Una vez más se encontraba en ese sofá observando sin pausa la ventana, solo esperando a que otro tutor más se dignara a llegar como cada día. Realmente estaba cansado de cada día hacer y ver lo mismo, era un agotamiento que prácticamente le comía las energías por completo a pesar de solo estar sentado todo el día, para ser sincero no sabía siquiera cómo seguía siendo delgado con una vida tan sedentaria, aunque está no era por su elección, simplemente "Así le había tocado".
Le mencionaban constantemente que le mantenían dentro de esas paredes porque le amaban, que solo quería protegerle del peligro que asumía ir afuera, pero él no quería nada de eso, solo quería ir sentir la brisa golpearle el rostro, ver el mundo lleno de colores, y sentir la libertad al menos una vez, solo quería salir de esa burbuja que sus padres habían construido para él, está burbuja que terminó siendo su prisión.
Respiro hondo, tenía ganas de cambiar esa rutina y hoy sería ese día, así que tomó una mochila, fue a la cocina, cogió algo de comida y salió de ahí por una ventana. No estaba realmente seguro sobre escaparse pero quería solo salir un momento, "Un día no le hará daño a nadie" pensó, y continuo caminando con eso en mente; paseo por las calles viendo distintas tiendas con sus grandes ventanas, Dulces, Peluches, Flores, Electrodomésticos, Joyería, Ropa, entre otras cosas, cada una adornada meticulosamente para atraer la atención; Todas se veían tan bonitas, parecían sacadas de las historias fantasiosas que gustaba leer, llenas de aventuras donde el bien siempre triunfaba, y ahora el tendría su propia aventura donde si todo salga bien, sus padres le dejarían salir más a menudo. Sabía el motivo por el cual sus padres le sobreprotegían, desde siempre había sido un niño enfermizo y débil, esto solo lograba que los abusones se aprovecharán de él, además de que era bastante dócil y noble, otros aprovechaban eso y le tomaban como su mandadera, además de pedirle "favores" a cada momento; por cual optaron por sacarle de la escuela y asignarle tutores privados, así le mantendrían más seguro, y él ni mentiría realmente le desagradaba que lo usarán así, pero era muy débil para hacer algo, solo quería ser bueno con todos y no negarle ayuda a quien sea, no importa que estos fuesen tan superficiales y crueles.
Perdido en sus pensamientos continúo caminando por las diversas calles de la ciudad, ahí había demasiado edificios, grandes que podían tocar el cielo, o al menos eso creía él. Solían decirle frecuentemente que era demasiado infantil, que debería dejar de ver el mundo así, que las historias fantasiosas no eran reales, que la vida era distinta a como ahí te la pintaban... El evitaba discutir con ellos, pero eso no les detenía, ¿Cuántos libros le habían roto? realmente no recordaba, ¿Se defendía de ellos? Definitivamente no, quizás esos niños tenían vidas tristes y por eso se desquitaban con él, quizás eso les hacía felices. Salió abruptamente de sus pensamientos cuando se encontró con la cara en el asfalto, se había tropezado al parecer y no le extrañaba, realmente no iba viendo el camino, menos por donde pasaba, había corrido suerte de no haber sido arrollado por un auto, quizás esa suerte le ayudase en su día de hoy para que todo salga de maravilla, así que levantó el rostro y reviso su entorno, había llegado a un parque, uno bastante bonito y amplio al parecer, mucha gente rondaba por ahí paseando ellos solos, con familia, o mascotas, aunque quizás algunos otros solo debían pasar por ahí para llegar a su destino.
Decidió pasar un rato ahí, así que se levantó y comenzó a caminar, habían muchas aves volando, árboles y flores, era un lugar muy tranquilo y hermoso, quizás no le importaría a nadie si tomaba una flor de ahí, así que así lo hizo, saco unas tijeras de su mochila y corto una Dalia, una vez la flor en sus manos reviso el parque con la vista, pudo notar una figura que resaltaba entre las demás, no por aspectos positivos, de hecho era todo lo contrario vestía ropa oscura, una sudadera con jeans y tenis, algunas cadenas colgando de sus pantalones, y otra más en el cuello, delineador debajo de sus ojos color azabache, alguien bastante peculiar y siendo sincero daba cierto miedo, aunque también daba algo de lástima, su mirada esta triste y distante, sus ojos ni siquiera tenían brillo...
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El Ultimo Otoño
Short StoryCuánto conocemos el mundo, solo depende de los ojos de cada espectador. Terminamos viendo tantas cosas similares de distintas maneras. Y en algunas ocasiones una sola sonrisa puede endulzar cada amarga visión. Un solo día, y parece ser una cuenta re...