única parte

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«no todo es lo que parece»

La mochila cayó de manera pesada a un lado del pupitre y JiHoon de mala gana se sentó en el asiento. Revoleo los ojos al escuchar los suspiros enamorados de las chicas a su alrededor, ya se había acostado con la mitad al menos.

Lee JiHoon.

¿Quién no conocía al jodido Lee JiHoon? El hombre era un estereotipo perfectamente sacado de un libro de chicas donde el chico era el más malo y temible de toda la universidad.

Y como buen chico malo, se enamora de la chica buena, simpática y demasiado amable y linda —debajo de sus fachadas de nerd— para ser verdad.

Pero aquí no es una chica, sino un chico. Y como buen chico bueno no le daba ni la hora a JiHoon por ser el malo de todas las historias.

Por eso cada que se acercaba con la intención de hablarle, JeongHan, su chico soñado no lo volteaba ni a ver.

—Hola, JeongHan. —se acercó con aquella sonrisa –que revelaba su blanca dentadura y hoyuelos a los lados– que hacía caer a todas las chicas acomodando su flequillo.

JeongHan siguió sumergido en su libro sin darle importancia a la voz que le llamaba.

A JeongHan no le caía bien JiHoon. Su primera impresión había sido cuando unos chicos le estaban dando un buen chapuzón en los baños el rubio no había hecho nada para detenerlo. Desde ese momento supo que no debía esperar nada de ese chico, y así fue hasta que un día el rubio decidió hablarle por un proyecto que tenían juntos. JeongHan solo le había contestado que lo haría todo el solo.

Como era prácticamente obvio JiHoon no lo aceptó y fue a parar a la casa de JeongHan sin aviso, la madre del castaño quedó encantada con el carismático rubio, JeongHan se sentía ofendido viendo como su madre parecía quererlo de hijo. JiHoon era un doble cara. Había pensado JeongHan cuando le vio hablar con su madre en la mesa mientras hace cinco minutos en su habitación lo había acorralado y amenazado de algo que no entendió.

—JeongHan... Voltea a verme... —hizo caso omiso haciendo el tonto leyendo una y otra vez la misma frase con tal de no verle la cara.

Días después JiHoon se le había pegado cual lapa y se negaba a soltarlo, ahora era llamado como su protegido y cualquier persona que se le acerca con mala y/o doble intención se las veía con Lee, quién no dudaría en romper cada uno de tus huesos o en caso de una chica terminar temerosa con unas cuantas amenazas. Porqué JiHoon usaba muy bien su buen don de lastimar a la gente con sus palabras venenosas, agradecía tener padres que le enseñaron a defenderse en palabras y a modo de puñetazos.

JeongHan no entendía que había hecho para que JiHoon se pegara como un molesto chicle al cabello, que no se veía capaz de quitar o cortar por temor a que se viera mal, en este caso a que también le amenazará. Solo decidía ignorarlo hasta que el mismo se diera cuenta que no llegaría a nada, o se cansará.

—JeongHan. —arrebató de las manos el libro de física que leía el castaño quien le miro con un rostro molesto.

—¿Qué quieres Lee? —su voz sonaba cortante. JeongHan hizo una mueca.

—Quiero tu atención. —hizo un puchero, JeongHan ni se inmuto por el tierno aspecto del rubio.

—¿Para qué? Ya dejame en paz por favor. —dispuesto a levantarse comenzó a recoger sus cosas de la mesa, en cualquier momento la campana tocaría y la hora de comer llegaría, prefería no estar en la cafetería cuando ese momento llegará.

JiHoon observaba al castaño ordenar sus cosas en su mochila, fascinado por el chico. Le tendió el libro que antes le había quitado y JeongHan le observó, con un ceño fruncido dudando si tomar el libro.

Sobre Clichés Y Roles ーJeongHoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora