Yo Soy Nadie [cancelada temporalmente]

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Sinopsis

Todo se remonta a mi infancia...

Con lágrimas en mis ojos, me adentré al baño de chicas y empecé a sollozar, rezando por que no me encuentren, pero me encontraron.

-¿Evelyn? Cariño, sal de tu escondite, vamos a encontrarte igual. -Dijo Marta, una gran hija de su madre, para ser sinceros.

Desafortunadamente, al resbalar, hice ruido y pudieron saber en qué cuartito me encontraba.

Toc, toc.

Tocaron la puerta, ya que esta tenía el seguro puesto.

-Evelyn, querida, sal de ahí, ¿o es que quieres que las cosas salgan peor?

La odiaba, la odiaba más que a lad clases de matemáticas. Obviamente, no iba a dejarlas entrar.

-¡No! ¡Vais a pegarme! Ni siquiera tenéis excusa para hacerlo. -Dije entre sollozos.

-Estúpida, no vamos a hacerte daño.

Mentirosa.

Se escucharon risas, eso suponía que no venía sola, cosa que ya sabía.

-¡Dejadme! -Me quejé. Fue lo único que pude decir.

-Tu lo has querido, Evelyn.

¿Qué se supone que iban a hacer ahora?

Parecían haberse ido de allí, cuando pasaron unos minutos salí del baño, con la esperanza de no volver a verlas de nuevo, pero nada, me esperaban en la puerta del colegio. Salí a toda prisa del edificio, pero mos esfuerzos fueron en vano, ya me habían agarrado por ambos brazos.

-Podías haberlo hecho por las buenas. -Recordó Marta.

-Por favor, dejadme de una vez. -Calleron lágrimas por mos mejillas.

-No vamos a dejarte, Evelyn. Podríamos haber sido muy buenas amigas...

Vaya mentirosa, yo nunca le hice daño alguno, jamás. ¿Por qué la tomaban conmigo? Porque no tenían vida propia.

-Tengo derecho a ser respetada, como yo os respeto a ustedes.

-Vaya... la chica se nos ha puesto filósofa, ¿eh? -Se burló Daniela.

-Tu no eres nadie, para ser respetada, ¿escuchas?

Me golpeó en el estómago y emití un gemido de dolor.

-Venga, Evelyn, tienes 8 años, eres toda una mujer, ¿es que no sabes defenderte?

Todos rieron.

Varios empezaron a golpearme mientras yo seguía cogida por ambos brazos, intentando escapar del agarre.

¿Qié podía hacer ahora? ¿por qué toda mi vida siempre ha sido así? ¿por qué me odiaban? ¿Por qué no, en lugar de quejarme y lloriquear tanto, empezaba a hacerles saber que yo valía más de lo que ellos creían?

Me dejaron tirada en el suelo, mientras sangraba por la nariz y seguramente ya tendía el ojo hinchado.

-Ya podemos marcharnos. -Anunció Marta, lanzándome una mirada de asco.

Cogí todas mis fuerzas y dije:

-Tu no te vas a ninguna parte, Marta.

La chica se giró.

-¿Qué dices, niñata?

-Lo que oyes. Eres una chica sin vida, orgullosa, copiota, antineuronal y engreída.

Marta se acercó hacia mi, peligrosamente y yo sonreí mientras recuperaba la compostura.

-Vas a pagarlo muy caro.

-Estás muy equivocada, aquí la única que va a pagarlo caro vas a ser tu.

Rápidamente, y sin que la chica puera percatarse, le endiñe un buen golpe en la mandíbula, haciéndola caer al suelo.

-¿Qué le has hecho a Martita? -Lloriqueó su amiga, Daniela.

-Lo mismo que le haré a tu cara si vuelves a tocarme, asquerosa.

No sé como, pero la chica sintió miedo y retrocedió. Marta seguía tirada en el suelo y los demás corrieron, lejos de mi. Pensé que mis días de tortura habían acabado, pensé que por fin podía sonreir, pero supe que no en el momento que el director puso su cálida mano en mi hombro.

-¿Qué ha pasado aquí? -Pregunró el director con su voz ronca.

-Fue Evelyn, le pegó a Marta. -Dijo Daniela, con lágrimas en los ojos.

Tragué saliva, pero no me sentía mal del todo.

-¿Evelyn? ¿Fuiste tú?

El director me miró con cara de no creerlo. Yo era la chica buena del colegio, la chica responsable, la callada.

-¡Fue ella, fue ella! -Siguió culpándome Daniela.

-¿Es eso cierto, Evelyn?

El profesor me miró raro, esperando impaciente mi respuesta. Yo asentí.

-Sí... director. -Agaché mi cabeza.

-Voy a llamar a lps padres de Marta y luego a tus padres, señorita.

Tras todo esto, el director me echó del colegio. Me hice fuerte, una chica fría. Ya no sentía ni padecía, nadie volvería a hacerme daño. Nunca. Jamás. Sí, yo era nadie, como dijo Marta aquel día. Tuve varios enfrentamientos, tanto con chicos como con chicas en los institutos en los que me inscribí. Quien se atreviera a tocarme, quedaría muy herido... como Marta.

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