ingresos. Así fue como a sus 24 años se gradúo y logró conseguir una vacante en una pequeña tienda de mascotas. Él era el ayudante en el área de cuidados y al mismo tiempo uno de los chicos que se encargaba del aseo de las mascotas. En realidad era una clínica veterinaria con la extensión departamental dedicada a las ventas; es decir, un todo en uno que hacía del lugar un sitio completo y concurrido, donde tenía la esperanza de poder obtener algo de experiencia laboral y poco a poco ascender en el puesto. No era el típico chico que deseaba buscar los medios posibles por ascender lo más rápido que pudiese, no. Más bien, era alguien que quería disfrutar de lo que hacía, con esfuerzo y dedicación, después de todo, lo que más disfrutaba era el contacto con los animales y ahí podía tenerlo sin problema alguno.Hansol había despertado por la mañana y aplicado su rutina diaria. Esta consistía en despertar lentamente al cabo del ruido de sus tres alarmas. La primera lo hacía ser consciente de que pronto tenía que despertarse, al cabo de 10 minutos la misma alarma del teléfono móvil sonaría de nuevo con esa intolerable tonalidad por default y él tendría que despertarse de inmediato, o por lo menos intentarlo. Justamente por ello es que había una tercera alarma 5 minutos después. Si se quedaba dormido, tenía una última pero muy pavorosa oportunidad para ponerse de pie. Aquel día no hubo necesidad de ello, pues era un jueves por la tarde y estaba extrañamente motivado para levantarse y no perder ni un minuto más bajo las sábanas. En donde sí hubo un poco de lentitud fue en el momento en el que sus pies tocaron el suelo y él se sentó al borde de la cama. Intentaba desperezarse y al mismo tiempo revisar los mensajes en su teléfono. No había nada y eso no le extrañaba. Pero era esa su única excusa para permanecer sobre la cama un rato más y al no tener motivos para seguir ahí, se animó a ponerse de pie y dirigirse hacia el baño. Habría que mencionar que él seguía viviendo en casa de sus padres, pues llevaba unos seis meses trabajando y pronto planeaba alquilar un pequeño departamento para iniciar una vida completamente independiente. La casa de sus padres se situaba en Dasan, Seúl. Su trabajo estaba a una hora aproximadamente tomando el un autobús y metro hasta llegar a Itaewon. No podía quejarse por ello pero sí que tenía que ser constante a la hora de levantarse, era por eso que sin demora había ido a tomar una ducha, cepillarse los dientes y vestirse para salir de inmediato. Sólo llevaba consigo una pequeña mochila donde llevaba el uniforme que utilizaba en la tienda, cosas esenciales como una botella de agua, sus llaves, cartera, teléfono y audífonos. Su vestimenta de diario no era nada exorbitante, pues unos pantalones de mezclilla, una camiseta blanca y un par de zapatos que hicieran juego con ello era lo que hacía de su look uno bastante sencillo. De esa forma pudo salir de su casa a tiempo, con algo de dinero en uno de sus bolsillos para comprar en una pequeña panadería algo que podría desayunar camino al trabajo. Hacía tiempo que su madre dejaba de prepararle el desayuno por diversas razones y él llevaba un ritmo demasiado ajetreado como para ser capaz de por sí mismo preparar algo por la mañana, eso o es que en realidad no estaba interesado en pasar tanto tiempo en la cocina cuando podía invertir ese lapso en muchas otras cosas, a su propio parecer.Eran apenas las 9 de la mañana cuando Hansol ya estaba a escasas cuadras de su destino. Era un poco especial, pues esos eran los últimos minutos que tendría de tranquilidad y por ello guardaba el pan que había comprado para poder comerlo en el trayecto a pie desde la estación de metro Itaewon hasta la tienda de mascotas. Durante ese trayecto siempre pensaba en lo mismo "¿Por qué no compro mejor el pan en alguna de las tiendas por aquí?" Y con mucha razón, porque el pan se enfriaba y el sabor no era el mismo. Sin embargo, nunca hacía nada al respecto, era como si fuese parte de algo mucho más grande que no quería quebrantar. Para él, las rutinas eran importantes y solía llevarlas a cabo sin siquiera pensarlo. Por supuesto que él no sabía que desde despertar hasta volver a su cama a dormir, todo era una inmensa y bien esquematizada rutina. Necesitaba de ella sin saberlo para seguir el orden de las cosas. Era demasiado quisquilloso y muy ordenado en algunos aspectos, en otros daba la impresión de que podía ser demasiado torpe u olvidadizo. Sin embargo, a través de los años había logrado apañárselas por sí mismo y volverse en la persona que era. Por eso no estaba abierto a los giros inesperados, ni a las situaciones sorpresa si no eran dentro de su ámbito laboral. Sólo ahí se permitía experimentar las presiones de los fallos y emergencias, en ningún otro lado más.
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Odd Days | XeSol
FanfictionOdd Days ❝Quiero que conozcas la verdad sobre los días impares, tus pequeñas dudas, podrían volverse gigantes❞. -Carlos Sadness Hansol debe reconsiderar la posibilidad de que no siempre será capaz de manipular cada situación de su día a día al cono...