Capítulo 4.

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"Hay sonrisas que calman cualquier tormenta" -Anna Bahena.


-¡Uau!, mira quién viene para nuestra mesa -dijo Diana para después mirarme y levantar una ceja.

-¿Quién es él? -preguntó Alex apenas terminando de hablar Diana.

-Un nuevo chico que acaba de llegar al instituto, comparto algunas clases con él -respondí.

-Y quizás también llegues a compartir la saliva con él -susurró Diana arrastrando las palabras.

-¡Hey! -me quejé.

Alex no dejaba de quitarle la mirada a Mark mientras lo inspeccionaba minuisiosamente.

-Ya, está bien, mejor cierro el pico -Diana levantó las manos en rendición.

-Se ve raro, tiene algo... no sé, un aire intimidante -comentó Alex. Mark lo atrapó pillándole y le sostuvo la mirada, Alex la alejó lo más lejos posible debajo de la mesa.

-Pues no lo sé, apenas lo conozco -susurré.

Mark llegó saludando educadamente.

-Hola, disculpen por interrumpir su almuerzo, pero necesito un minuto con Lissa -su voz destacaba en cada palabra que pronunciaba, logré escuchar un débil acento como... (traté de recordar)... como esos acentos refinados de los que usaban las personas de la época del siglo XVIII.

Me quedé boquiabierta, no podía creerlo, apenas lo conocía y me hablaba con tanta confianza, no es que me molestara, pero me sorprendía.

-¡Claro, llévatela! -dijo Diana, mientras sonreía. Pude notar un tonito burlón en su voz.

-Gracias, yo la traeré de regreso con ustedes.

No sabía que me iba a decir, pero en cierto modo me daba una punzada de miedo quedarme a solas con él, todavía no había olvidado del todo su reacción en la primera clase de biología, pero en todo eso había una parte peor, -o talvez no- una mitad de mí me decía que me mantuviera alerta, que corriera lejos de él, la otra simplemente disfutaba del peligro estando enamorada de él.

-¿A dónde vamos? -dije mientras me levantaba de mi asiento con un ligero saltito.

-¿Quieres dar un paseo en mi auto?.

-Me encantaría pero... falta poco para entrar a la clase de Artes.

-No te preocupes, hoy no llegó el profe, pero si llega yo los cubro ¿vale? -dijo Diana. Mark y yo asentimos.

Una vez que empezamos a caminar fuera de la cafetería, Mark me ayudó con mi mochila, insistí en cargarla yo, pues llevaba su mochila y luego cargaba la mía -que a propósito pesaba mucho-, pero él la cargo como si apenas fuera consciente de llevar algo en el hombro.

Llegamos al estacionamiento por su Camaro blanco, afuera hacía demasiado frío y comenzaba a soplar el viento, por lo que no tuve más remedio que abrazarme a mi cazadora de piel.

-¿Tienes frío? -preguntó Mark con gesto preocupado una vez que estuvimos adentro del auto.

Nooo, como crées.

Pensé sarcásticamente.

-Solo un poquitín.

-Encenderé la calefacción.

-¡En serio!... estoy bien.

Sin embargo él no hizo caso a mi mentirilla y encendió la calefacción. Condujo sin rumbo fijo a una velocidad de 100km/h.

Pocos minutos después encendió el estéreo. Música maravillosa y relajante inundó el auto.

"I've been reading books of old,
The legends and the myths,
Achilles and his gold,
Hercules and his gifts,
Spiderman's control,
And Batman with his fists,
And clearly i don't see myself upon that list".

Atada a tu almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora