Pasaron ya tres años. Pero la base de todo viene de hace más tiempo, de aquella tarde en que sentado en la computadora, con 11 o 12 años, descubrí a Salta la Banca. Yo era pibe, todavía ni siquiera estaba centrado en mi mente. A esa edad, con esa banda empecé a meterme en el mundo del rock. Es un mundo increíble, con artistas que te vuelan la cabeza, emiten mucha energía, de todo tipo, realmente hacen magia. Al principio escuchaba bandas modernas, Salta la Banca, Las pastillas del abuelo. Más tarde iba a descubrir a tipos como Charly, Spinetta y Cerati. Hasta el día de hoy, cada día descubro más y más. Es un mundo gigantesco, un mundo en el cual es muy fácil despegar la mente del cuerpo.
Unos años después de meterme en este camino, de llenar la computadora de música, decidí emitir, quería que las personas escuchen eso que a mí tanto me gustaba. Me puse a investigar y realmente era muy fácil hacerlo, así que descargué un programa para crear mi propia radio, una radio online. Toda la tarde lo estuve probando, hacía listas y carpetas para tener a mano las canciones que iba a pasar. Era muy divertido. Esa misma noche empecé a transmitir, en vivo, salía "Que sea rock" a la cancha. Con canciones que iban de un extremo a otro, podías estar fumando un pucho muy tranquilo y de repente empezar a bailar. O así lo sentía yo, me encantaba.
El programa siguió por un par de noches, cada día superaba el número de visitas de la noche anterior. Eso me motivó de alguna forma. Habían muchísimos comentarios. Entre los que comentaban se encontraban dos actuales amigos, Cande y Pato, con ellos hicimos un grupo en WhatsApp por el cual despues entramos a otro en el que había más gente. Se componía por once personas, cuatro eran de Mendoza, tres de Buenos Aires, dos de Córdoba, una de Chaco y otro de Tucumán. Ese grupo se convirtió en mi refugio. Era un tiempo en el cual yo empezaba a descubrirme, me taladraba la cabeza con cualquier gilada y todo lo desahogaba ahí. Empezabamos a conocernos unos a otros, hacíamos bromas, nos reíamos, agitabamos, puteabamos, había conexión.
Entraba a la adolescencia y sus alborotos, cumplía 15 y cada vez vivía más enquilombado, pero también más feliz. Tenía mi novia acá, paralelamente en el grupo se realizaba un juego de parejas en el cual yo estaba junto a la linda de Cande. Ya no hacía las sesiones de radio, tenía otro pasatiempo. Las personas que componían el grupo eran un mundo, lleno de cosas particulares y agradables sobre todo.
Una noche, no quedaba nadie despierto, salvo Victoria. Así que hablamos, no me acuerdo si esa misma noche le confesé que era ella quién me gustaba o si sólo lo pensaba muy fuerte. Solo veía fotos, pero me gustaba. Despues de esa noche seguimos hablando por días y días. Empezaba a conocerla, ya no estaba con la que en ese tiempo fue mi novia, y Victoria cada día me gustaba más. Me gustaba salir al patio, ponerme los auriculares, fumar unas secas y hablar con ella por horas. Fue así que se empezó a volver fuerte, sin darme cuenta empecé a sentir cosas, lindas cosas. Hablábamos de cualquier cosa, desde conversaciones monótonas hasta conversaciones totalmente particulares. Ya totalmente flashado por su persona, le pedí que me prometa que no íbamos a perder contacto hasta por lo menos encontrarnos cara a cara. Promesa que todavía sigue en pie.
El tiempo pasaba y yo cada vez sentía más, a veces sentía que la tenía literalmente al lado. Nunca entendí como podíamos transmitir tanto a través de un simple chat. Será quizás por mostrarnos tal y como somos, o que ya nos conocemos de otra vida. La cuestión es que estaba embobado por ella, o por lo que el celular me transmitía de ella. Pero al mismo tiempo, fuera de la pantalla también vivía mi vida de acá. Con las personas y los sentimientos de acá. Cómo mencioné anteriormente, estaba entrando a la adolescencia, a la pubertad, a la rebelión contra los que hasta ahí eran superhéroes, ¡mis viejos! A las idas y vueltas con las pibas, a las salidas con los pibes, a tomar el control de mi vida. Todos los que hayan pasado por esa etapa saben que es es una sublevación de pensamientos. La mente, el cuerpo, las actitudes, la vida cambia.
Un año después, ya consideraba un tanto vulgar al chico que era. Mi forma de ver las problemáticas de la vida, cambiaba. Lo que me superaba ya se quedaba atrás y yo seguía cambiando con ideas cada vez más revolucionarias en cuanto a mí y mi alrededor. Me daba cuenta de donde estaba parado realmente, y todo lo que creía conocer era totalmente desconocido. Ese año sufrí los cambios claves. Cambié de colegio, hasta ahí solo era una idea que sobrevolaba por mi cabeza desde que entré a la secundaria, pero se volvió algo casi indispensable. Y eso cambió mi vida, mis amistades, mis costumbres, mis lugares. Conocí a muchas chicas ese año, una de ellas fue Luna, quién iba a ser mi segunda novia. Tuvimos una linda relación, compartimos muchísimas cosas y en lo personal aprendí un montón, le agradezco muchísimo por eso. Con ella me di cuenta lo que es una relación, sentí muchísimas cosas agradables y otras desagradables, de formas placenteras y otras chocantes. Me atrevo a decir que mi año número 16 se basó en esa relación. Aunque también hablaba con Victoria, ya no tanto, pero cada vez que lo hacíamos yo seguía sintiendo cosas por ella, o lo que el celular me transmitía de ella.
Ya a los 17, mi vida seguía cambiando, estaba terminando con Luna y nacía una nueva etapa. En la cual empecé a formar mi grupo de amigos. El cuál se fue achicando, hasta sólo ser cinco: Agustín, Julián, Piti, Pedro y yo. A mitad de año conocí a dos chicas, Malena y Anabella. Dos mujeres que expandieron mi cabeza, la que más lo hizo fue Anita, quién causó otra revolución en mí. Conocerla fue un flash, sólo me traía luz, me hacía repreguntarme las cosas, una y otra vez. Era tan ella que se robaba toda mi atención. De la emoción que me causaba empecé a dejarme de lado, casi que no tenía seguridad en mis actos, estaba otra vez embobado. Pero las cosas cambiaron, yo sentí que fue muchísimo tiempo y eso pasó en a penas un mes. Los siguientes fueron meses de pura introspección. Empecé a dejar que todo fluya, falle en el intento y volví a probar.
Hoy, vivo así. Dejando que todo fluya. Y vivo plenamente feliz, sorprende lo feliz que se puede ser siendo solamente positivo. De los amigos que tenía, solo quedaron dos: Agustín y Julián. Esos dos tipos son de fierro, y dos mentes increíbles. Aprendo mucho de ellos, me divierto un montón y la seguridad que tienen cada uno como persona me hace saber que son leales. En cuanto a mí, también volví a vivir con seguridad.
En todo este tiempo que pasó, forme un buen vínculo con mis viejos, mis hermanas y mis amigos. Aprendí muchísimas cosas, empecé a fumar tabaco, probé varias drogas, garché, cambié mi mente una y otra vez, di besos hermosos, sentí amor, odio, confusión, neutralidad y tantas otras cosas que ni siquiera puedo definir. Lloré, me reí, me puse en pedo, salté, corrí, caminé miles de kilómetros, me perforé la piel, me sentí orgulloso y también me sentí avergonzado. Disfruté de todo lo que hice, no me arrepiento de nada.
El grupo de WhatsApp todavía sigue con vida, pero ya casi nadie habla más que un par de palabras. De vez en cuando hablo con alguno de ellos. Hoy, con quién más hablo es Victoria. Hoy, estoy enamorado de Victoria. El año pasado frené un poco con la locura que tenía por ella. Pero siempre me tuvo loco. En cuestiones del amor, me siento un tipo empalagoso y ella me pone así. Si bien no hablamos 24/7, está en mi cabeza. Nunca toqué su piel, ni pude ver su mirada, pero siento su amor. Vive lejos de acá, y eso, hasta hace un tiempo me importaba. Digamos que me gustaba un poco no conocerla. Pero hoy es diferente, necesito perderme mirándola, sentir sus labios, tocar su piel, que me escuche decirle que la quiero ¡Waw, estoy fascinado con esa mujer!