"Con el canto de la lluvia, mi amada luna fue testigo de una promesa. La dulce melodía selló esas conmovedoras palabras de amor.
Hoy, bajo su fiel luz, esa promesa se llevará a cabo y ambos amantes volveran a reunirse.".
—No, no y no. No irás al robo, aunque patalees como un niño, no lo permitiré —Sentenció por última vez el detective mientras miraba al pequeño mago, este le respondió con una mirada severa, como si él no fuera capaz de efectuar el atraco sin mayor problema.
Ambos estaban en un dilema, querían protegerse mutuamente sin importar qué.
- ¿De qué hablas? Te digo que debo hacerlo. No te dejaré solo, estás loco si crees que será así. - replicó el pequeño. - ¡y deja ya de tratarme como a un niño! - Gritó al ver como el detective revolvía su cabello con la mano.
-Comprende, en caso de que entraras, no habría forma de que lograras salir de allí sin problemas. ¡Es muy peligroso!
- ¡Maldición! Te digo que de todas maneras pienso ir, dile Jii.- dijo lo último mirando al anciano. El mayor dejo las copas de lado para mirar a ambos adolescentes.
-Lo siento joven amo, pero el joven Kudo tiene un buen punto, sería muy peligroso que asistiera.
- ¡Ni piensen que me quedaré de brazos cruzados! - Fueron sus últimas palabras antes de abandonar el bar seguido por el detective.
Acababan de terminar de planear el robo y nada más acabar con los preparativos lo dejaron fuera del atraco ¡ya comprendía porque apenas y les prestaban atención a sus palabras!
-No puedo creerlo. - dijo luego de darse cuenta de que había perdido al detective tras cruzar una calle.
Se había quedado del otro lado sin alcanzar a cruzar debido al cambio del semáforo. No quiso mirarlo y caminó hasta una de las bancas en donde se encontró con una escena curiosa.
Un pequeño lloraba mientras esperaba, junto al que parecía ser su padre, a su madre.
-Vamos, te he dicho que ha ido al baño, no tarda en volver. - oyó como el adulto intentaba convencer al niño sin éxito alguno.
El pequeño se sentó al otro extremo de la misma banca.
-Oye... - dijo, pero el pequeño siguió llorando sin hacerle caso.
Cansado del lloriqueo, se puso en pie y se paró frente al menor mirándolo con ambas manos en la cintura.El niño al verse observado por un desconocido dejó de llorar para mirarlo con curiosidad.
Entonces el mago aprovecho la oportunidad para hacer de sus lágrimas una brillante sonrisa.Tomó un pañuelo que sacó de su bolsillo y lo deposito en la mano que hizo que el menor extendiera. Abrió la blanca tela sobre la palma del infante, hizo que el chico formara un puño con su mano y al abrirlo pudo ver un oso de felpa que casi cae de su mano de lo grande que era.
Tanto el niño como su padre lo miraron asombrados y, oportunamente la madre del menor apareció a una cuadra de distancia.
Como último truco le mostro una carta; la reina de corazones. La giro dos veces para que viera que no había nada por ningún lado y, tras darle una tercera vuelta, con un movimiento de manos, la carta fue reemplazada por una paleta que extendió al niño.-Hay lugares a los que un niño no puede ir- dijo dándole el dulce-Promete que la próxima vez no llorarás ¿sí? - finalizó sonriendo. El pequeño sonrió también y tras asentir varias veces con su cabeza, corrió al encuentro con su madre.
-irónico ¿no lo crees? - la voz del detective sonó a sus espaldas.
Tal vez el y Jii tenían razón, pero aun así no por eso dejaría de ir al evento. Habían prometido un show dentro de una noche, y en esa noche de luna nueva, cumpliría con su promesa.
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Cambios de papeles
Ngẫu nhiên-¿¡Por qué estás en mi cuerpo!? -¿¡Y tú en el mío!? -Gritó el famoso ladrón de guante blanco al detective de secundaria Shinichi Kudo. -Está bien, está bien, tranquilicémonos y empecemos a recordar cómo fue que termine en tu cuerpo y tú en el mío ...