Capítulo 3

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Fuimos a comer a un restaurante que había entre las calles de Sol, hacía esquina y parecía un sitio muy acogedor, tenía una terraza con las sillas negras y mesas blancas con una sobremesa de flores lilas. Aitor me abrió la puerta y me dejo entrar a mi primero, el local era muy espacioso, había mesas como las de fuera con sillas además de sillones negros con mesitas más bajas blancas.

-Buenas tardes- saludó Aitor a un chico mulato con ojos verdes que había salido a recibirnos-. Somos los del centro de menores, ella es Diana- terminó señalándome.

-Buenas tardes, encantado- dijo dándonos la mano a cada uno con un acento sudamericano-. Me llamo Andrés, os acompañaré a vuestra mesa.

Nos llevó hasta una sala donde las mesas estaban preparadas con manteles, vajillas y cubiertos. Nos sentamos en una de las mesas y nos tomó nota sobre la bebida.

-¿Qué significa esto?-pregunté cuando Andrés se marchó.

-Verás Diana, con este lugar el centro tiene un convenio desde hace unos años, en el que pone que durante un año trabajaras aquí para estabilizarte y ganar experiencia.
-¿En serio?- pregunté sonriendo.
-Sí, cuando acabemos de comer te enseñaran todo esto- me contestó retirando las manos de la mesa cuando nos fueron a servir.

Yo sonreí. Era perfecto, tenía trabajo y techo donde dormir por lo menos hasta que encontrase algo. Cuando acabamos de comer una señora mayor vino a saludarnos.

-Espero que todo estuviese rico- dijo sonriendo-. Me llamo María, si me podéis acompañar y os explico...

Nos levantamos y fuimos con ella.

-Tienes un pelo precioso- me comentó y yo me sonroje.
-Gracias- contesté recolocándome mi pelo castaño largo.

Nos enseñó todas las instalaciones del restaurante y cuando se marchó la gente llamó a todos los trabajadores. Vinieron 8 personas y fue presentándolos de derecha a izquierda.

-Este chico es Fabían- dijo señalando al chico joven rubio del extremo-. Es uno de los pinches de cocina de Lola y Javier- continuo presentándome a la pareja de adultos que había a su lado, tendrían cerca de unos cincuenta años-. Ella es Paula, otra de los pinches, y el resto son camareros- me dijo señalando a los cuatro del otro extremo-. Se llaman Pedro, Andrea, Oriana y Andrés- terminó de presentar a sus trabajadores con estos últimos chicos jóvenes.

-Encantada, yo me llamo Diana- me presenté.

-Será vuestra nueva compañera a partir de mañana, esperó que la tratéis como se merece, hasta mañana chicos y buen trabajo- terminó girándose hacía nosotros dos.

-Vamos a firmar el contrato- me dijo llevándome a su despacho.

Ya allí me explicó cuál iba a ser mi sueldo y mi jornada.

-Trabajarás durante estos meses de verano de lunes a domingo librando un día del fin de semana o dos entre semana. Harás una jornada de 8 horas todos los días, solo variará la hora a la que entres, es decir, si será para el turno de comida o el de cena. Tu sueldo será de mil cien euros brutos, que se te quedará en mil euros más o menos. Cuando acabé el verano me han comentado que vas a empezar la universidad así que habrá que reducirte la jornada, ya veremos cómo lo hacemos.
-Vale, perfecto- añadí a todo lo que ella había dicho.
-¿Qué talla tienes?- me preguntó.
-Una M de camiseta y una 38 de pantalón.
-Aquí tienes- me dijo dándome una bolsa con unas camisetas y a continuación otra con unos pantalones-. Mañana te daremos la placa, pasa hoy un buen día y descansa, mañana vendrás a las 9 de la mañana.

¿Confías en mí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora