2- Cabello multicolor

92 7 4
                                    

Dos clases después del almuerzo, anuncian mi nombre por megafonía, pidiendo que vaya al despacho del director.

Yo suspiro, ya me lo esperaba. Dejo el dibujo que estaba haciendo en clase de arte (se supone que es un caballo, aunque más bien parece una vaca con cresta), recojo mis cosas, y me levanto.

-¿Sabe dónde está el despacho del director?- Me pregunta la profesora. Niego con la cabeza- Lucas, acompáñela.

El chico que se sienta unas mesas más allá de la mía, se levanta. Yo salgo por la puerta y comienzo a caminar por el pasillo, como si supiese a dónde voy. Hubiese preferido ir sola, y buscarlo por mi cuenta.

-Eh... -Comienza a decir el chico, no le miro- El despacho del director es en dirección contraria.

-Lo sé- (qué mentira más grande)- Estoy yendo a las taquillas.

-Sí, bueno... Resulta que nuestras taquillas también están en dirección contraria. Ésas son para los de cursos inferiores.

-Mierda- Digo, deteniéndome. Me doy mentalmente una palmada en la frente- Malditos institutos- Susurro para mí, mientras giro y desandamos el camino recorrido.

-Oye, ¿Crees que es por lo de esta mañana con Kevin?

-¿Quién?- Pregunto distraída. No estoy acostumbrada a mantener conversaciones con gente de mi edad.

-Ya sabes... El chico de esta mañana al que...

-Ah, ése- Le interrumpo- Seguramente. Siempre pasa.

-¿El qué?- Me mira, parece sorprendido.

-Llego a un sitio, soy la nueva, los estúpidos reyes del instituto tienen que hacerme ver que ellos mandan. Yo me defiendo. Como soy la nueva, me meto en líos. Pero nunca pasa nada, porque nunca me quedo en un mismo instituto más de 3 o 6 meses, y hacen la vista gorda- Relato, aburrida. No tendría que darle explicaciones, él parece tan popular como el idiota de esta mñana. Solo que parece más inofensivo.

-Parece... Molesto- Sé que no se le ocurre nada más que decir. No contesto- Es aquí- Dice, señalando las taquillas.

Yo abro la mía y meto algunas cosas al azar, tan sólo para disimular. Él me mira divertido.

Luego, llegamos al despacho del director, y llamo a la puerta.

-Un momento- Contesta una voz desde el interior.

Cruzo los brazos y me apoyo en la pared, esperando. Miro a Lucas. No sé porqué no se va, ya ha hecho lo que le dijo la profesora.

Sí, decididamente se parece a uno de esos populares que abundan en los institutos estúpidos como este.

Pelo rubio, ojos azules, musculoso...

Seguro que también está en el equipo de baloncesto. Él también me está observando, y se hace incómodo a los pocos segundos. (Sí, lo sé, la paciencia no es algo que suela abundar en mí)

-¿Qué miras?- Pregunto.

-A ti. Eres distinta. No hay muchas chicas como tú por aquí- Alarga su mano hacia mi pelo. Yo me aparto.

-Lo sé. Es la intención. No quiero parecerme a ellas.

Se me ha olvidado decir cómo soy. Nunca lo he considerado importante, pero ahí voy.

Mido 1'70, estoy bastante delgada, porque me gusta hacer deporte, y tengo el pelo largo, un poco más abajo de media espalda. Es de color rubio por arriba, pero las puntas, unos 10 centímetros, las tengo de color azul, rojo, rosa, cían, verde y morado. Sí, lo sé, algo loco. No sé porqué lo hice. En parte por ser distinta al grupo de barbies que me encuentro en todos los institutos, en parte por llamar la atención de mis padres (sobretodo de mi padre), aunque sólo sea para que piensen que estoy loca y necesito apoyo moral (y psicológico, seguramente), Pero el caso es que un día fui a la peluquería y me lo hice. Y ya he ido a arreglármelo dos veces, porque al final me he acostumbrado, y me gusta tener esta especie de Arco Iris en mi cabello.

Aunque alguna vez ha facilitado que se burlen de mí. De hecho, me extraña que esta mañana Kevin ni lo haya mencionado. Me pregunto qué hace fuera del instituto para que mi pelo no le haya llamado la atención.

Mis pensamientos se interrumpen cuando se abre la puerta del despacho.

-Adelante- Me dice una mujer con pinta amable. Lucas se despide, y se va.

-Hola- Saludo al director. Éste me indica con un gesto que me siente.

-Buenos días, señorita. Ha llegado a mís oídos que ha tenido una... Disputa con uno de los alumnos.

-Sí, señor, así ha sido- Confirmo. Él me mira con sorpresa. "¿Esperaba que lo negase, acaso?" Pienso

-Bueno...- Busca las palabras. Desde luego, parece que no se esperaba mi respuesta- ¿Qué es lo que ha pasado exactamente?

-Nada importante, señor. Estaba leyendo en la cafetería, y él vino, sacó mis libros, y comenzó a burlarse de mí por empollona. Y yo no hice ni dije nada hasta que intentó quitarme el libro de lectura. Entonces, sólo me defendí y le advertí que me dejara en paz.

Digo todo en un tono monótono, totalmente razonable. Y sé que mis palabras llegan a su cerebro tal y como yo quiero. Él va a pensar que hice lo que tenía que hacer, y no que debería haber llamado a un profesor o haber empleado otros métodos. Cuando quiero, puedo llegar a ser realmente convincente.

-Bueno, pues espero que no vuelva a suceder. Hablaré con él más tarde- Se levanta y se dirige a la puerta, yo hago lo mismo.

-Señor, ¿Ha llamado a mis padres?- Pregunto antes de salir.

-No, como es la primera vez, no he pensado que hiciera falta- Asiento, y salgo del despacho, camino a mi clase.

El resto de las clases transcurre sin más problemas.

La verdad es que me aburro un poco en ellas, porque cuando estudio en casa, voy bastante más avanzada que ellos, así que todo eso ya me lo sé. Muchas de las clases me dedico a leer y hacer deberes de mis libros de texto avanzados. Sin embargo, también hago los trabajos y deberes que nos mandan los profesores.

"A lo mejor sí que soy una empollona..." Pienso, en la última hora, mientras me apunto los deberes en la agenda.

Cuando suena el timbre que finaliza las clases yo, aliviada, cojo mi casco, y salgo al aparcamiento.

Bastantes personas me miran, pero no tantas como esta mañana, porque la mayoría están aún dentro.

Dejo la moto en el garaje y entro en casa.

-¡Hola, mamá!- Ella ya debería de estar en casa.

-¡Hola! Estoy haciendo pizza, para celebrar tu primer día de clase- Dice, saliendo de la cocina- Este instituto es de los que no llaman a los padres cuando hay líos, ¿verdad?

-Sólo cuando es la primera vez- Sonrío, y luego me hago la ofendida- ¡Eh! ¿Porqué crees que me he metido en líos? Sólo es mi primer día.

-Precisamente por eso, cariño. Siempre te metes en líos en tu primer día.

-No es culpa mía, son los otros, que son idiotas- Mi madre sonríe, negando con la cabeza.

-¿Papá viene a comer?- Pregunto, al poner la mesa.

-No, cariño- Lo sabía, pero aún así no puedo evitar decepcionarme- Pero a cenar seguro que sí que viene, y saldremos a un restaurante.

Asiento, pero no digo nada. Comeremos a solas, como tantas otras veces.


Hasta el final del Arco IrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora